Guerra sanitaria en torno al Hospital de Vigo con actores que sobreactúan

Nuevo Hospital de Vigo.
Nuevo Hospital de Vigo.

No es normal que un gran hospital acabe incendiando las calles de la ciudad y convertido en un calvario para su promotor, el Gobierno de Galicia, opina este autor.

Guerra sanitaria en torno al Hospital de Vigo con actores que sobreactúan

No es normal que un gran hospital acabe incendiando las calles de la ciudad y convertido en un calvario para su promotor, el Gobierno de Galicia, opina este autor.

En 1938, Orson Wells representó por la radio una adaptación de La Guerra de los mundos, de H. G. Wells y fue tal el realismo que imprimió a la narración que creó auténtico pánico en muchos oyentes que creyeron el relato y, aterrorizados, intentaban protegerse de los ataques de los marcianos.

Me acordé de la magistral interpretación del mítico actor al ver lo que está ocurriendo con la apertura del nuevo Hospital de Vigo en torno al cual otros actores -políticos, sindicalistas, sanitarios, plataformas varias…-, están dramatizando una “guerra de los mundos” en la sanidad viguesa que genera escenas de histeria colectiva más propias de los sentimientos que de la racionalidad.  

El vínculo que los une a todos es el rechazo al modelo público-privado elegido para el hospital, que es discutible y, según la Xunta, el único posible; las deficiencias detectadas en las instalaciones, que son corregibles; y la gestión privada de servicios no sanitarios que es la forma de gestión elegida por la mayoría de las administraciones y, en contra de lo que dicen, no equivale a privatización de la sanidad.  

Llama la atención que todo esté mal en ese hospital. Tan mal que algunos profesionales -clínicos, de enfermería y auxiliares- critican con dureza las instalaciones, equipamientos y servicios complementarios. Quizá no se percataron de que en una edificación tan compleja es casi imposible evitar desajustes.  

Algunas carencias detectadas -aparcamiento, transporte público- no se hubieran producido de haber colaboración entre la Xunta y el gobierno local. Y todo sería más sosegado si no soplaran vientos electorales que activan estrategias de desgaste al Gobierno.

Frente a la sobreactuación de convocantes y manifestantes está la inacción de la Consellería de Sanidade. Le faltó supervisión y control del proceso de construcción y un plan de comunicación con todos los trabajadores afectados y con la sociedad. Una información continuada, pertinente y veraz, es la terapia adecuada para deshacer rumores y mentiras. Pero, en palabras de Raymond Hull, en la Consellería se percibe “incompetencia pujante”, un manejo chapucero en la gestión de este asunto y de otras parcelas de gestión.

Al final, lo que iba para gran hospital, símbolo del progreso y la fortaleza de la sanidad de Vigo y de Galicia, acabó incendiando las calles de la ciudad y se está convirtiendo en un calvario para su promotor, el Gobierno de Galicia. ¡Cosas veredes…!

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