Juguetes que marcan nuestra infancia

Un bebé.
Un bebé.

A buen seguro cualquier persona que lea este artículo, si echa la vista atrás, podrá mencionar, al menos, un juguete que le marcó de pequeño y que lo recuerda con especial cariño.

Juguetes que marcan nuestra infancia

Todos los psicólogos coinciden en que los juguetes para los niños suponen, además de una forma de entretenimiento y distracción, una herramienta clave para su desarrollo cognitivo y crecimiento. Como es lógico, los juguetes perfectos para la primera infancia será aquellos que les estimulen y les ayuden a conocer el mundo. La mejor manera de aprender es divirtiéndose, por lo que los padres han de ser muy conscientes de este hecho y servirse de los juguetes porque los niños, sobretodo hasta los 6 años de edad, son verdaderas esponjas que asimilan todo con mucha rapidez. 

A buen seguro cualquier persona que lea este artículo, si echa la vista atrás, podrá mencionar, al menos, un juguete que le marcó de pequeño y que lo recuerda con especial cariño. Es tarea de los padres regalar ese recuerdo a sus hijos. Al igual que, a cada edad le corresponde un tipo de juguete, también pasa que hay que estar muy atentos a los intereses que muestra el más pequeño con el fin de potenciarlos y desarrollarlos. 

Durante los primeros seis meses de vida los juguetes más recomendados son aquellos que estimulan sus sentidos: con diferentes colores, sonidos, texturas... Pero, por encima de todo, lo que más demandará el bebé es el contacto humano. Es fundamental que los padres se impliquen con él. 

A partir del séptimo mes, y hasta el año y medio, es la etapa perfecta para que el menor tenga juguetes que le ayuden a entender mejor el concepto 'espacio' y su coordinación. Algunos de los más clásicos son los apilables o los de encajar piezas de acuerdo a sus formas. 

Entre el año y medio y los tres años los niños empiezan a mostrar, claramente, sus preferencias y es un momento perfecto para seguir desarrollando su inteligencia a través de juguetes de construcción, puzzles, juegos de memoria, de animales o libros. Empezarán a ver reforzada su motricidad, sus capacidades de asociación y coordinación y desarrollarán la memoria y el vocabulario. 

Por supuesto, siempre hay que elegir aquellos que no puedan resultar perjudiciales para ellos. Se suele seguir una regla muy sencilla: cuanto más pequeño es el niño, mayor es el juguete, ya que ellos siempre tienden a llevarse todo a la boca como una manera más de explorar el mundo que les rodea. 

Jugar es divertirse 

Si bien es cierto que, a través de los juguetes, los niños aprenden y crecen, también lo es el hecho de que no hay que forzarles a aprender ciertas cosas o en un cierto tiempo determinado porque, cada niño, es distinto. 

El objetivo principal de cualquier juguete es que el menor se divierta. Por supuesto, mejor que mejor, si aprende algo entre tanto, pero también tienen que ser como una vía de escape donde poder relajarse, divertirse con otros niños y explorar. Y, el mismo desarrollo y conocimiento, conlleva el tropezar en el camino. 

Aunque los estereotipos están cada vez más erradicados aún quedan personas que establecen diferencias por sexos y esto no es nada aconsejable según los psicólogos. Los menores tienen que poder elegir con qué quieren jugar (igual si una niña quiere jugar con un camión o un niño con una muñeca) Es una manera, además, de eliminar prejuicios desde bien pequeños. 

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