Ligar con un madurito te hará perder la cabeza sin que nadie te lo note

L'amant, Jean Jacques Annaud.
L'amant, de Jean Jacques Annaud.

Las cuestiones de dos personas son confidenciales, pero el amor es libre. Así que has conocido gente nueva y nadie despierta tu curiosidad… ¡Aprende de tus mayores! Y fíjate en los detalles.

Ligar con un madurito te hará perder la cabeza sin que nadie te lo note

Las cuestiones de dos personas son confidenciales, pero el amor es libre. Así que has conocido gente nueva y nadie despierta tu curiosidad… ¡Aprende de tus mayores! Y fíjate en los detalles.

He constatado que un hombre solo siempre busca compañía. Aunque desconozcas su experiencia, los rasgos de su cara te explican una historia, sus manos se harán fuertes para sostenerte. Si le dejas, entenderá; si no, nunca lo sabrás. La soledad de un hombre lo define como una presa fácil hasta el punto de que dejará que lo atrapes a tu antojo. Desvalido y necesitado, si bien se había acostumbrado a una vida rutinaria, te dará el peligro que necesitabas.

¿Cómo hablar cuando las palabras duelen? Cuando una discusión te hizo arder, si tu mano incendió su mejilla. No quisieron verse nunca más, todo tuvo un precio. Ella se aprovechó  de sus sentimientos y le hizo daño, ahora él aprovecha todas las oportunidades. Tú siempre has querido alguien fiel y sin embargo no te fías de él. ¡Nunca es tarde para empezar a conocerse! Al principio es callado y te lo dice todo con los ojos, señala sus objetivos. Sabes que le tendrás cuando quieras, pero pones a prueba su buen gusto. No sabes, con tanto lujo, si lo estás volviendo loco o si es su último año de vida. Por eso, al principio, le compadeces; se sincera, piensas que necesita a su madre. Luego te vas acostumbrando a ser consentida: imagina con qué consideración será en la cama.

Así que, para el hombre, el sexo es una debilidad. Y vaya si no le busca remedio… Somos conscientes de que necesitan aliviar ese estrés de animalillo confuso a todas horas, de modo que podemos atarlos a nuestros deseos.

Curiosamente, la mujer promiscua está mal vista aunque sea remunerada; ellos obran el sexo en nosotras, ellos hacen la guerra… Ellos cuentan la batalla. Asimismo, su lucha de género consiste en dominarnos. Nunca le llames maricón, a él le parecen cosas de hombres…

Con el tiempo, descubrirás sus manías: oirás lo jamás contado. Si él se quiere acostumbrar a ti, tú le estás descubriendo. Es como si ya hubiera superado sus siete vidas, reencarnado en alguien responsable, y convertido a tu religión. Esas manías le hacen interesante, te dan tu espacio. Sus traumas te parecen una chiquillada a pesar de que eres mucho más joven.

Tienes clase, él te viste, te acostumbras. Te necesita para siempre y eso agobia un poco, pero siempre te deja verte con tus amigas. Ellas empiezan a detestarlo… Se las has presentado y las escuchó, por eso se siente seguro. Es un integrista del amor, confía en ti por encima de todas sus firmas.

Te has convertido en un objeto, pero te gusta. Tiene detalles que hacen magia en tu piel, te hace sentir especial. ¿Por qué no ser un vistoso objeto? ¿Es delito dejarse querer así? La ética de la relación es ajena a vosotros. No os habéis enterado de que estáis dando que hablar.

Sólo has sabido de su otra mujer por casualidad y has llegado a odiarla. Sus cuchillos en la mirada, su carcajada estrepitosa. Fue un momento en que te figuraste una vida. Crees haber entendido que aquello fue un infierno, tanto que parece que ha vuelto a empezar. Pero tu marido está deprimido y has de darle consuelo… Aunque no lo aparente, es muy sentimental. Se pasa horas hablándote de madrugada, te llama cuando no está. Se preocupa por ti. Es un gran hombre, lo ha dado todo por ti. No te arrepientes de tu decisión, pero él cree que te ha elegido a ti.

Algún día, estás ojeando una revista y él reparando el mobiliario de casa. Miras de reojo vuestras fotos en la mesilla… Los aparejos hacen ruido, pero lo que te asusta es que, de repente, él se pone a maldecir. Le llamas la atención porque no es para ponerse así, a lo que él te insulta inesperadamente. No habiendo discusión posible, sabes lo que tienes que hacer y es largarte. Entonces él se queda llorando como un niño.

Así es que todo amor es un trauma. El deseo nos lleva por caminos sin retorno, en que la disyuntiva son placer u orgullo. Sin embargo, te puede completar el sexo más que la amistad; presumimos de conocer a otros, ambicionamos un revolcón. El sexo queda registrado en las emociones. Es imposible no sentir. A cada paso, yendo por la soledad, alguien aparece y algo descubrirás. Esa experiencia del derrotado es la que mueve el mundo, es el amor verdadero, es la fe con que se siguen intentando cosas. Porque los vencidos lo sienten, los vencedores van a por todas a cualquier precio. Te compran, te tratan, te invitan. Das vueltas por la vida hasta enamorarte: para ello no hay contrato. Y es que el amor, siendo legal, es clandestino. El sexo quema, somos fuego a veces, otras agua, una sucesión de elementos desordenados y enfrentados.

Ese hombre es fuerte como un roble. No hay viento que lo tumbe cada otoño. Te has posado en él como una mariposa y apenas estremeciste una de sus hojas. Llevas su néctar en los labios, cuya ley natural te matará por golosa. Es decir, delicada, intentarás otra oportunidad pero los colores del sol, efímeros en una lágrima, se irán con tu lozanía. Ya no querrás un amor de verano… ¿Amor? ¿Qué es el amor?
 

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