La idea de un sujetador para preadolescentes vuelve millonaria a una americana
Megan Grassell con 17 años revoluciona la lencería creando un sujetador sexy y cómodo para las menores de 15 años, situándose entre los veinticinco adolescentes más influyentes del mundo.
Megan Grassell con 17 años revoluciona la lencería creando un sujetador sexy y cómodo para las menores de 15 años, situándose entre los veinticinco adolescentes más influyentes del mundo.
Acompañar a tu hermana adolescente de compras y que tu familia se vuelva millonaria. Así podría definirse la historia de Megan Grassell, una joven americana que tras no encontrar en el mercado lo que deseaba, se lanzó a luchar contra los estereotipos de la moda creando su propia línea de sujetadores, Yellowberry, orientados a las chicas que deben usarlos por primera vez.
Esta idea de éxito empezó después de pasar una tarde intentando encontrar un sujetador apto para una pre adolescente de 13 años. Había de todos los modelos: con aro, con efecto push-up, sexys, y estampados atrevidos, como el leopardo. Sin embargo, nada era compatible con la edad de la pequeña Mery Margaret, así las hermanas llegaron a casa con las manos vacías, y la sensación de que existía un vacío en el mercado.
Al sentarse en el sofá de su casa, Megan le comenta a su madre que quiere crear una línea de sujetadores más apropiados para la edad de su hermana. Aunque tenía el hándicap de que no era una diseñadora, no sabía coser, ni mucho menos de negocios a sus 17 años. Pero eso no fue un obstáculo, porque ella misma comienza a hacer los bocetos de los que imaginaba y quería: diseños cómodos y prácticos para las jóvenes que se enfrentan a la compra de su primer sujetador. Así, se convirtió en una visionaria, y es que si algo ha sabido hacer bien Megan Grassell, además de tener una buena idea, ha sido saber ejecutarla como es debido. Con grandes dotes para el marketing, supo envolver su propuesta de negocio de un branding y naming estratégico.
En un primer instante, pregunta lo que no sabe, busca las telas, y da con una patronista que le ayuda a ejecutar los primeros bocetos. Sin embargo, llegaba lo más difícil, la inyección de capital para ejecutar su idea. Y como era de suponerse, se encontró con una pared porque nadie creía en su proyecto. Razón que la motivó a buscar financiación a través de un crowfunding que, prácticamente, dobla la petición inicial de 25.000 dólares. Encuentra productores. Los convence para producir a pequeña escala. Crea una página web y comienza a llegar el interés mediático tras el que se consolidan las ventas por Internet. Primero se fijó en ella The New York Times, Forbes, Fortune, The Huffington Post, Daily News, y ahora la revista Time, la sitúa entre los veinticinco adolescentes más influyentes del año.