¿Pudo haberse evitado la muerte de Rosario Porto?
En las cárceles hay personas. Pagan deudas con la sociedad y con las víctimas. El objetivo de las cárceles es su rehabilitación para la vida en libertad.
La muerte de Rosario Porto trae a debate la política de traslados penitenciarios, alejando las personas presas de su entorno familiar y personal y la obsesión de muchos equipos penitenciarios por doblegar el carácter de determinadas personas que niegan haber cometido los delitos por lo que han sido condenados a prisión. También por la falta de preparación de las prisiones para tratar presos enfermos psicológicamente.
El suicidio de Rosario Porto en la cárcel de Ávila pudo haberse evitado y, por ello, constituye un grave descuido de la administración penitenciaria del Estado, que fracasó en el cuidado y tratamiento de esta persona interna a lo largo de los siete años y dos meses que estuvo presa en las cárceles de Teixeiro, A Lama y Ávila.
Rosario Porto fue condenada a 18 años de privación de libertad por el asesinato de su única hija. Gutiérrez Aranguren, su abogado, desarrolló un riguroso y documentado trabajo, a pesar del cual los tribunales confirmaron su condena. Pero la pena era solo de 18 años de privación de libertad. En la condena no se incluía el alejamiento de la presa de Galicia y de sus únicos tres apoyos (abogado, psiquiatra y psicóloga , todos con ejercicio profesional en A Coruña ). No se incluía en esa pena descuidar el tratamiento médico de una persona que padecía dolencias psiquiátricas desde antes de ser acusada de la muerte de su hija. La condena incluía el deber de cumplir la normativa penitenciaria, pero no el deber de reconocerse culpable ni de transitar por las cárceles sin reivindicar los poquísimos derechos que le pertenecen a una persona condenada.
He ahí la cuestión. Desde su ingreso como preventiva la administración penitenciaria estatal supo de la enfermedad de Rosario Porto. Cumpliendo su condena intentó poner fin a su vida dos veces. Y estos intentos determinaron su traslado de cárcel . De Teixeiro a A Lama y de A Lama a Ávila. En la segunda ocasión, Rosario Porto fue trasladada en pocas horas a 500 kms de su entorno , sin permitirle ni llevar sus pertenencias y sin poder avisar a nadie. Sin recurso ni trámite de alegaciones , como no lo hay para ninguno de los presos objeto de los cientos de arbitrarios traslados que decide la administración penitenciaria estatal.
En Ávila, Rosario Porto solo estuvo ocho meses. ¿Tiene sentido en ese tiempo, tiempo además de pandemia, quitarle a una enferma psiquiátrica, candidata reiterada al suicidio, la protección que le dieron en las cárceles gallegas? Si ya estaba mejor, ¿por qué no la trasladaron a Galicia, país donde tenía sus raíces y donde tenía los únicos vínculos que todavía le unían a este mundo:abogado, psicólogo y psiquiatra?
En las cárceles hay personas. Pagan deudas con la sociedad y con las víctimas. El objetivo de las cárceles es su rehabilitación para la vida en libertad. Pero de ninguna manera se les pueden imponer castigos adicionales como reconocer un delito que niegan, impedirles el ejercicio de los derechos no suspendidos por la sentencia o hacerles cumplir condena lejos de su país. Y estas ideas valen para cualquier persona presa, sea cual fuere la dimensión, naturaleza o gravedad de su delito. @mundiario