La historia de la Guerra de la Independencia en Galicia está plagada de mitos y mentiras

Vigo sigue celebrando como héroe al traidor Morillo.
Vigo sigue celebrando como héroe al traidor Morillo.

La versión oficial de la Reconquista de Vigo veneró las heroicas banderas de las Alarmas del Fragoso, tejidas un año después de aquel episodio, según este colaborador de MUNDIARIO.

La historia de la Guerra de la Independencia en Galicia está plagada de mitos y mentiras

En la página 493 del libro “La maldita guerra de España. Historia social de la Guerra de la Independencia”, monumental obra del reputadísimo historiados británico Ronald Fraser, un calificado hispanista, se puede leer: “La noche del 27 de marzo, con Cachamuiña y dos frailes franciscanos a la cabeza, los partisanos volvieron a atacar la ciudad. Una hora después, los franceses se rendían. Al día siguiente, más de ochocientos soldados imperiales, conducidos por el comandante Chalot, se rindieron formalmente al capitán Coutts Crawford, de la fragata Venús, quien los hizo prisioneros”.

Y ésta es la cuestión: siempre resultó sospechoso que los ingleses se hubieran limitado a actuar de mero transporte de prisioneros. Confirma Fraser que los franceses exigían rendirse a un soldado profesional, no a un jefe guerrillero. Y así fue según las propias fuentes francesas; pero no a Morillo, sino Crawford. La versión oficial, contenida en el opúsculo “Los héroes de la Reconquista de Vigo”, publicada en 1891, señala que Chalot se rindió a Cachamuiña (ambos firmaron el acta, dice, lo que reduce el papel de Morillo en este asunto), y atribuye el comandante inglés el papel de mero testigo.

Siempre me he preguntado dos cosas con ocasión de las celebraciones del 28 de marzo: ¿Por qué la historiografía esencial olvida el esencial papel del capitán Crawford y cómo es posible que el patrioterismo nacional popular siga honrado cada año la memoria de un traidor, como Morillo.

Esto de la Reconquista de Vigo ha dado pie en el pasado a groseras falsificaciones, como el conocido hecho de que durante años se veneraran en la Con catedral las heroicas banderas de las “Alarmas del Fragoso”, hecho realmente milagroso, pues tan heroicas enseñas mal pudieron animar el fervor patriótico de los vigueses de 1809 porque fueron tejidas ene 1810.

A lo largo de estos últimos años, se han producido atinados intentos de poner las cosas en su sitio. No se ha logrado nada. Morillo sigue siendo un héroe oficial, cosa que no ocurriría a en país alguno que se respete seriamente, pese a que este personaje volvió contra la nación las armas que le fueron confiadas para defender la Constitución.

Lo primero que conviene insistir es que aquella no fue una guerra patriótica en absoluto por parte de sus principales instigadores, cuyo objetivo era la defensa del trono y de la religión frente a las ideas de la Ilustración y la Revolución  Francesa.  El personaje de mayor relieve dramático de esta historia sigue siendo el cura de Valladares Juan Rosendo Arias Enríquez y otros dos monjes franciscanos. No se olvide que las proclamas de el cura de Valladares y Troncoso, el hombre del marqués de la Romana, reclutaron a su gente bajo la inmediata amenaza de fusilar a todos aquellos que no se aprestasen a la lucha voluntaria. Y el objetivo era devolver el trono al rey absoluto,  no otra cosa.

Cuando volvieron los franceses en 1823 aquí no se movió nadie. Y eran los mismos, pero esta vez volvían para reponer el trono y el altar del antiguo régimen. Y a los patriotas que se sublevaron los fusilaron en Redondela. Por eso, para muchos, esta fiesta tiene un amargor reaccionario.

Un año más se olvida a los liberales

Vigo, con el rey José fue capital de provincia e inició un proceso de modernización que fue cortado en seco cuando regresa el rey felón; un rey que por cierto, felicitaba a Napoleón por sus victorias sobre los españoles que trataban de devolverle el trono, y que mientras los franceses abandonaban Vigo, él se declaraba hijo de Napoleón y le pedía una princesa de la Casa Imperial por esposa.

La Reconquista de 1809 sigue exigiendo una relectura en profundidad y colocar en su sitio a sus más inamovibles personajes. Hay que recordar a los liberales que pagaron con su vida su defensa de la Constitución de 1812.

Esos eran los progresistas. Nunca me cando de repetirlo. Los afrancesados no eran arribistas, ni traidores. Eran ilustrados. La Ilustración desató en el ciudadano consciente todos los lazos que impedían el desarrollo de sus derechos políticos, superando las viejas quiebras que lo anclaban en el pasado. Abría, pues, el camino para el ejercicio de pleno de sus libertades. No quiso la Iglesia que ni en España ni en Italia las luces se expandieran. Sostiene el profesor Artola que la invasión francesa es una conmoción política  de tal orden que hace  brotar a la superficie todas las doctrinas y posturas hasta entonces soterradas.

Los liberales no comprometidos con la invasión, lucharon por los principios que animan a todos los patriotas: defender el territorio de toda ocupación extranjera. Curiosa paradoja de estos españoles que se batieron al lado del clero absolutista y de toda la tropa fernandina: la doctrina liberal, nacida en Francia y difundida por el ejército de la Revolución provocó el rechazo a todo lo francés. En cambio, los “patriotas absolutistas” de 1809 no movieron un dedo en 1823 cuando, los mismos veteranos franceses volvieron a invadir su país.

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