La igualdad no debe ser nunca un privilegio, la igualdad es un derecho

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Desigualdad.

A día de hoy muchas mujeres se consideran privilegiadas por poder vivir o trabajar en igualdad con sus compañeros masculinos.

La igualdad no debe ser nunca un privilegio, la igualdad es un derecho

Yo misma llevo muchos años diciendo que soy una mujer privilegiada. Y es totalmente cierto si me comparo con otras muchas mujeres que hay en el mundo.

Porque yo tengo el privilegio de trabajar en Grupo EIP, una empresa que me ha permitido crecer como profesional, que ha valorado por mi formación y mis conocimientos para incorporarme a su plantilla, que se ha interesado en formarme a medida que iba creciendo en el organigrama, y en la que he conseguido el máximo puesto al que puedo acceder. Todo eso sin cortapisas y sin tener que compararme con mis compañeros masculinos.

Una empresa que me ha permitido conciliar mi vida laboral y familiar, permitiendo que cuando mi hija era pequeña, adaptara mis horarios a los suyos, que saliera a una consulta médica cuando se ponía mala, e incluso que en alguna ocasión en la que no encontraba alternativas para que alguien la atendiera, pudiera llevármela al despacho.

Una empresa en la que a cada uno le pagan por lo que aporta, o por la responsabilidad que tiene. Da igual que sea un hombre o una mujer. Y por lo que veo a mi alrededor, eso no es lo habitual.

Pero además soy una privilegiada, porque vivo con un marido colaborador. Uno de esos hombres que asumen que cuanto más crezca cada uno de los miembros de la familia, mejor nos irá a todos. Un marido que en determinados momentos se adapta el ritmo laboral de su mujer, igual que en otros momentos he sido yo la que se ha adaptado al Suyo. Un hombre que comparte las tareas domésticas y el cuidado de los hijos. Porque en un hogar los hijos son de los dos y la casa se mancha a partes iguales.

Pero todo eso que describo no debería ser un privilegio. Mujeres como yo no deberíamos considerarnos unas privilegiadas por haber tenido la suerte de encontrar una persona entre un millón, o una empresa como en la que yo trabajo. No debería ser una simple cuestión de suerte, de estar en el sitio adecuado en el momento adecuado. Debería ser una cuestión de educación, de mentalidad, de cultura de una sociedad que permita implantar políticas y prácticas de conciliación laboral y de igualdad real en las empresas de forma natural.

Porque la igualdad no es un privilegio. La igualdad es un derecho. @mundiario

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