Momentos estelares de la humanidad

Momentos estelares de la humanidad. RR SS.
Momentos estelares de la humanidad. / RR SS.

¿Qué importancia tiene leer un libro como éste en estos tiempos? Mucha, sin duda. A partir de estas páginas sabemos que en la historia no solamente las hambrunas, las pandemias y las guerras nos sojuzgan con su látigo implacable. 

Momentos estelares de la humanidad

La humanidad, metida en el violento y pedestre curso de la historia, también puede ser protagonista de momentos estelares, porque, aunque a veces éstos son obra de héroes y genios, no podrían realizarse sin la ayuda de la colectividad. Si se hace una relación o un balance cabal de hechos malos y buenos sucedidos, seguramente aquéllos ganan en cuantía a éstos, pero cuando los buenos ocurren, opacan con su brillo a los malos, superándolos con creces en significación y cosecha.

Todo este tiempo me encontraba leyendo un libro de historia de Antony Beevor, pero el otro día que pasé por la librería compré Momentos estelares de la humanidad, de Stefan Zweig, y, movido por mi voraz curiosidad, no pude menos que interrumpir la lectura mi libro de Beevor, para sumergirme en el provocador texto del escritor austríaco.

Desde la muerte de Zweig, ¿la humanidad no ha sido protagonista de algunos otros momentos estelares? ¿No ha visto florecer algunos otros momentos de belleza o gloria inusitadas? Quizá sí, como el desembarco de los Aliados en las playas de Normandía, o la música de los Beatles o los Rolling Stones. Pero lo cierto es que los momentos consignados por Zweig tienen cualidad inobjetable de inmortales y gloriosos, y son de por sí un canon para los anales de la historia mundial, ese “misterioso taller de Dios”, en palabras de Goethe.

Este judío no fue ni historiador (aunque sí sabía mucho de historia), ni poeta (aunque su primer libro fue un tomo de versos), ni filósofo en puridad (aunque se licenció en filosofía), sino un agudo ensayista y un biógrafo penetrante. Sin embargo, en Momentos estelares conjuga los tres oficios de una manera sutil, elegante y prudente. Este libro constituye una galería de momentos pretéritos reales, expuestos con aliento filosófico y un lenguaje florido. Escribe una prosa delicada, rítmica, reconstruyendo con pluma de poeta hechos históricos como la batalla de Waterloo, el descubrimiento de América o la conquista de Bizancio. Pero además, hace de psicólogo, y acaso de narrador imaginativo, cuando reconstruye momentos relevantes para la humanidad, protagonizados por figuras como el músico Händel o el poeta Goethe. Entonces apela a su imaginación para re-crear hechos que, por el paso de los años, pueden resultar ya incognoscibles.

¿Qué importancia tiene leer un libro como éste en estos tiempos? Mucha, sin duda. A partir de estas páginas sabemos que en la historia no solamente las hambrunas, las pandemias y las guerras nos sojuzgan con su látigo implacable; entendemos que también podemos destellar, a partir de impulsos autónomos que se ciernen como aureolas sagradas sobre la cabeza de algunos hombres que dan al mundo obras de arte sinigual o triunfos en guerras justas y hasta nobles.

Cada momento, perlita histórico-literaria, es narrado como cuento literario, pues es un alarde de preciosismo formal, además de ser verídico, históricamente hablando. Justamente por aquello, a veces la narrativa peca de ser excesivamente épica, muy cargante, exaltadora todo de todo. Además, es demasiado precisa en algunas cosas; esto induce al lector a creer que el autor inventó ciertos detalles para reconstruir una narración con un toque de belleza. Como sea, Zweig nos ayuda a comprender que cada momento de la historia está condicionado por determinadas convenciones conductuales y prejuicios; solamente así, entonces, podemos comprender cómo un Goethe septuagenario pudo pedir la mano de una niña de diecinueve, o cómo Cicerón esperó la muerte con tanto estoicismo, acaso con alegría.

Hallé en este libro algunos símiles con una obra que leí ha mucho: Genio y artista, de Emil Ludwig, pues en ésta también se hace, de una u otra forma, una interpretación filosófica de algunos hechos relevantes para el desarrollo de la civilización y el progreso de la humanidad.

Los Momentos estelares de la humanidad de Zweig no agrupan todos los hechos memorables de la humanidad. En las últimas décadas de nuestro tiempo sucedieron cosas azas relevantes, como el nacimiento de Apple, por ejemplo, y su consecuente revolución en el mundo de la informática y las telecomunicaciones. O el avance en el campo de los transportes y la carrera espacial… Por otra parte, el autor no recogió algunos otros acontecimientos muy dignos de mención, que ya habían sucedido hacía mucho, como la publicación de los Principia de Newton (en el campo de la ciencia), o de Los miserables (en el de la literatura), o la escultura de la Piedad o el David de Miguel Ángel (en el del arte), hechos todos estos que marcaron un antes y un después en el desarrollo civilizatorio.

En un mundo como el nuestro, que parecería devorado por el consumismo, la estulticia y la falta de interés por el arte, el éxito de lo inconmensurable y el triunfo de la esfera del espíritu aún son posibles. La pandemia, en este sentido (como lo fueron las guerras de otrora), constituye una oportunidad para develar el lado noble que tiene el espíritu del ser humano. El hecho de que hoy existan satélites colgados al lado de las estrellas, de que haya una pieza llamada Novena Sinfonía, de que Goethe haya compuesto su Elegía de Marienbad en una silla de posta, de que un visionario como Steve Jobs haya creado el iPhone y la Macintosh, nos llama a una reflexión: en todo lo malo que hemos perpetrado, también podemos hacer cosas muy buenas, dignas del elogio del cielo. Cada uno de esos logros debería ser consignado en un libro, como ya fueron consignadas la barbarie de las guerras mundiales o la violencia de la inquisición y las cruzadas.

Si bien la reflexión escéptica de los pensadores y filósofos desencantados con la realidad llana y pedestre, con la vida violenta y triste, nos ayuda a vernos desnudos y con un ojo implacablemente crítico, el idealismo ingenuo de los poetas y los optimistas nos hace saber que, en determinados momentos de la historia, Dios ayuda al hombre a ejecutar las más nobles proezas. No de otra forma se explican los momentos estelares de la humanidad. Es más: esa visión soñadora es lo que finalmente nos impulsa a seguir caminando hacia lo bueno y lo bello.

Obra singularísima, calificada de trivial en su tiempo por haber sido un best-seller popular, cautiva al lector contemporáneo amante del ensayo, la historia y la literatura, y su contenido, analizado desde una arista filosófica, tiene una pertinencia enorme en nuestros días: podemos ser héroes de nuestro tiempo. Ignacio Vera de Rada en @mundiario

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