Mujeres que salvan vidas

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Abida Nowroz estudia en el cuarto de su habitación. / undp.org

Este miércoles 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. MUNDIARIO trae una historia interesante sobre esas mujeres luchadoras que día a día cambian el mundo con trabajo, dedicación y esfuerzo.

En un hostal que no llamaría la atención de nadie en Jalalabad, Afganistán, está sucediendo algo extraordinario. Una joven, sentada al borde de la cama, se inclina sobre un libro. Se llama Abida Nowroz y está estudiando para ser enfermera en un país donde la mayoría de las mujeres ni siquiera ha terminado la escuela primaria. En Noorgram, la aldea natal de Abida -ubicada en la provincia de Nuristán, en Afganistán del Este- es difícil encontrar enfermeras. En esta provincia aislada, los centros de salud son limitados y por razones de seguridad hay muchos profesionales de la salud que no se animan a trabajar en la zona. "Una de mis vecinas en mi aldea dio a luz y después del parto no cesaba de sangrar", narra Abida. "Su familia intentó llevarla a caballo a la ciudad; pero ella murió en el camino”.

Esta no es una historia poco común en Afganistán, que tiene uno de los índices más altos de mortalidad materna e infantil del mundo. La falta de centros de salud en las áreas rurales, combinado con una escasez de mujeres que trabajen en el área de la salud, implica que muchas mujeres no reciben la atención médica que necesitan tan desesperadamente. Sin embargo, las mujeres como Abida están decididas a cambiar esta situación. Junto con otras 200 compañeras de estudio, se graduará de la escuela de enfermería este año e irá a trabajar en algunas de las aldeas más pobres en su provincia natal.

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Las alumnas reciben clases en la improvisada escuela de enfermería. / undp.org

 “No desperdicio ni un día sin aprender”, dice Abida. “No quiero ver a una sola madre más morir de camino a la clínica o saber que un bebé queda huérfano”. La escuela de enfermería, que fue creada por el Ministerio de Salud Pública de Afganistán con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y del Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria, está formando a una nueva generación de especialistas en salud. Según la OMS, alrededor de 40 por ciento de los centros de salud de Afganistán carecen de mujeres en su personal, lo cual es un problema serio en un país donde las normas comunitarias a menudo no permiten que las mujeres sean atendidas por hombres.

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Algunas de las futuras enfermeras ya hacen sus prácticas profesionales. / undp.org

"Quiero aprender para servir a mi aldea y a mi país”, continúa Abida “Estoy realmente orgullosa de hacerlo. Trato de estudiar lo más posible”. Para ella y sus compañeras, las clases están por terminar, y es momento de poner en acción lo que han aprendido. “Ahora estamos haciendo las prácticas. Después nos enviarán a nuestras aldeas, donde continuaremos nuestro entrenamiento en las clínicas locales. Cuando la escuela crea que estamos listas para ejercer plenamente, nos darán un diploma, y entonces podremos comenzar a trabajar en serio”, relata la mujer..

Además de los dos años de estudios médicos, los estudiantes de la escuela reciben alojamiento, transporte, tres comidas por día y una pequeña ayuda financiera para vivir. Aunque el trabajo es duro, Abida y sus compañeras saben que gozan de una oportunidad única en un país donde muchas veces no se permite a las mujeres jóvenes vivir o estudiar lejos de sus casas. “Mis padres estaban muy preocupados, no entendían cómo podría vivir lejos de ellos”, cuenta, “pero durante meses insistí mucho hasta que convencí a mi padre que me permitiese asistir a la escuela.”

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Esta oportunidad es única en un país como Afganistán. / undp.org

El proceso no fue fácil: El hermano mayor de Abida se fue de la casa en signo de protesta. “Dijo que, 'como era mujer no me podría defender', y que 'los insurgentes locales nos harían daño si nos encontraban'". A pesar de estas protestas, Abida ha continuado sus estudios y ya está haciendo una contribución invalorable en su comunidad local, ya que vuelve a su casa los fines de semana para ayudar a administrar inyecciones a los niños enfermos.

La escuela de enfermería de Jalalabad es una de seis en todo el país que están formando a más de 200 enfermeras. Cuando la primera promoción se gradúe, estas nuevas enfermeras volverán a algunas de las áreas más necesitadas de Afganistán, trayendo los tan necesarios cuidados de salud a las aldeas más alejadas del país.

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En Afganistán hay seis escuela de enfermería. / undp.org

El artículo fue publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y sus autores son: Jalaluddin Kasaat. Fotos: Sayed Omer e Igor Ryabchuk.

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