Hicham Adrar, un pintor marroquí que desafía la negligencia

Un retrato de Hicham Adrar.
Un retrato de Hicham Adrar.

"Me sentí obligado a volver a la Universidad para estudiar Sociología. Estaba muy desesperado por no poder aprobar y decidí abandonar mi afición, antes de  pensar que la decisión no era del todo buena. Uno tiene que dar valor a su talento", explica. 

Hicham Adrar, un pintor marroquí que desafía la negligencia

Hicham Adrar, un pintor marroquí, se enfrenta a la negligencia de su talento por parte de los encargados del arte en Marruecos. Los retratos que realiza el joven, empleando sólo el bolígrafo negro, merecen ser reconocido por los aficionados de la pluma. Adrar, en esta entrevista concedida a MUNDIARIO, nos habla de su trayectoria personal y profesional.

— ¿Cuándo empezaste a dibujar?

— Mi relación con el dibujo empezó desde una edad temprana, precisamente, durante la etapa de la infancia. En un principio era sólo un amor espontáneo de diferentes colores, pero al llegar a edad de los ocho años comencé mis primeros intentos de pintar algunos personajes de dibujos animados. En esta etapa mi padre desempeñó un papel muy primordial en la promoción de mi interés a través de la adquisición del material que iba a necesitar para dibujar como lápices, papeles, etc.

— ¿Alguien te apoyó?

— Mi interés por la pintura se despertó a lo largo de la etapa de primaria, gracias a un libro de arte del programa escolar. Asimismo, durante el periodo del colegio se expandió más mi afición, puesto que pude conocer muchos de los materiales y técnicas que se utilizan para llevar a cabo una obra artística. Además mi profesor Abd El Karim Ben Hamza, de las Bellas Artes, me  apoyaba  muchísimo. Algo que me permitió destacar e incluso gané mi primer premio en un concurso de arte a nivel regional.

— ¿Dibujabas fuera de clase?

— Cuando salía de la institución solía trazar pancartas o hacer gráficos en los muros.  Dibujé más de doce caricaturas para el beneficio de una asociación interesada en cuidar niños con deficiencias mentales y físicas. Sin embargo, puedo decir que mi interés era puramente dibujar retratos. Me acuerdo de cuando el profesor daba clase mientras yo aprovechaba la oportunidad  para pintar su cara.  Y si acaso alguno de mis compañeros me fastidiaba le hacía una caricatura para que se burlaran de él. Tuve muchas historias divertidas.

— ¿Qué hiciste después?

— Elegí estudiar ciencias en el Tronco Común, primer año de la secundaria marroquí,  en el “Instituto11 de mayo” viniendo de Taoujdate, una  pequeña comunidad beréber perteneciente al Municipio de la provincia de Safrou. En este año, en particular,  me fui a la ciudad de Meknés para continuar mis estudios en el departamento de las Artes Aplicadas, teniendo como sueño ser profesor en esta materia, algo que no era posible a causa de algunos ajustes hechos por parte del gobierno actual, en lo referente a las condiciones de acceso.

— ¿Cuál fue luego tu decisión?

— En 2013 me fui a la ciudad de Tetuán, tras enviar una solicitud de seguir mis estudios en el Instituto Nacional de Bellas Artes, logré superar con éxito la parte práctica, además de dos pruebas escritas en árabe y en francés. Pero no he podido aprobar en la entrevista oral. Por ello me sentí obligado a volver a la Universidad para estudiar la carrera de Sociología. Estaba muy desesperado por no poder aprobar y decidí abandonar mi afición, antes de  pensar que la decisión no era del todo buena. Uno tiene que dar valor a su talento.

— ¿Has enfrentado estos escollos?

— Sí, tuve que enfrentar estos obstáculos y empezar fuerte. Por consiguiente, opté por el arte conocido como “dibujo de observación”, consistente en pintar utilizando sólo el bolígrafo negro. En mis primeros días tuve muchas dificultades, pero con la voluntad todo se supera. Ahora me siento profesional, aunque falta mucho camino por recorrer. En el futuro próximo, intentaré dibujar con otras herramientas.

> Obras de Hicham Adrar:

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