Los jóvenes alzan su voz para pedir a los políticos mejor educación y trabajo

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Los jóvenes hablan a los políticos.

Una generación con mucha capacidad, pero a la que la situación actual apenas concede muchas posibilidades de realizarse. Así lo explica este autor en MUNDIARIO.

Los jóvenes alzan su voz para pedir a los políticos mejor educación y trabajo

El pasado jueves 17 de marzo los jóvenes alzaron su voz para decirles a los políticos cuales eran sus sueños y deseos. Sueños, que se han roto porque muchos de ellos ni tienen medios para estudiar, ni pueden encontrar trabajo y, en las circunstancias actuales, nadie les deja hacerlo ni tienen posibilidades. Esta generación de jóvenes, denominada «Ninini», expuso claramente en el Auditorio CaixaForum Madrid ante los partidos políticos de derecha e izquierda sus reivindicaciones y sentimientos para que, por fin, fueran escuchados. La jornada fue organizada por La Fundación porCausa y el Consejo de la Juventud de España, con el apoyo de la Obra Social «La Caixa». En ella se difundieron los resultados del proyecto «Sueños Rotos». Un trabajo de investigación y periodismo que muestra la situación de la población joven de 16 a 30 años que, estando llamada a sacar al país adelante, no puede hacerlo porque las condiciones actuales derivadas de la crisis ha mermado notablemente sus posibilidades. El estudio también revela datos preocupantes que muestran un porcentaje notable de población juvenil en riesgo de pobreza y exclusión social.

El acto fue un memorable encuentro en el que los jóvenes hablaron y los políticos escucharon. Se comentaron los problemas actuales de la juventud española centrados en el paro, educación, emigración, precariedad y desigualdad. La jornada fue presentada por la periodista Soledad Gallego-Díaz y el debate estuvo moderado por Pilar Velasco, reportera de investigación y gran profesional de la Cadena Ser.

Los cuatro jóvenes que participaron en el debate describieron la dura realidad que estaban sufriendo y comentaron el vídeo del periodista Gabriel Pecot, que relata las duras condiciones de algunos estudiantes y de sus padres que intentan salir adelante. Personas que luchan día a día, pero que se sienten cifras de estadísticas sin posibilidades de forjarse un porvenir. Chicas como Cynthia que no pueden emanciparse ni estudiar porque no tienen medios y sus padres están ahogados económicamente, a punto de ser desahuciados.

Estos testimonios muestran la radiografía de muchachos que cuentan con mucho talento y unas enormes ganas de comerse el mundo, pero a los que la sociedad actual apenas les concede posibilidades de formarse y de acceder a trabajos que les permitan vivir y realizarse.

El debate tuvo un mensaje muy claro por parte de los cuatro participantes a la pregunta realizada por Jorge Galindo, investigador en el Departamento de Sociología de la Universidad de Ginebra: «¿Qué le pedís a los políticos?». Contestaron: «Le pedimos educación y trabajo. Una educación mejor que nos abra las posibilidades de trabajar y de ser nosotros mismos». El acto finalizó con tres chicas que cantaron a ritmo de rap feminista describiendo algunos desafíos a los que se enfrentan las mujeres.

Desde la Fundación Gestión del Conocimiento intervenimos en el debate alzando nuestra voz bien alta para pedirles a los políticos y medios de comunicación que hicieran un esfuerzo por cambiar el modelo actual. Lo expresamos bien claro para que abran sus oídos e introduzcan la innovación en la educación. No necesitamos un modelo basado en la economía en el que las personas son números, sino uno fundamentado en la Sociedad del Conocimiento, donde el centro de atención son los seres humanos. Un modelo que facilite el acceso al conocimiento a estas generaciones, en lugar de que se convierta en una mercancía que solo las personas con alto poder adquisitivo puedan obtener. Una formación que no esté basada solo en la memorización, sino que también se complemente potenciando la capacidad de los individuos para asimilar más fácilmente las nociones, intercambiar las ideas y mejorar el rendimiento en el trabajo. Una enseñanza basada en la gestión eficaz del conocimiento que centre sus esfuerzos no solamente en el «saber» sino en el «saber hacer».

Marwan, poeta y cantautor madrileño escribió en una de sus canciones más celebres: «Necesito un país que se arranque la tristeza, gente buena porque sí, corazón en la cabeza».

Estas palabras llevan toda la razón. Necesitamos un país diferente que pueda levantar el ánimo y la confianza de estos jóvenes y darles mayores oportunidades. Una sociedad que base sus decisiones no en los votos ni en las audiencias, sino en la racionalidad y el conocimiento. Una nueva sociedad que se preocupe verdaderamente de la gente y se ponga en su sitio, que reconozca el esfuerzo de todas las fundaciones y ONG y que apoye a aquellas que se dedican a la enseñanza dejándose la piel, a veces con presupuestos anuales inferiores al sueldo base de un mes para no quebrar y poder difundir sus enseñanzas de forma gratuita a quienes más lo necesitan.

A través de las conversaciones de esta jornada, hemos obtenido el compromiso de Ignacio Urquizu, diputado del PSOE por Teruel, para intervenir en la Comisión creada para temas educativos. En ella expondremos nuestras propuestas, como el proyecto Madrid Ciudad del Conocimiento que presentamos hace dos años al anterior gobierno del Ayuntamiento de Madrid, y hemos vuelto a presentar a tres representantes del actual gobierno sin que nadie se decida a abordarlo. Estaremos allí presentes no solo para poder aportar soluciones a los jóvenes, sino también a los desempleados y, en especial, a las personas mayores de cuarenta años que se han quedado sin trabajo y a las que nadie contrata. Formaremos parte de esa Comisión para decirles a los políticos que la sociedad merece ser oída y tenida en cuenta, y que tenemos que afianzar entre todos una gran transformación en el país, un cambio para promover los valores desde la infancia, difundir el conocimiento a través de metodologías avanzadas y potenciar la cultura.

Un gran cambio para que los ciudadanos no estén sometidos a la economía, sino que la economía les facilite adquirir con las máximas facilidades el conocimiento necesario, para que puedan realizarse y ser tratados con la dignidad que todo ser humano merece.

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