Hablando de 'meigas', no conviene confundir las churras con las merinas

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¿Hay meigas de encantos especiales?

¿Estamos todos de acuerdo cuando hablamos de meigas? ¿Si se nos pusieran delante, sabríamos distinguir una meiga de una bruja? La autora del artículo nos ayuda a no confundirnos...

Hablando de 'meigas', no conviene confundir las churras con las merinas

Quienes llevamos 'denominación de origen' gallega sabemos que si decimos '¡meigas fora!' es porque, como dice la expresión popular, 'habelas, hainas'. Eso sí, dejando un atisbo de duda sobre si lo aseguramos categóricamente o no, porque su versión completa sería: 'Eu non creo nas meigas, mais habelas, hainas'. No nos detendremos a divagar aquí sobre si l@s galleg@s nunca se sabe si subimos o bajamos, ni tópicos por el estilo, no vaya a ser que 'chafemos' el guión para algún nuevo éxito de taquilla del próximo invierno. De todas formas, si queremos darle un toque más moderno al hecho de que a veces las cosas no salgan como esperábamos, siempre nos queda el recurso de echarle la culpa a 'la ley de Murphy'.

En muchas ocasiones metemos en el mismo saco los conceptos de meiga, bruja y hechicera. Sin embargo, Carmelo Lisón Tolosana, antropólogo social y cultural, autor de obras como 'Antropología Cultural de Galicia' o 'La Santa Compaña: fantasías reales, realidades fantásticas' puntualiza que no debe confundirse 'meiga' y 'bruxa' porque la segunda 'hace el bien y es capaz de deshacer los conjuros maléficos y el mal de ojo de las meigas'. Según esta idea, las meigas traerían consigo el mal y el pecado, y su meigallo sería dañoso y perjudicial.  Mi sensación es que en el sentir popular si bien tenemos respeto por ese meigallo también buscamos a las meigas para combatir dolores o descubrir algo sobre lo que el futuro nos depara. Algo así como 'ni contigo ni sin ti', porque sabemos que forman parte de esa cultura mágica que nos acompaña y de nuestras tradiciones.

Por todo ello choca un poco el distinto matiz que se le da a la palabra 'meiga' dependiendo de donde la consultemos. Mientras que en la definición de la RAE es 'una persona que según la opinión vulgar, tiene pacto con el diablo y, por ello poderes extraordinarios', para la Real Academia Galega se trata de 'una persona con conocimientos de medicina natural y que se supone que tiene poderes sobrenaturales, que adivina el porvenir, realiza curaciones, etc'. Me atrevería a decir que es bastante más benévola la segunda definición que la primera.  No obstante no seguiremos buscando por si las enfadamos, y en la época cibernética que vivimos, nos presentan sus poderes en forma de virus informático o similar.

Interesante resulta también descubrir los distintos tipos de meigas que encontramos al documentarnos sobre ellas, dependiendo de los diferentes poderes que posean. Entre todas destacan las meigas 'chuchonas' o chupadoras, las más peligrosas por mostrarse con distintas caras o caretas, y por su poder para transformarse en vampiros o animales como insectos o abejorros. Son muy temidas por ser capaces de chupar la sangre de los niños y quitarles la grasa (unto) para la elaboración de sus ungüentos y pociones. Y no sé por qué relación de ideas me ha venido a la cabeza la similitud entre este tipo de meigas y muchos de l@s que hoy nos gobiernan o aspiran a ello. Quizás porque se dedican a chuparnos nuestros votos con distintas caretas para luego con la fuerza que les otorgamos elaborar las pócimas con las que nos dan tan 'mala vida', a base de condimentos como recortes, estafas, corruptelas y demás.  Creo que puestos a elegir... será mejor seguir hablando de meigas.

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