El Gobierno saudí autoriza a cuatro mujeres el ejercicio de la abogacía

Una mujer árabe. / protocoloaldia.es
Una mujer árabe. / protocoloaldia.es

En un gesto de generosidad digna de destacar, el Gobierno saudí concedió por primera vez -ojo al número- cuatro licencias a cuatro juristas femeninas para que puedan abrir sus gabinetes.

El Gobierno saudí autoriza a cuatro mujeres el ejercicio de la abogacía

Si les digo que una mujer ha creado un despacho de abogados me dirán que se me ha ido la mano con el champán durante estos interminables días de fiesta, pero lo entenderán todo si preciso que esto se ha producido ahora -enero de 2014- en Arabia Saudí. Efectivamente, en un gesto de generosidad digna de destacar el gobierno saudí ha concedido por primera vez (ojo al número) cuatro licencias a cuatro juristas femeninas para que puedan abrir sus gabinetes y ejercer su profesión. La primera que lo ha hecho es la abogada Bayan Alzahran, especializada -cómo no- en violencia de género, aunque  afirma que no sólo se dedicará a defender casos de mujeres. Está por ver cuántos ciudadanos saudíes tocarán a la puerta de Bayan para requerir sus servicios.

El pronto igualitario del régimen saudí también se extiende al mundo deportivo, a tal punto que el propio Rey ha recomendado la posibilidad de abrir gimnasios femeninos. Todo un detalle.

Sin embargo el gobierno saudí parece dar un paso adelante y dos para atrás. Al tiempo que otorgaba estas cuatro licencias para ejercer la abogacía y abrir la mano a que las mujeres se puedan poner en forma, ha ordenado levantar muros que separen a los empleados en función de su sexo en los centros comerciales, de manera que mujeres y hombres ni siquiera puedan verse. Tampoco ha cedido, a pesar de las presiones a ritmo de reggae, para que las mujeres puedan conducir libremente.

Cuando en Europa  estamos exigiendo mayores cotas de participación femenina  en los consejos de administración de las empresas, cuando estamos debatiendo acerca de la necesidad de imponer la baja por maternidad al padre o adaptar nuestros horarios laborales a una auténtica corresponsabilidad en las tareas del hogar y cuidado de los hijos, en Arabia Saudí, ese país que nos compra equipos de futbol y trenes AVE, se preguntan aún si las mujeres podrían conducir un coche o ejercer como abogadas.

Desde luego estamos a años luz en cuanto al avance en la conquista de nuestros derechos, pero esto no implica que la batalla esté ganada. Esta es una carrera de fondo, una gran maratón donde hay que medir las fuerzas. Faltan muchas etapas y seguramente lo que nos queda a nosotras en el mundo occidental son los prejuicios y estereotipos más arraigados en nuestra memoria social y, por tanto, los más difíciles de erradicar.

A las saudíes les queda mucho más, es cierto. Los pequeños pasos que se están dando  pueden resultar casi ridículos, unas migajas de igualdad para ganar un par de titulares, pero a pesar de todo son importantes porque demuestran que están llegando los tiempos de cambio a unas sociedades marcadas por el sometimiento y el machismo.

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