Nada ha cambiado para ellas

La marcha Ni Una Menos tuvo bastante acogida en Perú - Juan Zapata Sánchez
La marcha Ni Una Menos tuvo bastante acogida en Perú.

El último 25 de noviembre se realizó la marcha Ni Una Menos en Perú, que tuvo como mensaje la lucha contra la violencia hacia la mujer, cuyas cifras son alarmantes y tiene historias conmovedoras.

Nada ha cambiado para ellas

La vida de Alexandra Chocano se apagó con tan solo 16 años. La mañana del domingo 19 de noviembre llegó muerta a un hospital en el distrito limeño de Miraflores. Era una joven promesa del vóley peruano y su deceso causó conmoción en la opinión pública porque demostraba un caso más de una mujer fallecida sin esclarecerse los motivos que la llevaron a ese triste desenlace.

— Quiero justicia para mi hija—fueron las palabras del padre. No puede quedar impune su muerte. 

— Mi niña ya no está más con nosotros — agregó la madre, con lágrimas en los ojos.

Ambos fueron entrevistados por la televisión.

Lima es la quinta más peligrosa del mundo para las mujeres por detrás de El Cairo, Karachi, Kinshasa y Nueva Delhi

La semana pasada se habló mucho de Alexandra. De que la violaron y la mataron. De que tuvo la culpa de su propia muerte por salir con amigos a divertirse. De que sus padres fueron los responsables al no estar en Lima cuidándola. De por qué se quedó en la ciudad en vez de irse a su pueblo natal. De que estaba embarazada. De que era mujer, simplemente.

Estos comentarios se vieron en las redes sociales y, además, en los medios de comunicación que trataron su muerte con un tinterillo morboso que, a simple vista, la indignación podría darse en el rostro de cualquier padre de familia que ve cómo tocan el nombre de su hija sin ningún tipo de respeto.

A raíz del caso de Alexandra, como el año pasado, Ni Una Menos –el movimiento colectivo que se gestó en Argentina para defender a las mujeres- volvió a sentirse otra vez para salir a las calles y decir: “Nada ha cambiado”.

El último sábado 25 de noviembre, en medio del Día Internacional de la Violencia contra la Mujer, era la ocasión para dar este mensaje a la sociedad peruana. Aquella en la que aún impera, en gran medida, el machismo y la indiferencia.

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Lima es la ciudad, detrás del Cusco, más visitada del Perú. Se sitúa en la costa central, a orillas del océano Pacífico, conformando una extensa y populosa área urbana, flanqueada por el desierto costero y extendida sobre los valles de los ríos Chillón, Rímac y Lurín. Según el Censo  del 2007, es aún la más poblada del país.

Fue la capital del Virreinato y la más grande e importante ciudad de América del Sur. Después de la Independencia pasó a ser la capital de la República. Esta gloriosa historia, ahora, dista de la realidad actual. 

En Perú se registra un promedio de tres ataques sexuales cada hora durante los tres primeros trimestres de este año

Una encuesta anual de la Thomson Reuters Foundation, arrojó que Lima es la quinta más peligrosa del mundo para las mujeres por detrás de El Cairo (Egipto), Karachi (Pakistán), Kinshasa (República Democrática del Congo) y Nueva Delhi (India). El Observatorio de Seguridad Ciudadana de la Organización de Estados Americanos (OEA), a nivel de América del Sur, situó segundo a Perú detrás de Bolivia en casos de violaciones sexuales. El tercero fue para Brasil.  

El último informe elaborado por el Observatorio de Criminalidad del Ministerio Público, en Perú se registra un promedio de tres ataques sexuales cada hora durante los tres primeros trimestres de este año.

Entre los meses de enero y setiembre, se recibieron 17 mil 182 denuncias por delito de violación sexual. Un 90% de las víctimas de violación sexual fueron mujeres. Además, en todos los casos los agresores fueron hombres, siendo el 53% de ellos con edades entre 18 y 34 años. Desde enero del 2009 y octubre de 2017, fueron asesinadas 1 mil 23 mujeres, de las cuales 923 fueron en manos de sus parejas o familiares.

El Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, registró que los casos de feminicidio y tentativa –desde el 2009 hasta hoy–  existen 1 mil 131 y 2 mil 614 casos respectivamente.  Lima ocupa el primer lugar por encima de las regiones de Junín, Arequipa, La Libertad, Cusco, Huánuco, Ica, Ancash, Puno, Tacna y Ucayali.  

Con estas cifras, la idea de que Alexandra provocó su propia muerte, ¿cabe realmente considerarlo? 

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Son las dos de la tarde de este sábado 25 de noviembre. Era la hora pactada para que, frente al Palacio de Justicia, se puedan concentrar todas las personas que iban a marchar por las avenidas de la capital peruana. Llegó cuando apenas estaban formándose los seis bloques que serían parte de la movilización. Los grupos ya habían sido definidos.

Sobrevivientes y familiares de las víctimas. Las mujeres campesinas víctimas de las esterilizaciones forzadas de la dictadura fujimorista. Diversidad sexual. Estudiantes. Sociedad civil. Estado y partidos políticos. Todos con el mismo objetivo.

Niñas, adolescentes, madres con sus bebés y ancianas estaban presentes desde todos los puntos de la ciudad y el interior del país

Mientras me dirigía para comprar un botella con agua que sería mi acompañante en esta ruta, observé que había un sinfín de símbolos para que el ciudadano de a pie pueda identificarse con esta necesaria causa. Globos. Pancartas. Pines. Vinchas. Paletas en forma de corazón. Gorras. Con un mensaje dominador: la violencia contra las mujeres, mata.

Niñas, adolescentes, madres con sus bebés y ancianas estaban presentes desde todos los puntos de la ciudad y el interior del país. Venían en buses, taxis, caminando para instalarse frente al frontis de la sede del poder que -para ellas- no las protege de sus agresores, pues son benevolentes con las penas impuestas.

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Marcha en contra de la violencia machista.

 

A las tres de la tarde, el ambiente ya tomaba forma. Un grupo numeroso de mujeres, vestidas con blusas blanca y negra, y faldas rojas, comenzaron una puesta en escena sobre el valor de no callar ante las agresiones. Valorarse y no sentirse menos que un hombre pues son iguales frente a la vida.

– Dicen que las mujeres no saben luchar, ¡ya verán, carajo, lo que les va a pasar! – gritaban la arenga insigne de su lucha. 

Valorarse y no sentirse menos que un hombre pues son iguales frente a la vida

– La marcha empieza aquí, porque fue en este punto donde terminó el año pasado y donde creemos que se estancó todo y nada cambió. Por ello decidimos arrancar aquí la lucha para saber si ahora sí habrá algún cambio – Silvana García, una de las voceras de Ni una menos – Perú.

A las cuatro y veinte de la tarde, empezó el recorrido. Marcharon por el Jirón Lampa, luego por la Avenida Nicolás de Piérola ante la mirada de muchas personas que seguían laborando aquella tarde.

Llegaron hasta la Avenida Abancay, donde siempre se realizan diversas movilizaciones de diversa índole social. La última de ellas fue la que hicieron los maestros, quienes exigieron el aumento de sus sueldos y que dejó en jaque al gobierno de Pedro Pablo Kuczynski (PPK) por un par de meses.

Por esa avenida, la lucha de las mujeres se intensificó más ya que- con los símbolos que antes había relatado- arengaban sus mensajes para que se hagan escuchar. Para que la sociedad, finalmente, las pueda respetar.

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Marcha en contra de la violencia machista. 

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Susana Anyosa Hinostrosa extraña a su hija, desde hace más de un año. 

El 15 de julio del 2016, María Elena Chumbimune Anyosa fue a la casa de su amigo Erick Espinar Hernández luego de estudiar en su academia, donde se preparaba para postular a la Universidad Mayor de San Marcos. Fue para comer pizza y acompañar a la persona que conocía desde el seminario católico que ambos pertenecían.  

Cerca de la medianoche, ella quería irse a su casa. Bajó al sótano para abordar el carro que la trasladaría a su hogar. En cuestión de minutos todo cambió: Erick la mató porque opuso resistencia al abuso que buscaba cometer. La golpeó, apuñaló y la envolvió en una bolsa para arrojarla en un descampado.

 —  Mi hija luchó por su vida hasta el último y aún me duele como la mataron — dice doña Susana

Mientras la observo, su mirada y voz no se quiebran para pedir justicia para María Elena. Su corazón está con ella, en ese momento, pues tiene el cartel con la foto que siempre la hace recordar y seguir adelante en el juicio que culminará dentro de poco contra el hombre que le quitó la vida. La Fiscalía ha pedido 12 años de prisión para este caso.

— Esa condena no me va devolver a María Elena, porque perder a un hijo, uno nunca se llega a recuperar — añade.

Su familia está destruida e impotente desde la partida de ‘Mari’. Sin embargo, sale a marchar no solo por su ‘niña’ como le decía, sino por todas aquellas que pasaron por un mismo episodio.

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Iris Cerna Bautista siente impotencia al no encontrar justicia en el Perú.

No puede dormir tranquila desde una fecha: la noche del 17 de setiembre del 2016. Aquel día, la policía le comunicó que su madre Miriam Bautista Perla había sido encontrada muerta de la manera más cruel que haya podido registrar: Apuñalada y golpeada. 

 — Cuando fui a reconocer el cadáver de mi mamá, estaba irreconocible por todas las agresiones que sufrió —señala.

—  Encontré moretones por todo su cuerpo. Su barriga había sido cortada — agrega.

Ella cuenta que la pareja de su progenitora, un policía en actividad, es el responsable de la muerte ya que fue la última persona que estuvo con Miriam Bautista, con quien tenía una relación de 17 años.

— ¿En qué etapa está la investigación? — pregunto.

— Hace más de un año, sigue en la División de Investigación Criminal. No avanzado nada — responde.

Iris siente que el caso ni llegará a un proceso penal debido a la lentitud para esclarecer el móvil del crimen. La sombra de la impunidad, cada día más, persigue en su mente. De que, al final, el culpable de que su madre haya muerto y así haya provocado el dolor en la familia, siga en libertad sin cumplir ninguna pena, es lo que más le indigna.

— Voy a seguir luchando para que la investigación no se archive, porque eso no quiero que sea el final de la muerte de mi madre — dice antes de que siga la marcha. 

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La avenida Abancay es colmada con la movilización de las mujeres. Los dos carriles (derecho e izquierdo) son ocupados para protestar por sus derechos. El resguardo policial está delante de ellas. Avanzan con valentía y sin parar la voz que emanan de sus gargantas su sentir ante tanta violencia. Se detienen frente al Poder Judicial. Un hombre tiene un cartel que dice: “Abajo el Estado patriarcal que solo abusa de las mujeres”.

Este mensaje fue aplaudido por la multitud que respaldaba lo que se piensa del tercer poder del Estado peruano tan desprestigiado no solo por la corrupción de jueces, sino por la indiferencia para que la igualdad de género exista realmente. Siguieron su rumbo hacia el Congreso de la República.  

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Marcha en contra de la violencia machista. 

En un principio, pensé que no llegarían hasta allí ya que –generalmente- las cuadras aledañas son resguardadas al máximo para que ningún protestante se acerque. Eso pasó con la huelga de los maestros: las imágenes de bombas lacrimógenas y palazos para que se dispersen, dan prueba de ello.

Avanzan con valentía y sin parar la voz que emanan de sus gargantas su sentir ante tanta violencia

Sin embargo, me equivoqué. Las mujeres llegaron y frente a ese Parlamento, que debería realizar las leyes más severas, dijeron de todo. "Congreso fascista que no me represente", fue lo que más se escuchó. Y esto fue acompañado con la pancarta de los diputados que no quisieron quitarle beneficios penitenciaros a los violadores.

Los fujimoristas, como no podía ser, eran los protagonistas de aquella postal para la historia. Sí. Con su mayoría parlamentaria, poco o nada, las han defendido a ellas. Basta recordar que, hace un par de meses, Maritza García, entonces presidenta de la Comisión de la Mujer, pretendió justificar a los hombres agresores. Su declaración le costó el puesto del grupo congresal.

En ese momento, una mujer se sacó el polo y con los senos descubiertos tenía un mensaje: “Congreso, con tus leyes, me matas”. Cerca de diez minutos pasaron frente al Legislativo, para empezar el camino al punto final.

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— La violencia hacia la mujer no solo se muestra en la pareja, sino en la calle, en el trabajo, al sentirse acosadas. Eso es lo más grave —  dice Juana, trabajadora de la ONG Flora Tristán, una de las más influyentes.

— La mentalidad de que el abuso contra una mujer debe cambiar desde la casa. Para eso se necesita una mayor cultura para determinar que nosotros también merecemos un espacio igual que los hombre — añade.

Las cifras son alarmantes. Las noticias son impactantes. La realidad es decepcionante

Cuando la entrevisto, una puesta en escena de un hombre jalando a su pareja, quien está cubierta con una caja que dice violencia, nos atrae la atención por unos momentos. Es impactante. La soga es un simbolismo entre lo que realiza un agresor potencial frente a una mujer. El momento culmina cuando las compañeras de la víctima salen y gritan: ‘Ni una menos’.

Al regresar con Juana, me explica que los medios de comunicación también juegan un papel importante ya que, en el caso de Alexandra, el sensacionalismo para tratar un tema doloroso para la familia por la perdida, la expone a diversos comentarios machistas y conservadores sobre las razones de su muerte.

— Debe haber más responsabilidad de los medios. Violencia también es mostrar a una mujer como objeto sexual, lo cual es denigrante para nosotras — manifiesta.

Un país desarrollado no excluye a una mujer, sino la trata por igual que un hombre.

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Marcha en contra de la violencia machista. 

 

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Paulina Luisa relata que las trabajadoras del hogar también sufren de abuso sexual. Ella como secretaria nacional de este gremio señala que, desde siempre, los empleadores han ejercido violencia física y psicológica. Las más vulnerables de las muchachas que se dedican a este oficio no son de Lima, sino del interior del país.

— Las chicas que vienen de la selva siempre son las más afectadas — declara.

— Las trabajadoras del hogar hemos tratado de estar protegidas porque los empleadores nos han tratado mal —continua— Es injusto que, por la manera como trabajamos, seamos expuestas a las violaciones sexuales por parte los dueños, sus hijos. Por eso decimos basta ya. 

Su grupo es numeroso mientras la entrevisto. A través de los años, varios casos han sido judicializados por parte de las trabajadoras del hogar. Pero, Paulina demanda que el Estado peruano –mediante el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo- se encargue de mejorar las condiciones laborales que tanto anhelan.

— Solo encontramos indiferencia. Pero vamos a seguir adelante — cuenta.

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La movilización llegó hacia la sede del Ministerio Público y la Defensoría del Pueblo. La noche casi cae sobre Lima, pero las mujeres siguen marchando sin rasgo de cansancio alguno. Recorren todo el Jirón Ayacucho para dirigirse hacia la Plaza San Martín. En el recorrido, a la cabeza, ya se observa a la abogada Lady Guillen y la activista Arlette Contreras. Las dos son voceras del movimiento Ni Una Menos. Ambas fueron víctimas de violencia en algún momento. Pero se sobrepusieron y lideraron esta causa que llegó hasta el propio Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables. Allí alzaron su voz ante una de ellas que, demandaron, no la representa a cabalidad: la ministra Ana María Choquehuanca.

— Choquehuanca, escucha, y únete a la lucha — fue lo que salía de lo más profundo hacia la titular del Ministerio de la Mujer.

Después, ya en caravana, llegaron a la Plaza San Martín. Los alrededores fueron ocupados por los seis bloques que fueron participes de esta marcha, que acabó cerca de las siete de la noche. El cansancio de este servidor ya estaba presente. Los diversos grupos se instalaban para poder lanzar sus vivas que esta nueva edición del Ni Una Menos, debía dejar un mensaje de reflexión en medio de la creciente violencia en el país.

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Marcha en contra de la violencia machista. 

Las cifras son alarmantes. Las noticias son impactantes. La realidad es decepcionante. Perú, un país que aspira llegar a su bicentenario el 2021 con una prosperidad económica, tiene una problemática crítica que – a largo plazo- debe generar soluciones por parte de las autoridades. Hoy puede ser una niña, mañana una novia, una madre.

La postal que me deja el Ni Una Menos 2017 es una anciana que, en sillas de ruedas, no quiso estar fuera de su lucha. Aquella que, en un mensaje, lo dice todo: “Nos están matando”. Sí. Tiene mucha razón. Por eso marcharon. Porque nada ha cambiado para ellas. @mundiario

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