La intervención del psicólogo escolar en el partenariado: familia-escuela

El presente artículo tiene como objetivo sensibilizar a la sociedad sobre la importancia de la alianza familia-escuela, enfatizando los medios para que este fin sea alcanzado, así como dilucidar el trabajo del psicólogo en la institución escolar, promoviendo métodos que faciliten la construcción y rescate de esta sociedad, con el objetivo de involucrar a los padres en el proceso educativo y escolar, para que se involucren directamente en sus funciones en relación con la educación de sus hijos en el contexto escolar.
La razón radica en que la familia delega la tarea del proceso educativo a la escuela, alejándose cada vez más de su rol, siendo la participación del núcleo familiar un factor decisivo para la formación del sujeto y sus implicaciones para la sociedad.
La familia es la principal institución social, es la “célula madre” de la sociedad. Sin embargo, la familia nuclear patriarcal tradicional es cada vez más rara, porque la cultura es dinámica y, por lo tanto, siempre está en constantes transformaciones sociales, actualizaciones políticas y económicas que afectan directamente la estructura de la familia, favoreciendo el surgimiento de nuevas formas de organización familiar. Estas nuevas formas de organización, igualmente legítimas, dan lugar también a nuevas exigencias, que el psicólogo debe ser capaz de actuar a través de su formación profesional y ética.
La escuela y la familia deben estar integradas, en sintonía con la propuesta pedagógica, así como con sus intervenciones. La familia, dentro de sus condiciones, necesita participar más activamente en todos los procesos pedagógicos, y debe valorar este vínculo, no solo por obligación o conveniencia; por ejemplo, a través de “convocatorias de reuniones” y entrega de calificaciones, pero también para sugerir, opinar, cuestionar e indagar a través de la gestión escolar democrática.
Esta práctica posibilita la construcción de nuevas propuestas más adecuadas, ya que estas pueden y deben ser objeto de constante actualización, de acuerdo con el surgimiento de nuevas demandas, con repercusiones individuales y sociales en los estudiantes y en la propia institución.
Sin embargo, lo que observamos es que esta responsabilidad, que debe ser compartida, acaba delegando en última instancia sólo a la escuela, como si la enseñanza escolar pudiera manejar todas las dinámicas educativas que su nombre. Vale la pena recalcar que la explicación de esta actitud no está directamente relacionada con cuestiones económicas únicamente, ya que este comportamiento se observa tanto en escuelas públicas como privadas, así como en diferentes clases sociales. De esta forma, involucra variables como, por ejemplo, el cambio del rol de la mujer en la sociedad, la competitividad en el mercado laboral y cambios en la estructura familiar en su conjunto.
¿Cómo puede intervenir el psicólogo?
El psicólogo entra en escena como catalizador de transformaciones y agente de cambio. Por ello, el profesional de la Psicología debe ser consciente de sus atribuciones, no realizar labores que no sean de su función, así como no superponer roles. Por ejemplo, ser psicólogo y al mismo tiempo profesor en la misma institución. Su función debe ser específica, apuntando a lograr objetivos específicos relacionados con su área de especialización.
El psicólogo debe apropiarse de las cuestiones fundamentales de ese contexto escolar particular, y desde esa premisa, planificar, a través de estrategias coherentes e intervenciones pertinentes, la resolución de los impasses que se presenten en esa institución.
En este caso, la escuela y la familia deben estar integradas, en sintonía con la propuesta pedagógica, así como con sus intervenciones, y el núcleo familiar debe tener una participación activa en todos los procesos pedagógicos, y debe valorar este vínculo, no solo por obligación. o conveniencia, a través de las convocatorias y entrega de notas, pero también para sugerir, opinar, cuestionar, indagar, a través de la gestión escolar democrática, sobre la posibilidad de nuevas propuestas más adecuadas, pues estas pueden y deben ser objeto de constante actualización en de acuerdo con el surgimiento de nuevas demandas que tienen un impacto individual y social en el estudiantado.
Sin embargo, lo que observamos es que esta “responsabilidad compartida” termina por delegarse en la escuela, como si la enseñanza escolar pudiera manejar todas las dinámicas educativas que el propio nombre sugiere. Vale la pena señalar que la explicación de este fenómeno no está directamente relacionada con cuestiones económicas únicamente, ya que se encuentra tanto en escuelas públicas como privadas, así como en diferentes clases sociales, no solo tratando un tema cultural, sino involucrando variables como como, por ejemplo, el cambio del papel de la mujer en la sociedad, la competitividad en el mercado laboral y los cambios en la estructura familiar en su conjunto.
Entonces, ¿en qué medida la escuela y la familia están debidamente dilucidadas y preparadas para cumplir con la alianza propuesta anteriormente?
Su intervención debe ser asertiva, directiva y eficaz, estableciendo a través del conocimiento del trabajo de campo, el conocimiento de las carencias y carencias de esa escuela y a partir de ello, trabajando con los recursos disponibles, apropiándote de esa realidad específica y sus transformaciones, adecuando tus actividades. a la dinámica presentada.
Para ello, el psicólogo debe planificar intervenciones con el fin de apropiarse del imaginario que corre por las familias sobre las funciones y responsabilidades atribuidas a la escuela, así como dilucidar sobre el papel de la institución como facilitadora y responsable de esa alianza, visando el éxito y la mejora de la calidad de vida educativa del estudiante.
Planificar intervenciones que se apropien de la realidad de la escuela, ya que cada institución tiene sus peculiaridades, por lo tanto, no existe una metodología lista y acabada para todas las escuelas, sino intervenciones adecuadas a la realidad de cada escuela.
Intervenciones y estrategias:
1. El psicólogo debe propiciar un espacio de escucha y diálogo entre docentes, estudiantes, padres y coordinadores, en el cual se pueda crear el vínculo escuela-familia, y en este “locus” puedan participar todos los que forman el conjunto de la escuela a través de la democratización de las medidas e intervenciones a realizar. Destaco la importancia de los estudiantes, ya que normalmente no participan de las reuniones, siendo “segregados” de un contexto en el que están directamente involucrados. Evidentemente, el alumno no participará en todas las reuniones, pero creo que también es interesante crear un espacio de escucha para que se sienta implicado, motivado y responsable.
2. Promover la conciencia entre los docentes sobre la necesidad de crear un vínculo más significativo entre padres y docentes, facilitando la creación de estrategias de crianza y clarificando las dinámicas de trabajo con los estudiantes en el aula, de manera de facilitar la extensión de este trabajo en el hogar. El objetivo fundamental de esta propuesta es romper el paradigma de que los padres deben mantener contacto con la escuela únicamente en las reuniones escolares, o cuando el estudiante/niño tenga un desempeño escolar insatisfactorio, o incluso cuando exista una denuncia de conducta “inadecuada”. Sensibilizar sobre la tarea de los padres y su participación en la construcción de valores morales, principios éticos y la imposición de límites a sus hijos, promoviendo y facilitando la deconstrucción de que la tarea de educar es función exclusiva de la escuela.
3. Favorecer el cultivo de una gestión democrática y flexible en la práctica de competencias de interés social, siendo la escuela un ámbito sociocultural, tiene el deber de promover no sólo la formación científica, sino también propiciar la formación de un ciudadano cuestionador, promotor de cambios y valores esenciales para la preparación moral en la vida integrada en sociedad.
4. Trabajar preventivamente en todos los temas desde una perspectiva investigativa y empática, a través del trabajo de campo que involucre la problemática de esa institución. Así, la actuación del psicólogo escolar debe proceder preferentemente antes de que estalle el problema;
5. El psicólogo escolar no brinda psicoterapia ni realiza psicodiagnósticos dentro de la escuela. En lo que se refiere al cuidado en el ambiente escolar, identifica las dificultades y las remite a los profesionales competentes. Además, mantiene contacto con los profesionales implicados en el tratamiento extraescolar, intercambiando informes para una mejor intervención con el alumno. Este procedimiento es importante porque, en casos específicos, facilita el proceso de inclusión, promoviendo el respeto y la aceptación de las diferencias en la comunidad escolar. @mundiario