Guinea Ecuatorial, una nueva y diferente forma de vida

Cumpleaños en una comunidad en Guinea Ecuatorial. / Mundiario
Cumpleaños en una comunidad en Guinea Ecuatorial. / Mundiario

Helena Batlle y Anna de Castro relatan sus vivencias en el marco de las actividades del Instituto de Religiosas de San José ​de Gerona, fundado por María Gay Tibau en el año 1870.

Guinea Ecuatorial, una nueva y diferente forma de vida

Anna de Castro y Helena Batlle lo tienen claro: "Es difícil resumir las vivencias de un mes entero en un país totalmente desconocido y tan diferente como Guinea Ecuatorial, pero lo vamos a intentar". Se refieren a Guinea Ecuatorial en la medida en que les ha enseñado que en ningún momento han ido a "salvar el mundo", sino que han dejado que otro mundo las llene completamente. Lo hicieron en el marco de las actividades del Instituto de Religiosas de San José ​de Gerona, fundado por María Gay Tibau en el año 1870, que nació ligado a los sufrimientos y dificultades que en aquella época padecían enfermos a los que prestaban asistencia en sus necesidades sanitarias sociales y espirituales. La actividad del instituto se extendió a otros países y ahora cuenta con comunidades en más de diez países de África, Latinoamérica y Europa.

El relato de Anna de Castro y Helena Batlle baja a ras de tierra su actividad y, de paso, su propia manera de ser y de entender la vida. "Llegamos a Guinea –dicen– y fuimos recibidas por las hermanas de la Comunidad. Desde el principio nos pusimos manos a la obra. Teníamos funciones en el Centro de Salud y utilizábamos los momentos libres para ayudar, arreglar y renovar cosas dentro de la casa. Por ejemplo, la creación de la nueva farmacia".

Si tuviéramos que simplificar nuestra estancia en Guinea Ecuatorial con una palabra, nos quedaríamos con la palabra enseñanza

Lo que más les gustaba a Anna de Castro y Helena Batlle era ir a los diferentes pueblos a hacer atención primaria. "El hecho de compartir momentos con las diferentes comunidades de los pueblos y, especialmente, los niños, nos dejaba ver la Guinea Ecuatorial pura y necesitada", explican. Además, tuvieron la suerte de visitar muchas partes del país, especialmente los fines de semana. "Guinea –recuerdan– es preciosa, llena de playas paradisíacas y de selva. Pero si tuviéramos que simplificar nuestra estancia en este país con una palabra, nos quedaríamos con la palabra enseñanza".

Salta a la vista que Guinea Ecuatorial las ha marcado, "ya sea por su gente, por su cultura, por su diversidad y, a la vez, por su desigualdad". Pero sobre todo, Guinea les ha enseñado a disfrutar de cada día y de cada momento vivido; a convivir. "Nos ha mostrado una nueva y diferente forma de vida, a ser optimistas", enfatizan Anna de Castro y Helena Batlle.

SOBRE EL TERRENO
El egoísmo no nos lleva a ninguna parte
Anna de Castro y Helena Batlle
Guinea Ecuatorial nos ha hecho ver que el egoísmo no nos lleva a ninguna parte, haciéndonos conscientes de lo que damos por supuesto y no valoramos. Nos hemos empapado de otra cultura, de vivir otras costumbres y hemos escuchado otras lenguas desconocidas como el Fang.
Además, hemos tenido la suerte de ver verdaderos ejemplos de constancia, esfuerzo y trabajo. Es por eso que queremos agradecer al Instituto de Religiosas de San José ​y, sobre todo, a las hermanas de Guinea, por habernos cuidado y ayudado tanto a lo largo de esta experiencia. Por todos los momentos compartidos, las risas y el cariño que nos han dado.

 

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