La crisis también nos "roba" la belleza: Miss España, en concurso de acreedores

D'oh Boy (Mark Holloway) vía Compfight.
Estos días nos ha sorprendido, o quizás no tanto, la noticia de la solicitud de concurso voluntario de acreedores presentada por la organización del Certamen de Miss España.
La crisis también nos "roba" la belleza: Miss España, en concurso de acreedores

Estos días nos ha sorprendido, o quizás no tanto, la noticia de la solicitud de concurso voluntario de acreedores presentada por la organización del Certamen de Miss España, quizás no tanto porque de unas cuantas ediciones a esta parte, la decadencia de su reputación no es secreto… qué lejos han quedado aquellos años de gloria en que las misses eran musas y auténticas socialités de renombre, personalidades de culto a las que se les concedía el valioso sueño de poner a los pies de sus talentos la oportunidad de brillar.

Frescas flores con más o menos muebles, que en aquellos tiempos eran cuidadas con honores. Como seguidora del certamen desde siempre e incluso hacedora de apuestas en lo que era para mí todo un ritual anual, rememoro  con cierta nostalgia algunas de las ediciones más “alegóricas”, recuerdo cuando atiné el nombre de Mª José Suárez al minuto tres de la gala y evoco a personalidades de gran prestigio, como mis admiradísimos Luis María Ansón o Javier de Montini, quienes vestían de empaque a la celebración, brindándose a apadrinar con sumo cariño y elegancia aquel desfile de diamantes en bruto que postulaban al cielo de la inmortalidad.

Sin  remontarnos al esplendor de sus inicios en los años sesenta cuando las reinas de belleza eran respetadas como verdaderas celebridades, nombres más recientes como el de Lorena Bernal o María Reyes, por citar algunas de mis favoritas, apuraron con inteligencia sus reinados que les sirvieron de plataforma para darse a conocer en sus respectivas facetas como actriz de televisión la primera y en las pasarelas internacionales más relevantes, la segunda.

De desigual notoriedad gozan en los últimos tiempos, cuando apenas se les ha dado proyección a las últimas victorias, tal ha sido la carencia de promoción nacional, que la vigente reina, ni corta ni perezosa, ha tenido que auparse con pericia bajo el ala del mismísimo Donald Trump con la misión de lograr acceso al concurso en su versión internacional.

Aquejado de un profundo desprestigio en nuestras fronteras, crónica de una muerte anunciada para algunos que ven en él, un evento anacrónico e improcedente, en las antípodas del concepto de modernidad e igualdad que todos indiscutiblemente amparamos y al que sin embargo no lesiona si le concedemos el sentido liviano que procura, sin más pretensiones, amable desde un punto de vista estético y libre a todas luces.

Es la quiebra de una tradición, que no ha burlado los efectos de esta crisis feroz, que desde un punto de vista jurídico, ha avocado a la entidad organizadora del Certamen  a una ejecución generalizada de todos sus haberes si no hay acuerdo solutorio con sus acreedores que lo impida.

El mismísimo Boletín Oficial del Estado  pone el broche final a una fiesta venida a menos a la que invitaría a reinventarse y no morir. @mundiario

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