La Historia: el alma mater del ser humano

Libros de Historia. / Giammarco Boscaro. / Unsplash
Libros de Historia. / Giammarco Boscaro. / Unsplash
El simple hecho de estar vivo lleva consigo la construcción de una historia personal. Sin embargo, el hombre no vive aislado en su atmósfera de plomo, sino que requiere de necesidades sociales con las que crecer y forjar sus relaciones personales durante toda su vida.
La Historia: el alma mater del ser humano

Todos nosotros somos productores de momentos, compartimos vivencias con los que nos rodean, salimos a la calle, tenemos un trabajo, nos unimos, estamos en constante evolución, etc. Pero casi nunca nos paramos a reflexionar en una banalidad, para muchos, y que sí que tenían muy presente los antiguos: ¿qué historia estoy forjando sobre mi persona?, o más aún en profundidad, ¿qué estoy aportando como individuo al progreso histórico de la humanidad?

Posiblemente, si pudiésemos preguntar a un romano que es para él la Historia diría que es “aquello que hicieron sus antepasados”, y en el fondo no sería muy diferente su respuesta de la que podríamos dar nosotros si nos pillaran por la calle en una encuesta, después de habernos parado a pensar 2 segundos solamente.

El concepto de Historia se podría resumir, de una forma más completa, en el conjunto de hechos ocurridos a la humanidad desde el primer momento del que tenemos vestigios escritos y materiales, y que llegaría hasta la actualidad. Por tanto, nosotros somos parte viva de ella, pese a que, en la mayoría de momentos, no lo tengamos muy presente, puesto que sería lo mismo que intentar explicarle a un hombre prehistórico que el hecho de frotar una piedra contra otra y hacer fuego es un hito en el avance tecnológico humano. La respuesta suya, en el caso de que nos entendiese, y no nos lanzase la piedra a la cabeza, sería la de “déjame en paz”, y "no me calientes el tarro con esas cosas”, dado que, en definitiva, no le iban a servir para asar el jabalí, que se iba a comer, y con el que iba a ir alimentado durante todo el día.

Esta curiosa e ilustrativa metáfora podría ser extrapolable a la sociedad en la que vivimos, en la que es necesario conocer el pasado para hacer frente al radicalismo, el cual desconoce la historia verdadera de sus antepasados, la inventa, o incluso, la manipula, si es preciso.

Ilustración 1. Vermeer, Johannes. 1666. El Arte de la pintura. Kunsthistorisches Museum.

Ilustración 1. Vermeer, Johannes. 1666. El Arte de la pintura. Kunsthistorisches Museum. En este óleo sobre lienzo aparece representada Clío, la musa de la Historia.

Además, es necesario comprender la Historia porque nos ayuda a tener una menta más abierta a los problemas que nos pueden suceder en nuestro día a día. Por ejemplo, el deseo de construir nuevas fronteras en pleno siglo XXI. Siendo sus promotores totalmente desconocedores del enorme material humano del que se van a desprender. Y tampoco han inventado nada, puesto que, los romanos ya poseían límites territoriales defendidos para evitar la entrada de enemigos, ajenos a su mundo.

Originar muros se ha mantenido hasta fechas muy recientes, como 1989, cuando cayó definitivamente el muro en Berlín, todo un triunfo para la sociedad nuestra, la cual consiguió aprender de su Historia y vencer al radicalismo.

Hemos conseguido muchos triunfos como sociedad, siempre aprendiendo de nuestros errores, recuerdos que nos transmite la ciencia histórica, que no deben ser vistos como un lastre en el camino, sino como hazañas superadas, contadas por la madre de la vida, que nos guía por la senda del progreso como especie, y que, a mi juicio, con un correcto uso de la misma, nos tiene que servir para luchar contra la barbarie y contra los intentos de separar un mundo globalizado y plural. Pues, como decía Camillé Sée “dicen que la historia se repite, pero lo cierto es que sus lecciones no se aprovechan”. Por ello, utilicemos la Historia para mejorar y no chocar con la misma piedra dos veces. @mundiario

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