Maestra, de L. S. Hilton, es una novela aburrida, previsible, machista y casta

Maestra, una novela de L.S. Hilton. / Rocaeditorial
Maestra, una novela de L.S. Hilton. / Rocaeditorial

El prestigio de Rocaeditorial no puede lapidarse con novelas como Maestra, de L.S.Hilton, que no responde a ninguna de las expectativas de su lanzamiento.

Maestra, de L. S. Hilton, es una novela aburrida, previsible, machista y casta

La novela iba a ser la repera. Maestra, de L. S. Hilton, iba a ser la novela rompedora de este año, la narración que exploraba los tabúes sexuales y los iba a hacer saltar por los aires. El sexo anal como contrarrevolución para una industria del libro cada vez más pacata y beatífica.

L. S. Hilton escribe mal. Su novela es inconsistente en cuanto a la estructura y nada creíble; ritmo lineal, diálogos de cuentos de Segundo de ESO y descripciones físicas propias de revistas como TelvaElle. No hay apenas sexo. Y el que hay llega tarde y malo. Quiere ser un Eyes Wide Shut, pero se hunde en el proceso. Se queda más cerca de Pretty woman que de un relato sórdido y cruel. El personaje principal no es interesante en absoluto, es un personaje que cae mal por su soberbia, por su solvencia continuada, por su entereza. Es un personaje perfecto, sin carnadura ni emociones. 

El tratamiento del sexo es pobre. No arriesga. No es El último tango. Aparece la palabra polla de vez en cuando y con eso ya está todo dicho, todo superado. No hay transgresión. La novela reúne los tópicos de cualquier novela rosa, de Jazmín, salvo que Corín Tellado lo habría hecho mejor literariamente. No entiendo que empresas como Rocaeditorial acepten esta clase de trabajos, inspirados por la dictadura del marketing.

La novela es la peor novela que he leído en años y mira que leo truños que me envían agentes, autores y editoriales. La novela es peor que 50 sombras, de aquí a Lima, peor que algunos libros que he escrito yo. La trama policíaca se encuentra en cualquier telefilm de sábado por la tarde. Es una novela para pijas que se sonrojan cuando escuchan la palabra "lefa" en la mesa de al lado.

Leerán reseñas maravillosas sobre la novela. Están mintiendo como bellacos. A mí no me pagan por reseñar y, por esa razón, estoy siendo más sincero que nunca. No quiero escribir más sobre este producto. No llega ni de lejos a ese magnífico relato de Elizabeth McNeill, Nueve semanas y media. Nunca había escrito tan mal y tan poco de una novela. Lo siento.

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