20 de noviembre, Día Universal del Niño: ¿estamos protegiéndolos?

Viñeta de Mafalda.
Viñeta de Mafalda.

Hace una semana eran solo niños, adolescentes despreocupados. Hoy, han dejado de serlo. 20 de noviembre, Día Universal del Niño y no puedo evitar pensar en ellos...

20 de noviembre, Día Universal del Niño: ¿estamos protegiéndolos?

Hay días en los que el absurdo se apodera de ti. Días, en los que te quedas delante del espejo intentando encontrar las respuestas que nunca llegan. Miles de pequeñas voces que se alborotan y revolotean en tu cabeza para desordenarte. Para vaciarte. El vacío de esta humanidad, la nuestra, tantas veces absurda y paradójica. Tantas veces cruel y desgarradora. Un instante, y te pierdes. El vértigo ha venido una vez más a visitarte.

Pienso. No dejo de pensar. Me supera la desesperanza, el desconcierto, el dolor, la rabia… Yo no voy a decir que soy Aurélie, Marion, Marie, Anna, Michelle, Guillaume, Quentin, Valentin, Thomas, Lola, Juan, Víctor, Cédric, Elodie y así hasta ciento treinta. No. ¡No lo soy! ¡qué suerte no serlo!  

¡Qué suerte, también, que mi hija no sea Melvil, Iris, Hector, Gary, Melissa, Diego, Mila o Tom! Ni tampoco ninguno de los que están en camino…, ni ninguno de los miles y millones de niños que sufren cada día las infamias de este mundo. Pienso en su tristeza, en su dolor a penas consciente.

Pienso es sus inocentes preguntas sin respuesta, en sus llantos contenidos, en su desconcierto, en su decepción, en sus ausencias y sus silencios… Pienso en cada uno de los segundos, minutos, días, semanas, meses y años, del resto de sus vidas. En todo ese tiempo que pasarán añorando sus caricias, el calor de unas manos, un olor familiar, o la luz de una mirada. Pienso en esa víctimas invisibles, sin rostro, ni pasado. No le han dado tiempo para construirlo: se lo han arrebatado. Aliados del miedo. Huérfanos de sus propias vidas y de la despreocupación de una infancia feliz.

Francia concede a los niños víctimas de atentados, el estatuto de pupille de la nación. Esta figura fue creada en la primera guerra mundial, para ayudar a los niños que perdieron a sus padres en el combate. ¿Tan poco hemos cambiado en cien años? En lo que les concierne a ellos ¿no es el mismo combate? ¿protegemos de verdad a nuestros niños? ¿a todos los niños? Son tantos los que aún se encuentran perdidos, abandonados, en ese mismo inhóspito, vacío, oscuro y aterrador lugar que es la guerra. Son tantos los que siguen día a día conviviendo con la muerte...

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