Entre los métodos captura del atún el de la almadraba es el más respetuoso

“Levantá” en la almadraba. / Alberto García
“Levantá” en la almadraba. / Alberto García

La almadraba es un laberinto de redes que recibe al atún evitando que se pueda escapar, manteniéndolo con vida, sin sufrir estrés y pudiendo seleccionar los ejemplares a capturar.

Entre los métodos captura del atún el de la almadraba es el más respetuoso

El “thunus thynnus”, atún rojo o cimarrón, entre abril y agosto, cruza el estrecho de Gibraltar procedente de las inmediaciones del Círculo Polar Ártico y de las costas noruegas, dentro de un largo viaje hacia el Mar Mediterráneo, donde las condiciones ambientales favorecen su reproducción, salvo para los que quedan atrapados en la almadraba. Se trata de una especie muy apreciada cuyos ejemplares mayores pueden alcanzar los 3 metros de longitud y superar los 700 kilos de peso.

La almadraba, cuyo vocablo como casi todas las palabras que empiezan por “al” procede del árabe y que se identifica como un lugar de lucha, es un arte de pesca utilizado desde la época de los fenicios en las costas andaluzas, principalmente en la provincia de Cádiz, en pueblos como Conil de la Frontera, Barbate, Zahara de los Atunes o Tarifa. Es una técnica ancestral que dicen respetuosa con la especie y el medio ambiente, que consiste en montar un laberinto de redes cerca de la costa que intercepta el paso de los atunes en su migración del Atlántico hacia el Mediterráneo durante el final de la primavera y el principio del verano.

En esta zona, durante la época de captura, se celebran fiestas gastronómicas en las que la degustación del atún salvaje se convierte en un reclamo turístico, lo mismo que la posibilidad de vivir desde un barco la “levantá”, que es el acto final de la captura de los atunes rojos, o de participar en el “ronqueo”, que viene siendo el despiece de este pescado del que todo se aprovecha, de ahí que muchos le llamen “el cerdo del mar”.

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