Lecciones urgentes tras el accidente ferroviario de Santiago de Compostela

Uno de los vagones destrozados.
Uno de los vagones destrozados.

Con o sin intervención del maquinista, ¿puede un tren de última generación circular a 180 km/h en una curva limitada a 80 km/h? Algo grave falla en el sistema de seguridad.

Lecciones urgentes tras el accidente ferroviario de Santiago de Compostela

Presidentes, ministras y conselleiros vestidos de luto y con la cara compungida elogian el “extraordinario comportamiento” de médicos, policías, jueces, bomberos, funcionarios y servidores públicos. Son los mismos funcionarios a los que lleváis cuatro años despidiendo, recortando sueldos, plantillas, privatizando y degradando la función pública. Estas tristes circunstancias muestran el verdadero valor de servicios y servidores públicos tantas veces insultados y denostados. Médicos en paro que acuden voluntarios a urgencias, bomberos que abandonan la huelga y se suman a la tarea. Menos elogios hipócritas de boca de los mismos que les recortan y más respeto.

Con o sin intervención del maquinista, ¿puede un tren de última generación circular a 180 km/h en una curva limitada a 80 km/h? Algo grave falla en el sistema de seguridad de esos Alviaultramodernos. El fallo humano siempre es posible, pero ¿no hay otros dispositivos de control, freno automático, alerta…? Altos responsables de Renfe y Fomento, pasados y presentes, deben dar serias explicaciones a los ciudadanos y a los jueces. Menos vender la moto del AVE y más trenes de cercanías, adecuados al territorio y a las necesidades reales de la población gallega.

Las redes sociales, las invasoras redes que abusan y acosan, mostraron anoche su mejor condición. Leí un par de estúpidas excepciones; el resto ha sido un comportamiento solidario, ejemplar, voluntario, espontáneo. Esos ciudadanos ejemplares con que ahora se llenan la boca los políticos de turno, son estudiantes sin beca, parados, afectados por las preferentes... La ciudadanía es adulta y madura; no necesita pastores ni tutelas para hacer lo que debe: ayudar, socorrer, evacuar pacíficamente el Obradoiro, donar sangre, apagar el móvil para desaturar la red, abrir la wifi. Ser compasivos, acompañar a los afectados en respetuoso abrazo y silencio. El luto se llora por dentro.

Cuando ocurre una tragedia como esta de Santiago, imagino que los creyentes tendrán, como decía Carnicer, “el consuelo de la fe”. Los demás nos preguntamos, ¿dónde está en esos momentos ese dios omnisciente y omnipotente, que todo lo ve y todo lo puede? ¡Ah, que no se mete en estas menudencias…! Los jueves, milagro; y ayer era miércoles.

La tragedia: para sentir hondo no hacen falta palabras exageradas. Mejor la sencillez: la realidad es un espejo que nos pone los pies en la tierra. No necesitamos el último AVE y el mejor aeropuerto para ser un poco más felices: no necesitamos un país a 180 km/h gobernado por insconscientes. La crisis, Bárcenas, Urdangarín y los EREs de Griñán vistos en perspectiva son asuntos a los que hemos dedicado ya demasiado tiempo. La tragedia nos deja una lección: es tiempo de ocuparse de las cosas importantes. Como los que murieron anoche sin cita previa, todos estamos de paso.

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