Los recuerdos son de agua
La pérdida y ausencia de recuerdos se convierte en un llanto silencioso llamado Alzheimer.
En este momento, hoy es ya.
¿Por qué el lugar de esta realidad se convierte en la última parada?
Me asomo al espejo y de repente cae un aguacero, un repentino llanto que refleja imperceptibles pérdidas de memoria. Mis ojos delatan una mirada vacía de vida. Para ellos, la memoria es una obligación, un deber. Para mi, una fugaz identificación.
¿Hay que recordar para ser feliz?
Creo que el invierno es la estación de los malentendidos. El tiempo está confuso y en mi casa todo está desenfocado.
Soy víctima del Alzheimer pero mantengo vivas mis emociones. Sé que hace un tiempo cedí mis recuerdos pero el corazón no olvida. Yo no sufro ni entristezco. Mi familia es la principal enferma. La herida del profundo dolor, de la súbita ausencia les perfora las entrañas. Sufren del silencio pero no saben que la última palabra tiene razones que la lengua ignora. @mundiario