La historia de lo que pasó en aquel pequeño almacén después de cerrar la puerta...

Pasión
Pasión.

Giró el taburete, apartó mi pelo y empezó a besar mi espalda con suavidad. Hacía que mi piel se pusiera de gallina... El ambiente se estaba caldeando...

La historia de lo que pasó en aquel pequeño almacén después de cerrar la puerta...

Giró el taburete, apartó mi pelo y empezó a besar mi espalda con suavidad. Hacía que mi piel se pusiera de gallina... El ambiente se estaba caldeando...

No sé, quizá no me apetecía estar en casa. Por eso me vi, de repente, en aquel bar, yo sola tomando una caña. Saboreándola. Sin prisa, nadie me esperaba. Lo que no tengo claro es por qué no llamé a mi hermana para que viniera conmigo. Se apuntaría, seguro. Ni tampoco tengo muy claro por qué decidí estrenar ese vestido, es demasiado elegante como para ir sola a tomar algo. No sé. 

La cuestión es que allí estaba, con mi bolso de mano, en aquel bar al que, por cierto, no suelo ir. De repente, noté unos labios en mi espalda, en la zona que dejaba destapada mi vestido. Enfurecí. ¿Quién se atreve a hacer tal cosa? Levanté mi mano, con las uñas rojas recién pintadas, con intención de darle una bofetada con todas mis fuerzas al sinvergüenza.

Giré el taburete y allí estaba. Lo conocía perfectamente. No de ese modo, pero sí que lo conocía. 

Entrecruzó sus dedos con los de mi mano levantada y se acercó a mi oreja:

- Llevaba tiempo queriendo hacer esto.

Sus labios rozaron mi cara, desde mi oreja fueron lentamente hasta los míos. Estaba paralizada, no sabía qué hacer.

Aún no sé por qué, pero decidí seguir, dejar que siguiera y siguiera. Giró el taburete, apartó mi pelo y empezó a besar mi espalda, con suavidad. Hacía que mi piel se pusiera de gallina.

- Hay… gente aquí… para…  - le dije como pude - 

La verdad es que no había demasiada gente en el bar y el camarero estaba a sus quehaceres, pero el ambiente se estaba caldeando y estábamos en un lugar público.

-Pues ven conmigo, princesa.

Me llevó de la mano a un pequeño almacén que había al fondo.

No era el sitio más bonito, pero por lo menos estábamos solos. Cerré con la llave que había por dentro, para evitar interrupciones. Me cogió por los hombros e hizo que me diera la vuelta. Allí, apoyada en la misma puerta, sólo con su dedo índice hizo que mi vestido dejara de sostenerse en mis hombros y cayó al suelo. Sin dejar de besarnos, pensé que lo justo sería que él también estuviera en ropa interior, así que empecé a desabrocharle los botones de su camisa azul.

Nunca imaginé poder hacerle eso a él. Jamás. Sin embargo, esos botones se me estaban haciendo eternos.

Por fin acabé y pude verle el torso. No demasiado musculado, pero fue perfecto para mí en ese momento. No pude evitar abrazarme a él para sentirlo más cerca y me dio un beso en la nariz.

“Qué tierno…” pensé, hasta que comenzó a chupar mi nariz.

-Oye, te estás cargando el momento… ¿Qué haces?

- ¡Oh, Pepa, para! Ya me levanto… ¿por qué eres tan inoportuna? @reipardorguez

Comentarios