La táctica de los viejos ultramarinos o cómo reinventarse contra la crisis

Los clásicos ultramarinos son/eran especialistas en la diversidad.
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Los ultramarinos son especialistas en la diversidad. No debemos confundirlos con los supermercados actuales, alerta este periodista y escritor en su nuevo artículo para MUNDIARIO.
La táctica de los viejos ultramarinos o cómo reinventarse contra la crisis

Hoy quedan realmente muy pocos. Pero deberíamos volver a ellos. A la táctica de las tiendas de ultramarinos. Su sistema de negocio se antoja aprovechable en este desconcierto de la crisis, sobre todo cuando hablamos de emprendimiento individual. La crisis ha derribado grandes certezas y hace surgir, por otro lado, viejas estrategias. Como la del ultramarinos.

Los ultramarinos son especialistas en la diversidad. No debemos confundirlos con los supermercados actuales. Los supermercados son dispersos y su oferta es horizontal. Los ultramarinos, por el contrario, contaban con tres o cuatro espacios bien diferenciados, a veces incluso con mostradores distintos; en cada uno de ellos alcanzaban un alto grado de especialización, con clientela propia, pero caja común, y siempre ofrecían, de una manera accesible, algo que no se podía encontrar en ningún otro lugar.

Uno de los espacios, por ejemplo, lo ocupaba la gastronomía (la perecedera y la otra: todo ese mundo exótico de los ahumados, de los escabeches o de las especias). Otro espacio del local estaba orientado a lo que hoy en día sería ferretería (selectiva y práctica, con poco stock, destinada a buscar arreglo rápido ante cualquier imprevisto). En otro, bebidas a granel que se podían consumir in situ: o sea, teníamos también bar, y televisor. Y según las habilidades o capacidades de cada propietario, los ultramarinos podían especializarse en una cuarta o quinta función (que podría ser de lo más singular o exótico: desde ofertar quesos de importación hasta cuerdas de todos los diámetros, como era el caso de uno próximo a mi casa luguesa en los años ochenta).

La táctica del ultramarinos era/es, por consiguiente, la multifunción, la transversalidad, la especialidad en lo diverso, como decíamos. En una situación de emergencia como la que ahora estamos a vivir, este resulta un espejo posible al que mirar. Se trata de combatir la precariedad laboral como hicieron ellos: tocando varios palos, diversificando.

Lo que parece evidente es que los especialistas unívocos, esos que lo controlan todo pero de una sola cosa, y que fuera de ella quedan atascados, no parecen resolver las demandas de nuestro actual mercado laboral. Estamos en “economía de guerra” y eso requiere nuevas/viejas tácticas de combate profesional.

La táctica de los ultramarinos exige, evidentemente, un despliegue físico y mental. No es nada fácil. Es como montar minitiendas dentro de la cabeza de uno. A lo mejor tampoco da resultado. Pero mientras no escampe no hay otra que la prueba del ensayo y el error.

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