Lanza a favor de la labor de los cuerpos de seguridad del Estado frente a la violencia de género

Policía. / Pixabay
Policía. / Pixabay

A lo largo de la historia el papel de la mujer resultó y resulta ser primordial para librar la paz ante sucesos bélicos de nuestro pasado y presente más inmediato. En nuestras manos está ofrecer al futuro poder político, la oportunidad de cuidar de nuestra sociedad, luchando desde una igualdad real.

Lanza a favor de la labor de los cuerpos de seguridad del Estado frente a la violencia de género

Como todos los años hacemos una parada a la reflexión con la intención de encontrar el punto en que la figura de la mujer está situada, ha avanzado o no, en igualdad de género desde las distintas perspectivas, ya sea económica, social, política, familiar, entre otras. Sin embargo, este año, llama especialmente la atención que continuamos en la cola de la representatividad en el marco macro-económico, por no decir el político, o el desequilibrio salarial.

Lo que no nos cabe duda, es el paso que hemos dado en materia para erradicar la violencia de género. Tenemos que romper una lanza a favor de la labor meritoria que desempeñan los cuerpos de seguridad del estado cuando una mujer se encuentra en situación de acoso y violencia, ya sea contemplada desde el punto de vista psicológico, físico, o en ocasiones ambas.

La mujer llega desorientada solicitando ayuda, consejo, porque no sabe qué hacer ante esta vivencia desagradable que, en la mayoría de los casos, afecta no sólo a la mujer, sino al ámbito familiar. Los efectos que produce una situación de violencia de género desde el punto de vista psicológico, empañan el día a día de la persona que lo sufre. No quiere contar nada a nadie porque confunde el amor con el maltrato. La mujer asume los momentos positivos vividos con el maltratador para obtener la razón de su capacidad de aguante, consciente en ocasiones, de que la relación no es normal, se ampara ante su agresor evitando el contacto con sus amistades, familiares y entorno laboral.

Nadie puede entenderla. Es capaz de perdonar a su maltratador, tras una sentencia, imaginando que pueda cambiar. Sin embargo, obtiene el efecto contrario, el maltratador en definitiva, se recrea, se siente grande ante la tristeza y los malos momentos que padece, o le hace padecer a su víctima para sentirse grande.

El papel que ejercen las fuerzas de seguridad del Estado son primordiales para que la víctima de violencia de género no recule ante la denuncia, ni se sienta culpable de una decisión que debe ser tomada sin ninguna duda, y aun así, siempre se sienten las dudas por pena, miedo o terror.

Desde el punto de vista político, las organizaciones democráticas están apostando por erradicar este mal del siglo XX y XXI, empero, el renacimiento de la ultraderecha europea pone en riesgo toda la labor, empeño y aprobaciones de normativas que regulan el crecimiento de mayores víctimas muertas a manos de sus verdugos.

En España, los resultados electorales obtenidos en las pasadas elecciones en Andalucía, va a suponer un retroceso en esta materia, de hecho, hemos comprobado cómo estos partidos de la derecha están abanderado el tema tratándolo con términos que suavizan el contenido desde el punto de vista semántico. Realmente, a la mujer maltratada le importa que sus gobiernos las amparen ante estos hechos inhumanos, y cualquier partido que reniegue de esta realidad, está atentando contra los derechos humanos que recoge nuestra constitución española.

Resulta curioso oír a algún maltratador reconocer que votarán ciertas siglas que tratan el maltrato como igualdad entre los sexos, cuando verdaderamente el número de víctimas en el 98% de los casos son mujeres y niñas, por lo tanto, estas cifras debe escandalizar a quienes desean derogar las normativas vigentes que amparan los derechos de las mujeres en esta situación, que desde la perspectiva lingüística no es acertado referirse como “en riesgo de exclusión social”, ya que, un alto porcentaje de las que la padecen son mujeres, si bien es cierto que se ven excluidas forzosamente por sus maltratadores, cada vez más, el perfil se extiende a mujeres con carreras, bien posicionadas dentro de su ámbito laboral, o con perfil empresarial, por lo tanto, la exclusión social debe entenderse en el sentido de no relacionarse con lo que las rodea, que en definitiva, es lo que provoca la satisfacción de su agresor.

Como cada año, terminamos afirmando que nos queda mucho camino por recorrer, pero este año, quiero terminar mi reflexión instando a la sociedad civil, a esas familias que tienen hijos, nietas, sobrinos, para que reconsideren que nadie, insisto nadie, está exento de padecer esta lacra social como es el maltrato.

A lo largo de la historia el papel de la mujer resultó y resulta ser primordial para librar la paz ante sucesos bélicos de nuestro pasado y presente más inmediato. En nuestras manos está ofrecer al futuro poder político, la oportunidad de cuidar de nuestra sociedad, luchando desde una igualdad real, o bien dando pasos hacia atrás sin posibilitar ser libres y amparadas por el estado de derecho. @mundiario

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