Ya es hora de que se investigue hasta el final y se depuren responsabilidades

Familiares de víctimas de la tragedia ferroviaria de Santiago / Xurxo Lobato
Familiares de víctimas de la tragedia ferroviaria de Santiago / Xurxo Lobato

Todo esto, ya lo sabemos, ni les devolverá la vida a las víctimas ni les servirá de consuelo a sus familiares y amigos pero es la única forma de conseguir algo de este drama.

Ya es hora de que se investigue hasta el final y se depuren responsabilidades

El destino, la mala suerte, la imprudencia o, probablemente, la conjunción de varias causas en el momento más inoportuno, convirtieron el pasado miércoles en una gran tragedia lo que tenía que haber sido una noche de fiesta, como preludio de un día festivo para celebrar el Día de Galicia. Además, la fatalidad quiso que fuese precisamente en Santiago de Compostela y en vísperas de las fiestas en honor del Apostol donde un terrible accidente de ferrocarril acabase con la vida de 80 pasajeros, tiñendo de luto y de tristeza una fecha de las consideradas como más felices del calendario. 

No seré yo quien haga desde aquí ninguna conjetura sobre las causas del descarrilamiento; pero sí espero que se investigue hasta el final, se depuren responsabilidades y se tomen las medidas oportunas para que accidentes como éste no vuelvan a suceder jamás. Esto ni les devolverá la vida a las víctimas ni les servirá de consuelo a sus familiares y amigos pero es la única forma de conseguir algo de este drama que nos ha encogido el corazón a todos. 

Como aficionado y usuario de las redes sociales pude comprobar desde el primer momento como al lado de miles de mensajes de solidaridad y de pésame, se sumaron varios descerebrados que se permitieron hacer chistes y escribir disparates sobre un hecho terrible. Como no quiero ser un monstruo como ellos, no les desearé ningún mal, pero sí que manifiesto que tienen todo mi desprecio como personas. 

Y, lo más triste, es que al lado de estos desalmados también aparecieron algunos mensajes de politiquillos de tres al cuarto que vieron la ocasión de sacar algún rédito político a esta desgracia. Para ellos también toda mi repulsa. 

Otro tema importante es el del comportamiento que han tenido los medios de comunicación. Mi felicitación y mi agradecimiento para los medios públicos gallegos (radio y televisión) que estuvieron desde el primer momento informando y ayudando a la hora de transmitir mensajes de ayuda y de colaboración. Por su parte, la televisión pública española estuvo lenta, torpe y tardó en reaccionar. Y qué decir de las televisiones privadas generalistas que, como siempre, tuvieron un comportamiento vergonzoso, no cambiaron su programación y siguieron emitiendo sus bazofias y su telebasura. Pero eso sí, al día siguiente se pusieron estupendos y se echaron las manos a la cabeza porque el presidente Feijóo, en el Día de Galicia más triste de la historia, emitió un mensaje en gallego, además de recrearse y buscar todo el morbo posible para ganar unas décimas de audiencia. 

Por supuesto en todas las tertulias, tanto en radios como en televisiones, surgieron un montón de tertulianos expertos en ferrocarriles y que conocían como nadie los sistemas técnicos de frenado más avanzados y las medidas de seguridad más sofisticadas. Una vez más se demostró que la osadía de muchos paniaguados no tiene control. 

En la prensa escrita, un poco de todo. Mucho titular sensacionalista y muchas fotos desagradables que no aportan nada a la información. Sé que es muy difícil poner límites a la libertad de prensa y al derecho a la información, pero creo que, en casos como éste, debe primar por encima de todo el respeto hacia las víctimas y sus familiares. 

Sobre este tema quiero recoger un tuit escrito por mi amigo @Laboreiro y que tendría que hacer reflexionar a todos los profesionales de la comunicación: “A los periodistas decentes que quedan en este país les toca velar por la salud de su oficio. Echarle coraje y mojarse”. Ahí lo dejo. 

Dejo para el final mi admiración, mi felicitación y todo mi respeto hacia bomberos, policías, médicos y todo el personal sanitario y de protección civil, todos ellos empleados públicos que dieron una lección de servicio y de entrega a los demás. Y, por supuesto, a todos los ciudadanos anónimos y vecinos de la zona que se volcaron desde el primer momento, demostrando que ante las circunstancias más duras la sociedad civil responde y arrima el hombro. 

Gente muy cercana y muy querida por mí han perdido a algún amigo y a algún compañero de trabajo. Comparto con ellos su tristeza y solo me queda enviar un mensaje de apoyo y de pésame a los familiares de las víctimas, y mi deseo de que todos los heridos se recuperen lo más pronto posible.

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