La inteligencia y la torpeza. No existe la una sin la otra...

Una taza de café derramada sobre papeles. PxHere
Una taza de café derramada sobre papeles. / PxHere
Aquel que posee una habilidad, padece al menos una torpeza. Me permito aconsejarle que si no le gustan las personas, pruebe a hablar con las piedras...
La inteligencia y la torpeza. No existe la una sin la otra...

Todo ser vivo desarrolla una inteligencia. En nuestro caso, la especie humana, la evolución de dicha inteligencia va siempre acompañada de aspectos inhibidores de la misma. Suena extraño pero es así. O sea, que a medida que desarrollamos inteligencia, potenciamos torpeza.

Como dice el Nobel en Medicina y Fisiología 2000 Eric Kandel, nuestro cerebro actúa en dos planos diferentes. Por un lado se esfuerza en su desarrollo mientras que por otro, fuerza la inhibición de dichos desarrollos. Se trata de la magnífica réplica de la Ley del Equilibrio de las bases moleculares del ADN expresada en su día por Erwin Chargaff.

Si elevamos esta premisa, podríamos concluir que una persona inteligente desarrolla a su vez, otras características opuestas a dicha inteligencia. Aquí encontramos una explicación a las limitaciones que padecemos. A veces, ese equilibro se descompensa hacia uno de los dos lados de la balanza y con ello, aparecen genios que saben de todo e ignorantes que no saben de nada.

Así mismo, dichos desequilibrios pueden desembocar en patologías que se manifiestan con una gran diversidad de episodios e intensidades y que paradójicamente se fusionan con la genialidad. Existen muchos ejemplos a lo largo de la historia en los que una patología ha facilitado una enorme expresión creativa.

¿Está la inteligencia limitada por la torpeza?

Lo cierto es que el modelo neurotransmisor que rige nuestro comportamiento no funciona en base a vectores opuestos, sino que lo hace de forma claramente combinatoria trazando todo tipo de curvas y oscilaciones. Con esto le quiero decir que la Inteligencia no se encuentra limitada por el desarrollo de la torpeza, sino que se va condicionando a medida que va asumiendo combinaciones con diferentes intensidades de otras manifestaciones mentales.

Por ello, a la vez que acumulamos conocimiento, nos vamos preparando para el olvido y a la vez que desarrollamos inteligencia, modulamos su contaminación.

Le pongo un ejemplo: una persona inteligente puede ser más o menos astuta y más o menos creativa... y viceversa. Por ello, una persona creativa también puede ser más o menos inteligente y más o menos astuta, pero lo que le aseguro es que no hablamos de la misma persona. Aquí, el orden de los factores sí altera el producto.

Ahora piense en miles de millones de posibles características combinadas y obtendrá los perfiles de la humanidad; presente, pasada y futura. Como puede observar, parece ser que el resultado de la ausencia de equilibrio (desequilibrio neuromodulador) es la liberación de habilidades y torpezas escondidas y agazapadas.

El cerebro es una unidad y solo hay uno

La mayoría de los investigadores hemos aceptado que la zonificación cerebral por áreas obedece a una configuración estructural, y que al igual que las células hepáticas poseen la orden de mantener su forma, condición y funcionalidad, las neuronas también.

Por ello, le ruego que no piense que tenemos 2 o 3 cerebros tal y como mencionó MacLean de forma más didáctica y evolutiva que biológica. De hecho, si quiere descubrir a un científico entre todo el mare magnum neuro existente en la actualidad, elija a aquel que no mencione a MacLean y su “Teoría de los 3 cerebros”.

La definición de las áreas cerebrales, en algunos casos, está justificada por la especialización celular colaborativa que desarrollan, pero en otros casos no tanto. De hecho, el modelo asociativo de nuestro sistema nervioso permite, ante ciertas eventualidades, resolver actividades en zonas supuestamente no preparadas para ello.

Esto, evidentemente, no quiere decir que uno pueda ver por las orejas ni que pueda oír a través de los ojos; pero sí que nos indica que una actividad ausente, a la vez evolutiva e inhibidora de otras actividades, permite desarrollar habilidades que nunca se hubieran desarrollado en caso de no padecer dicha disfunción.

Con esto le digo que lo cierto es que el cerebro es asociativo como cualquier otro órgano de nuestra anatomía y cualquiera de nuestras células.

Por ello, le ruego que no juzgue a las personas. Simplemente disfrute de ellas. Aquel que posee una habilidad, padece al menos una torpeza. Me permito aconsejarle que si no le gustan las personas, pruebe a hablar con las piedras. @mundiario 

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