Julia Gil, escritora canaria, dedica su nuevo libro de poemas a su nieto Bruno

Julia Gil, poeta canaria . / Francisco Puñal Suárez
Julia Gil, poeta canaria . / Francisco Puñal Suárez

Los temas más diversos son abordados en sus libros, desde temas autobiográficos, paisajes evocadores de la infancia,  cantos  contra la guerra, y a favor de los inmigrantes.

Julia Gil, escritora canaria, dedica su nuevo libro de poemas a su nieto Bruno

Julia Gil López http://www.juliagil.es/ anhela un mundo feliz. Catedrática de Instituto, de Literatura y Lengua Española, desde hace años jubilada, es una escritora canaria llena de humanidad, que con sus poemas, de aparente sencillez, pero con un discurso sugerente y mágico, aborda recuerdos y situaciones diarias, algunas dramáticas como la de los inmigrantes que llegan en pateras a Islas Canarias, con sensibilidad y un lenguaje cotidiano lleno de evocaciones.

Activista social y solidaria con las causas justas, Julia, con sus obras,  ratifica la fuerza de las palabras escritas. Admiradora del estilo de  autores como Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, César Vallejo, Walt Whitman, y García Lorca, ella pronto verá la edición de  un nuevo libro  suyo,  por la editorial  Nace, dedicado a su nieto Bruno. MUNDIARIO ha tenido la oportunidad de conversar con ella en Santa Cruz de Tenerife.

 — ¿Cómo surgió tu interés por la lectura y escritura?

— Mi padre no quiso que yo fuera a la escuela franquista. Él fue mi maestro desde los cinco hasta los diez años, cuando ya ingresé en el Instituto para hacer el Bachillerato de entonces. También me leía poemas de “Las mil mejores poesías de la lengua castellana” y de “Antología de la Poesía Española” de Gerardo Diego. Y me regaló las “Leyendas de Bécquer”.

 — ¿Qué importancia debe ocupar la literatura en la sociedad?

— La literatura, como todas las actividades culturales, es muy importante para la sociedad. Yo creo que la cultura, por lo general, hace a los seres humanos más humanos y yo diría que también puede hacerlos más felices.

 — Tu actividad docente como profesora de literatura ¿ha sido un estímulo en tu carrera como escritora?

— Mi actividad docente en las Islas Canarias, (una docencia antiautoritaria) ha sido para mí, media vida. La otra media ha sido mi familia (desde mis padres a mis hijos), mis amigas/os y en largas temporadas, mi activismo social.

Desde jovencita me gustaba escribir y mis profesores me animaban. Pero luego prácticamente no tuve tiempo, salvo en momentos puntuales. Tanto la docencia como la maternidad son muy absorbentes. Por eso ya estaba pensando en jubilarme cuando empecé a dedicarme a escribir con bastante empeño.

Aun así, seguro que mis cuarenta y cinco años de docencia habrán influido mucho en mi tardía afición por la escritura.

— En tu obra se destacan poemarios, relatos, y hasta una novela… ¿cuál es la esencia de tu obra? ¿qué temas abordas?

— La lista de mis libros publicados es la siguiente:

1999: Tiempo de Pasión. Tiempo de Destrucción.  (Teología liberal. Contra la guerra)

2000: Grabados en mi infancia. (Autobiográfico. Sobre mi infancia en el Puertito de Güimar y Candelaria)

2003: Vuelo, posada, remanso. (Autobiográfico. Viajes de ida y vuelta)

2004: De olvidos y de existencia. (Contra el maltrato a los inmigrantes .  Pateras)

2005: Ciudad de espumas. (Puerto de la Cruz y su mar)

2006: Como tú eres así (novela).

2009: Ruta de las setas. (Sobre el entorno. Paisajes y sentimientos diversos)

2010: Once trapecios al trasluz (relatos)

2011: Remando travesía hacia la paz. (Palestina, Sahara)

2012: La Niña y Yo                             La infancia y yo.

2016: Simbiosis con Bruno 

Podría decirse que en los nueve primeros hay un 40% de vivencias, recuerdos o reflexiones autobiográficas y otro 40% de clamor contra la guerra y el aplastamiento de los pueblos. Y los dos últimos (20%) fluyen en amor, refugio y esperanza con la primera infancia        

Yo no pude tener esa relación con mis abuelas/os, ni vivirlo a mi alrededor. He tenido la suerte de sentirlo con mi nieta pequeña y unos años después con mi nietito.

— Háblame de tu proceso creativo ¿es fácil convertir la materia vivida en imágenes poéticas?

— ¿Mi proceso creativo? Supongo que consiste en expresar lo que quiero y siento, recurriendo a todos los recursos oportunos que ofrece nuestra lengua, empezando por la musicalidad, aunque sin rimas.

¿Convertir lo vivido en imágenes poéticas? Éstas pueden ser muy hermosas, pero los mensajes, los significados que se suponen que querrán expresar, deben llegan al receptor. Por ejemplo, a mí me gustaba mucho la poesía que escribía Caballero Bonald hace veinte o treinta años. Recuerdo que me encantó un poema suyo que habían puesto en el metro de Madrid. El otro día me compré su último libro porque leí una reseña laudatoria en el periódico. Todo eran imágenes poéticas bien enlazadas y fluyendo en una cierta musicalidad. Pero yo, la verdad, no me enteraba de lo que estaba transmitiendo, así que lo dejé. No me atrae esa poesía.

— Tu libro De olvidos y de existencia, editado en el 2004, sobre el hambre y la situación de los inmigrantes que llegan en pateras a las Islas Canarias,  tiene una vigencia total en estos momentos que Europa da la espalda a los refugiados sirios….

— Cuando yo escribí ese libro llegaban al archipiélago canario cientos de pateras de África, con personas que huían de una situación desastrosa, y buscaban un mundo mejor en Europa. Ahora vamos de mal en peor. Todo se desencadenó con la guerra ilegal contra Irak. Es una vergüenza lo que está sucediendo actualmente con los refugiados sirios que huyen de la guerra.  Europa no busca solución a este conflicto y viola normas internacionales de asilo y de ayuda a estas personas en un flagrante desprecio a los derechos humanos. La imagen de niños ahogados y sus familiares en las costas es dantesca.

Nada mejor que cerrar esta entrevista con el poema número XVI del libro De olvidos y de existencia, en el que Julia es la voz de un inmigrante…

He perdido mis montañas mágicas

mis lagos misteriosos

mis cálidos mamíferos

y hasta mis fieras.

Y todos ellos me han perdido a mi.

He desaparecido de mis padres dolientes

hermanos agotados

mujeres tristes parcheando penas

niños de alas heridas.

Ellos también se me esfumaron

En polvaredas de distancia.

Al menos en la prisión tenía un número.

Crecían unas matas

y algún olivo tras de los barrotes.

Bajo estos plásticos ardientes

crecen las hortalizas

pero mi nombre ya no lo recuerdo.

Puedo morir en este instante

pero no muero porque ya no existo.

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