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En los momentos difíciles cierro los ojos y regreso por unos segundos a Vigo...

La lluvia de Vigo. / Maribel Zamudio
La lluvia de Vigo. / Maribel Zamudio

Cuenta una leyenda, que determinadas personas están unidas por un vínculo afectivo denominado "El Hilo Rojo". Ese hilo las predestinada a encontrarse sin importar las circunstancias, ni el momento...

En los momentos difíciles cierro los ojos y regreso por unos segundos a Vigo...

Cuenta una leyenda, que determinadas personas están unidas por un vínculo afectivo denominado "El Hilo Rojo". Ese hilo las predestinada a encontrarse sin importar las circunstancias, ni el momento...

En los momentos difíciles regreso a Vigo, me veo corriendo con ella bajo la lluvia un día de invierno… ¡Echo tanto de menos esa lluvia!

Cuenta una leyenda, que determinadas personas están unidas por un vínculo afectivo denominado "El Hilo Rojo". Ese hilo las predestinada a encontrarse sin importar las circunstancias, ni el momento,  y a permanecer unidas a pesar del tiempo y la distancia. Pienso que Ruth está unida a mí por uno de esos "hilillos rojos".

La nuestra fue una amistad tan inesperada como improbable.

La primera vez que la vi fue subiendo las escaleras del instituto, delante de la puerta de mi clase de primero. Fue una imagen irreal… ¡qué guapa!

Aquella chica se alejaba de todos los cánones de belleza que yo conocía: pelo corto, uñas y labios pintados de color negro, grandes aros en las orejas y un disfraz de "La Bruja Avería". ¡Me pareció como si a Alaska le hubiesen puesto la cara de Michelle Pfeiffer! 

A menudo cuando pienso en ella Ruth sigue allí..., en esas escaleras del instituto.

Durante dos años, tan sólo nos saludaríamos…, a fin de cuentas: ¿qué podían tener en común una pija disfrazada de polichinela, y una punk disfrazada de bruja?

A principios de tercero, una tarde al salir de clase, caminamos juntas... Sin hablar mucho, como si fuésemos amigas desde siempre, quedamos para vernos el fin de semana: ¡nos hicimos inseparables!

Con Ruth compartí lo mejor de esos años: la inocencia..., los deseos de cambiar el mundo que nos rodeaba…, la esperanza de vivir momentos mejores..., en definitiva, las ganas y los sueños de una adolescencia que se nos escapaba a toda prisa.

Ella sonreía siempre, incluso cuando era difícil. Sonreía con los ojos, con los hoyuelos de su cara, con sus pecas... Con ella me sentía en paz…, a su lado recuperaba la normalidad de una adolescente cualquiera.

Su recuerdo está unido a Vigo (mi ciudad), al Instituto Coya 4, a las clases de diseño de Antón Pulido, a la biblioteca de Las Traviesas, a la Calle del Arenal, a la Avenida de las Camelias, a las "Pinturas de Guerra" los viernes escuchando a "A-ha", a "Bonnie", a "Tebeo en Zip", a los sandwiches del "Tus", a la estación del tren de Vigo los domingos por la tarde, al sueño realizable (e irrealizable) de estudiar arquitectura o bellas artes…, y sobre todo: ¡a la lluvia!

En los momentos difíciles regreso durante algunos segundos a Vigo. Regreso a los días del instituto y me veo corriendo con ella bajo la lluvia un día de invierno… Nos reímos a carcajadas bajo esa lluvia que cae de lado por culpa del viento. Esa que te golpea la cara antes de empaparte de golpe..., que te "cala" hasta los huesos en segundos, y que, una vez perdida la batalla te hace reír… Los que somos de Vigo conocemos bien esa forma de llover. Ruth y yo conocemos bien esa forma de reír…

¡Echo tanto de menos esa lluvia!

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