La corrupción en España da pie para imaginar un país de malvados de cómic

En la España de la corrupción, la línea que separa la realidad de la ficción es casi invisible y no es un secreto para nadie. Ambos estados se entrecruzan a menudo en nuestras vidas, como si nada.
La corrupción en España da pie para imaginar un país de malvados de cómic

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La ciudadanía reclama justicia / Fotomovimiento via Compfight 

Que la línea que separa la ficción de la realidad es casi invisible no es un secreto para nadie. Ambos estados se entrecruzan a menudo en nuestras vidas, de tal manera que somos incapaces de discernir en qué mundo nos encontramos: si en el inaprensible o en el auténtico. No hace falta más que abrir un periódico y leer las noticias, para entrar en un estado de semiinconsciencia, cercano a la alucinación transitoria. De hecho, a poco que uno ponga la oreja en la barra de una cafetería, se dará cuenta de las exclamaciones que articula el personal cada vez que voltea una hoja, entre sorbo y sorbo de café: como si en vez del periódico, se estuviera leyendo una novela de Julio Verne.

Quiere esto decir que los Urdangarines, los Bárcenas y toda la retahíla de  políticos de medio pelo que se han cargado la credibilidad de este país y abusado de la ciudadanía, con sus artimañas de malvados de cómic, han cruzado los límites de la realidad que nosotros habitamos, para pasar a otra dimensión imposible de alcanzar.

Pero no hay que desesperar, porque el camino a la inversa existe. Si no que se lo pregunten a un delincuente de Gran Bretaña que estaba en busca y captura por robo y fraude y que fue entregado, hace unos días, en la comisaría, por un individuo vestido de Batman. O a Triki, el monstruo de las galletas, que reivindicó un donativo para un hospital infantil, si una empresa de Hanóver (Alemania) deseaba recuperar una valiosa galleta que adornaba su fachada. Visto que en España todo sigue igual y la justicia parece incapaz de impartir mano dura, si cruzamos los dedos, y lo deseamos con mucha fuerza, es posible que, en breve, atisbemos en el horizonte la capa roja de Superman, los músculos de Hulk o las orejas de Catwoman. Eso sí, que sea pronto, por favor.

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