Más de 10 millones de personas han recibido la vacuna en el Reino Unido

Una mujer de 90 años recibe la vacuna contra la covid-19 en el Reino Unido. / El País
Una mujer de 90 años recibe la vacuna contra la covid-19 en un hospital en Londres, Reino Unido. / El País
“La vacuna de AstraZeneca y la Universidad de Oxford no solo protege de contraer una covid grave, sino que también ayuda a no infectar a otras personas”, según un estudio conjunto.
Más de 10 millones de personas han recibido la vacuna en el Reino Unido

La inmunización de la humanidad es el gran reto global de esta década, la tercera del siglo XXI, que prácticamente reemplaza todos los grandes objetivos de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas. El gran proyecto mundial ahora es proteger a la población de todo el planeta para que el sistema de vida continúe con la relativa normalidad que tenía hasta enero de 2020. Como casi siempre, los grandes retos globales tienen inicio e iniciativa en los países más desarrollados, que fungen como la guía de la civilización en procesos tan complejos como el que hoy vivimos. 

Y es que así como la carrera global por las vacunas empezó a intensificarse con el Reino Unido midiéndose pulso a pulso frente a Estados Unidos, la mayor potencia global, la primera nación ha dado el golpe sobre la mesa con el antídoto desarrollado por la farmacéutica AstraZeneca, cuya eficacia y confiabilidad ha aumentado gracias a que se descubrió su capacidad para hacer menos contagioso al virus y evitar que los infectados puedan transmitirlo a otros. 

En ese contexto, el entusiasmo es ahora el nuevo clima social que predomina en el Reino Unido, donde hasta este miércoles se conoció que un total de 10 millones de personas ya han recibido la vacuna (de AstraZeneca) contra la covid-19. Esa nación insular tiene una población total de 66.6 millones de habitantes, lo que implica que el 15% de los británicos ya poseen inmunidad contra el patógeno que alteró todo su sistema de vida nacional y el del resto de la humanidad. 

Dicho hito ha sido confirmado por el propio ministro de Sanidad británico, Matt Hancock, quien ha anunciado este miércoles que, efectivamente, más de 10 millones de personas (un 15% de la población) han recibido ya la primera dosis de la vacuna. De esta forma, se podría alcanzar el tan esperado umbral de la inmunidad colectiva o de rebaño, no por infecciones espontáneas, sino por una uniformidad social en la vacunación, es decir, que todos los estratos sociales estén inmunes, o al menos la gran mayoría de cada uno, para así evitar cadenas de transmisión muy amplias. Además, el estudio de AstraZeneca con la Universidad de Oxford que demuestra la capacidad de su vacuna para hacer menos contagioso el virus, es la señal de que su biotecnología es la más avanzada de todo Occidente hasta ahora en la gestión global contra la pandemia.


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Esta cifra se ha alcanzado dos meses después de que comenzase la campaña, el pasado 8 de diciembre, mediante un ambicioso plan que tiene su foco puesto en la población de alto riesgo en la Gran Bretaña, pero en medio de restricciones aplicadas por el Gobierno del primer ministro Boris Johnson para frenar lo que ya es la ‘tercera ola de la pandemia’. El surgimiento de una variante 50% más contagiosa de la covid-19 en suelo británico volvió a paralizar parcialmente la actividad económica y social del país, así como también la nueva cepa se extendió hacia el otro lado del Atlántico por la misma globalización que desencadenó el estallido de la pandemia en marzo de 2020. 

“La vacuna de AstraZeneca y la Universidad de Oxford no solo protege de contraer una covid grave, sino que también ayuda a no infectar a otras personas”, según un estudio publicado por la institución británica que todavía tiene que ser sometido a la revisión de otros científicos para posteriormente ser ratificado por las prestigiosas revistas científicas que avalan la efectividad de las vacunas, como por ejemplo, The Lancet. 

Hancock ha explicado en un mensaje en su perfil de Twitter que “la transmisión del virus tras la vacunación se reduce en dos terceras partes”. Por lo tanto, hasta en un 66.6% el virus pierde fuerza para saltar de una persona a otra gracias a que la vacuna reduce la carga de su composición genética al ser destruidas las espigas con las que produce la infección. El ejemplo británico es una luz para el mundo. @mundiario

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