Princesa Letizia: La mayoría de los españoles ya no besa manos esquivas

Según cuenta El Semanal Digital, parece que, paradójicamente, la relación entre la Princesa (periodista) y sus compañeros de profesión no atraviesa por un buen momento. La tensión comienza a hacerse evidente. Sin ir más lejos, levantó ampollas la actitud de Letizia en la recepción previa a la misa de entronización del Papa Francisco.
Leticia quiere tener los privilegios de princesa, la ambición de llegar a ser reina pero ser un número, tilde o punto en la tierra, mientras cierra pubs para divertirse con las colegas o se larga a sus aposentos cuando le tocan la peineta las homilías o le entra el sopor después de tanto fandango o juerga.
Ha debido pensar que por su retocada cara quirófano "manos de prestidigitador", que atusando su melena y vistiendo esos estupendos diseños de Caprile, el ciudadano iba a caer rendido ante sus encantos y soberbios gestos.
Pues no, señora, la mayoría de los españoles ya no hinca las rodillas, ni besa manos esquivas, y mucho menos está dispuesto a que su dinero no sea rentable como lo manda le ley, hacienda y la Santa Madre Iglesia.
Creo que su alteza no se ha enterado tampoco -y digo tampoco porque últimamente tengo la impresión de que tanto la realeza, como la clase política vive o en Saturno o han tenido una regresión umbilical a la Edad Media- de que el abanico de inversión del presupuesto de la Casa Real es inmenso, es decir, en vez de pagar los viajes reales, furtivos o no, en lugar de destinar esa ingente cantidad para mantener a la familia real, a la que cualquier día vemos sumadas las ovejas de la abuela de la tía de los Rocasolano, lo podríamos destinar a la ciencia, a sanidad, educación... ¿O no?