La infobesidad: un mal que se extiende y que solo la gestión del conocimiento puede curar

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Infobesidad o sobrecarga informativa. / RR SS.
Vivimos en un mundo global en el que contamos con demasiada información, a veces sesgada, que procede de numerosos canales. En contraposición, cada vez disponemos de menor tiempo para leerla y comprenderla.
La infobesidad: un mal que se extiende y que solo la gestión del conocimiento puede curar

En la actualidad, soportamos una sobrecarga de datos, informes, noticias y opiniones que muchas veces nos impide conocer la realidad y tomar decisiones acertadas. Este problema, denominado infobesidad, cobra mayor importancia debido a la elevada competencia de las empresas que exige una capacidad resolutiva más ágil de los empleados.

Los avances tecnológicos incorporados en los últimos años deberían hacer accesible de forma más rápida la información que necesitamos, pero, lejos de ese cometido, nos llenan de numerosos contenidos que no aportan mucha utilidad. El verdadero problema de la infobesidad no es tener mucha información, sino que una gran proporción de la que se distribuye y está disponible a través de los diferentes canales de comunicación no es exacta, se encuentra sesgada, incompleta o es difícil de entender.

Las redes sociales han agravado más este problema debido a la tendencia de los usuarios de publicar contenidos que resulten interesantes para captar seguidores y a la estrategia de las propias redes de propiciar la interacción en ellas mediante el envío de mensajes que estimulan la comunicación. Todos nuestros movimientos son analizados en ellas para conocer nuestros gustos, formas de pensar y preferencias y ofrecernos lo que deseamos. Esto ha provocado que estemos mucho tiempo conectados y que procesemos de forma mucho más lenta una información que muchas veces no está muy contrastada.

En España, uno de los graves problemas que existen relacionado con la infobesidad es la falta de preparación para extraer de la información los conocimientos clave que nos hacen falta. No sabemos diferenciar la información del conocimiento, no hemos aprendido a identificar ni organizar los conocimientos críticos, no sabemos evaluar la calidad de las nociones que intercambiamos, y no se aplican en la mayoría de las empresas metodologías para administrar el conocimiento de forma práctica y saber difundirlo, intercambiarlo y retenerlo. Gran cantidad de la información que se transmite no se entiende porque no se aplican reglas ni técnicas para facilitar asimilarlo de forma sencilla.

Muchos de los conocimientos clave que se requieren en una empresa son tácitos y no se encuentran registrados en documentos ni en archivos electrónicos. Por más información que se recopile, no se obtienen soluciones ante determinados problemas o nuevos desafíos. Es necesario aprender a convertir los conocimientos tácitos en explícitos para que puedan estar disponibles para todos los empleados.

Gran parte del valor de una compañía se encuentra concentrado en la mente de unos pocos expertos, que cuando abandonan su puesto dejan a la empresa desprovista de uno de sus mejores recursos: su experiencia y conocimiento. Se requieren planes y medidas para traspasar esas nociones fundamentales antes de que se pierdan.

Por las razones expuestas, la mejor alternativa contra la infobesidad no es recopilar poca información, pues cada día dispondremos de mayor cantidad, sino aprender a gestionar de forma inteligente el conocimiento con base en una metodología probada.

La mejor decisión, por tanto, que pueden tomar los políticos, educadores y empresarios en España frente a esta dura crisis económica, si no queremos que la infobesidad se convierta en una grave pandemia, es invertir en formación sobre gestión eficaz del conocimiento: una metodología que se transforma en una forma de saber hacer, una cultura de colaboración e innovación que mejora los resultados al alinear el conocimiento de las personas con el valor de aprovecharlo de forma idónea. @mundiario 

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