Las mariposas atraen por su belleza y por sus alas, que parecen pétalos de flor
Fascina saber que, antes, en lo que a ellas les debe de parecer otra vida, tenían otro cuerpo, que eran gusanos, orugas, que se arrastraban sin poder volar.
Siempre me han fascinado las mariposas. Basta echar un vistazo en las redes sociales, Facebook o Instagram, para quedar obnubilado por la cantidad de imágenes compartidas de esos insectos alados: Se ve que no soy la única…
Atraen por su belleza, por la viveza de sus colores, por sus alas que parecen pétalos de flor, por su elegancia al volar, por su libertad. Fascina saber que, antes, en lo que a ellas les debe de parecer otra vida, tenían otro cuerpo, que eran gusanos, orugas, que se arrastraban sin poder volar. Fascina e inquieta su metamorfosis, pensar en la muerte de una apariencia para revivir en otra, como si la reencarnación fuera posible incluso en una misma vida, como si una misma alma pudiera habitar distintos cuerpos.
La mariposa simboliza el alma humana. En muchas culturas, la mariposa es una metáfora del alma que ha adquirido cierto grado de consciencia: ya no es oruga ni nunca lo volverá a ser, ha vivido una metamorfosis irreversible. Y en su nuevo estado, rodeada de seres que aún se arrastran mientras ella necesita volar, aún desafiando leyes, está condenada a la soledad. Las mariposas son diferentes. No saben - ¡no pueden!- vivir como los demás, por mucho que se intenten camuflar. Las mariposas tienen alas como los pájaros, pero no tienen nido, no tienen un hogar al que regresar. Son frágiles, pues si tocas el polvo de sus alas, las destruyes. Son efímeras y lo saben, y por eso juegan con el tiempo. Y a veces logran trascenderlo. Logran la eternidad: dicen que el alma es inmortal, y que tiene facultades más allá del mundo de la materia. A veces consiguen poderes sorprendentes, tanto que parecen sobrenaturales (comparables a los "siddhis" de ciertas vías espirituales). Por eso son seres "mágicos", por su poder, generalmente benévolo, pero a veces oscuro.