Mujeres más allá de la geografía (III): libertad, memoria y activismo

Sadani Malainine.
Sadani Malainine.
Mujeres más allá de la geografía (III): libertad, memoria y activismo

«En nuestro mundo, el progreso será un progreso hacia el dolor». En ese espeluznante lugar no hay vida sin vigilancia y sin represión. Es 1984 y el odio, el miedo, la tortura, la falta de libertad son condiciones necesarias para la existencia del partido. Falsificación histórica, invención de enemigos, guerra a perpetuidad. «Nadie instaura una dictadura para salvaguardar una revolución, sino que la revolución se hace para instaurar una dictadura». ¿Cómo no pensar en Orwell –y en su notable 1984*– cuando Sadani Malainine relata la impactante historia de su vida?

Sadani nació en 1976 –en Villa Cisneros hoy Dajla- cuando ya había iniciado el conflicto del Sahara. Su padre se unió al Frente Polisario y marchó a Argelia. En 1978, madre e hija se trasladaron a los campamentos de Tinduf. Una noche de 1982 fueron sacadas violentamente del lugar en el que vivían. Una madre angustiada trataba de proteger a su hija que todavía no cumplía seis años. Pasaron la noche en condiciones inhóspitas y, al día siguiente, las llevaron ante la “dirección provincial”. «Como entidad comunista –el Polisario- tiene células y jefes de sectores que ejercen controles severos, autoritarismo y violencia».

Las aguardaba una muchedumbre que lanzaba escupitajos e improperios. La madre –cubría el rostro de su hija- y le imploraba que no diera crédito a lo que decían de su padre. Apareció un hombre –Sid’Ahmed Batal, actual ministro de equipamiento de la autodenominada RASD- y, anunciando la celebración de un juicio público a dos traidores, procedió a aterrorizar a los acusados. «Mi padre fue juzgado en público. Traían a dos hombres golpeados y atados. Fueron puestos en medio de la multitud acusándolos de traición. Le exigían a mi padre que confesara su traición pero él sostenía que no tenía nada que confesar porque no había hecho nada. Siguieron los insultos y luego los golpes. Vi como caían los dientes de mi padre. Tal vez la gente no quería participar pero, en la concepción de esa estructura, es un acto de lealtad y de obligación revolucionaria. Un régimen de partido único que, desde su proclamación, encarceló, torturó y detuvo personas. No lo sabíamos hasta que le sucedió a mi padre. Todo en esos campamentos es imposición e invención de los dirigentes y de su aparato de propaganda. Inventan la realidad, deciden la justicia. Crean un enemigo para alimentar el odio y mantener la cohesión de la gente. Torturas, electricidad, cárcel, purgas, asesinatos, fosas comunes».

El padre de Sadani –según narra- se desempeñaba como profesor y –antes de vincularse al Polisario gozaba de reconocimiento y respeto tribal por cuestiones de raigambre y tradiciones religiosas- fue torturado y condenado en juicio público; la madre, sometida a humillaciones y a tratos crueles y degradantes; y, Sadani, la niña, maltratada durante años por ser “la hija del traidor”. «Mis padres y yo fuimos torturados y lesionados física, psicológica y moralmente».

Transcurrida su infancia tormentosa –madre e hija- fueron separadas. «Fui deportada a Cuba. Estuve allí durante 18 años sin saber nada de mi familia». Sadani regresó a los campamentos de Tinduf en 2003 y chocó con la desoladora realidad: «Mi padre –que había recobrado la libertad aunque quedó supervisado y vigilado- enfermó de cólera y murió. No pude verlo. Tampoco encontré a mi madre. Ella había retornado a Marruecos en 1998. Encontré la gente harta de vivir en esas condiciones aunque muchos siguen engañados por el adoctrinamiento y el miedo. Salí de los campamentos por Mauritania y de allí fui a Marruecos. Me reuní con mi madre luego de 18 años sin recibir una carta, sin saber nada de ella…»

Las amenazas no menguan su activismo. «Tomé la decisión de contarle al mundo lo que sucede. La opinión pública internacional debe conocer la realidad de esa cúpula que tiene las manos llenas de sangre. Sid’Ahmed Batal sigue libre, impune». Existe una querella judicial en España contra 28 dirigentes del Frente Polisario y autoridades argelinas. Los demandantes –víctimas saharauis- los acusan de genocidio, terrorismo, asesinato, torturas, desapariciones, represión y secuestro. «Las secuelas y el dolor no desaparecerán jamás», concluye Sadani. El Polisario le arruinó la infancia, rompió sus sueños, la separó de su familia y le robó una parte de su vida.

Orwell y 1984

Orwell y 1984.

Esta novela constituye una asombrosa e impactante narración sobre la vida y el día a día de una comunidad vigilada de forma permanente por el “Gran Hermano”. La sociedad es reprimida, controlada y sometida en todos los aspectos de su cotidianeidad por el “partido” que gobierna.

Eric Arthur Blair, escritor británico conocido por su seudónimo George Orwell, nació en Motihari (India) en 1903. Estudió en el Eton College de Inglaterra gracias a una beca, y prestó sus servicios en la Policía Imperial. Estuvo destinado en Birmania, de 1922 a 1927, fecha en que regresó a Inglaterra. Enfermo y luchando por abrirse camino como escritor, vivió durante varios años en la pobreza, primero en París y más tarde en Londres. En 1936, luchó en el ejército republicano durante la Guerra Civil española (1936-1939). El autor describe su experiencia bélica en ‘Homenaje a Catalunya’ (1938). Condena la sociedad totalitaria en ‘Rebelión en la granja' (1945) y en la novela ‘1984’ (1949).

Críticas a 1984

> «Aquí ya no estamos solo ante lo que habitualmente reconocemos como “literatura” e identificamos con la buena escritura. Aquí estamos, repito, ante energía visionaria. Y no todas las visiones se refieren al futuro, o al Más Allá». Umberto Eco.

> «La libertad es una obligación tan dolorosa que siempre habrá quien prefiera rendirse. La virtud de libros como 1984 es su capacidad para recordarnos que la libertad de los seres humanos responsables no es igual a la de los animales». Anthony Burgess.

> «Desde El proceso de Kafka ninguna obra fantástica ha alcanzado el horror lógico de 1984». Arthur Koestler.

> «Un libro magnífico y profundamente interesante». Aldous Huxley.

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