Futuro imperfecto

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Luz al final del túnel. / RR SS

Eso de empezar la mañana con la desazón de saber cuántos habrán caído esa noche al tiempo de conocer cuáles serán los nuevos y asombrosos protocolos de tratamiento, es ese tipo de desvelo que no le deseas ni al mejor de tus enemigos.

(He de hacer constar que, las palabras e ideas que salgan de este escrito, las asumo como propias e intransferibles. Si alguien se identifica con ellas, bien en su conjunto o en alguna de sus partes, sea bienvenido. Si alguien se sintiera ofendido, pues...aquí estoy; a su entera disposición para lo que considerare oportuno, con nombre y apellidos. Y dispuesto al combate que precisare. Eso sí, siempre que también estuviere dispuesto conmigo y mis disposiciones al respecto).

Sé perfectamente que el Futuro imperfecto no existe como tal en la conjugación castellana. Sólo el Futuro simple y el Futuro perfecto. Lo sé desde hace mucho tiempo. Desde que era un parvulito y don Antonio amagaba con darnos con la “juliana” si en algo errábamos. Allá, en la academia Aristos, dirigida por don Pascual. Compartiendo jardín con el Santo Ángel. Haciendo esquina entre Blasco Ibáñez y Hermanos Jimenez. Ya desaparecida, hecha añicos (en éste pueblo dónde vivo y dónde viví mis más impúberes experiencias,las autoridades votadas - que no competentes – son dadas en exceso a derribar edificios antiguos; que si bien no son nada del otro mundo, si que se veían mas bonitos que los que emergen en su lugar. Y ya es decir: imaginen). Vaya que si lo sé.

Ahora ya empieza a tocar el escribir sobre la gestión y dirección de éste azote que parecía inacabable y del que, éste seguro servidor, empieza a vislumbrar luces, todavía monocolores y tenues, pero luces al fin y al cabo.

Desde que comenzó – mejor sería escribir: desde que las autoridades competentes se dieron cuenta de su existencia – el antedicho cataclismo a hacer de las suyas, muchos de nosotros (disculpen mi inclusión, pero así es) estuvimos en primera linea de contagio en un intento , - a veces triste, a veces jubiloso -, de aligerar de pesadumbre a las personas afectadas por el infecto germen, cuyo nombre no escribiré por harto conocido.

Doble pesadumbre a saber: la física, por la espeluznante cantidad de síntomas severos y muertes prematuras; y la anímica, por su no menos abundante cantidad de desgarradoras manifestaciones, que seguirán... quien sabe por cuánto tiempo.

Eso de empezar la mañana con la desazón de saber cuántos habrán caído esa noche al tiempo de conocer cuáles serán los nuevos y asombrosos protocolos de tratamiento, es ese tipo de desvelo que no le deseas ni al mejor de tus enemigos. Absolutamente todos ellos basados en la especulación, en la cábala y en el más absoluto empirismo basado en los “últimos estudios” publicados en tal o cual prestigiosa revista científica internacional - muchas de ellas han dejado de serlo para mí, cuando era veneración lo que sentía por ellas – que, a su vez, influía en los criterios de la propia e incontestable Organización Mundial de la Salud (O.M.S. en su acrónimo castellano) y en las declaraciones de Tedros Adhanom Ghebreyesus su director actual,médico político etíope nacido en Eritrea, que está haciendo a mis ojos buena a la “china” Margaret Chan. Sin merma alguna de su capacidad científica, ojo, pero con sus más que contrastadas incoherencias a la hora de dirigirse al público general,- carente gracias a los dioses -, de conocimiento científico- virológico como para desautorizarlo desde el punto de vista de comunicador televisivo: Afirmar que se adivina un rebrote para otoño, cuando en estos momento se desconoce más de un ochenta por ciento del virus coronado me resulta, como poco, temerario y con consecuencias imprevisibles para el personal de “a pie” que ya anda bastante sobrado de pánico. Que una cosa es prever (bueno) y otra bien distinta es “meter los siete males” (muy malo) a ese personal que , de una u otra manera, dependemos de él y de su equipo a la hora de tomar decisiones.

Escribí hace poco que, si algo ha quedado de manifiesto con éste siniestro desastre en éste país, es que su sistémica nacional de salud ha hecho aguas por todas las partes por las que se mire. No la ley en que se basa ( Ley 14/1986, de 25 de abril) sino la interpretación y actuación que se ha hecho de ella por parte de los prebostes más sobresalientes que dirigen ésta nación de naciones: Doctorados la mayoría de ellos en “Promesas a incumplir” en puro Futuro (Im) perfecto con la máxima cualificación posible: «Summa cum laude» (conste que un servidor no formó parte del tribunal evaluador...conste).

Absolutamente todas las acciones y mandatos para paliar esta pandemia han sido improvisados, imitados desde países supuestamente más preparados (puro plagio, por otra parte), basados en inadmisibles supuestos , empíricos y anecdóticos hasta la repugnancia...y otros apelativos más que no dejarían de ser redundantes.

Un sistema nacional de salud hecho trizas por mor de unos supuestos entendedores sublimes del tema que, tardíamente, han venido a reconocer como los verdaderos héroes de esta maldita situación no han sido otros que los componentes del pueblo llano y sumiso. De no haberse aislado en sus respectivas moradas y haber salido a la calle con esos 6 pies de distancia entre ellos (1,8288 metros) aproximadamente, ningún repunte de atenuación y eliminación vírica se habría conseguido.

Respecto a otros aspectos. He llegado a leer y analizar un documento científico desde la todopoderosa NEJM la protección administrada por mascarillas de diferentes tipos sobre ¡Cuatro individuos casos y cuatro control!

Y se ha publicado, oigan.

He leído y he visto personal sanitario lavarse las manos hasta dejar herida para evitar el contagio y sin embargo también los he visto con “pijamas de manga corta” mientras se ponen los guantes protectores. ¿Acaso no es piel el brazo? Nada he oído al respecto, hasta ahora.

He visto y leído fotografiás y pies de página de enfermeros y enfermeras de UVI de mi pueblo ponerse bolsas de fertilizantes sobre sus equipos de protección individual (EPI), porque los tales, ni protegían ni mucho menos eran individuales. A manera de queja total contra todos los Futuros ((Im) perfectos con que las autoridades impertinentes se llenaban la boca. Un servidor , sin ir más lejos, ha tenido que ponerse bolsas negras de basura sobre los citados, cuando debía acudir inexorablemente a territorio hostil. Por tanto puedo dar fe donde fuere preciso de ello.

Enviar a tu fiel e incondicional milicia de primera linea a pelear contra un enemigo invisible sin equipo que le proteja perfectamente, es de generales ruines; así de sencillo.

No obstante, ellos – autoridades sanitarias impertinentes – se pavonean de no parar de cantar en Re bemol – o cualquier otra nota y en distinta tonalidad –, de carrerilla y en primera persona de plural el tiempo Futuro simple y perfecto de los verbos ‘hacer’ y ‘poner’...entre otros.

«Nosotros haremos. Nosotros pondremos. Nosotros habremos hecho. Nosotros habremos puesto» todos los medios pertinentes y “contingentes” – sensu stricto, y entiéndase el sarcasmo – para dar cobertura y seguridad a lo más valioso que tenemos… nuestros profesionales y, a través de ellos, a nuestros compatriotas.

¡Y un cojón de mico! Que se dice por mi pueblo.

Ni cobertura. Ni test diagnósticos (de verdad, no de juguete). Ni tratamientos a administrar más o menos sensatos dentro de la incertidumbre. Solo Futuros simples e (Im) perfectos.

¡Y un cojón de mico!

Un buen presente de indicativo en primera persona de plural...hubiese sido niquelado. Muy señores y señoras míos ( y mías).

P.S.- Lo de “virus de laboratorio”, escapado o propagado ¿quieren creer que me lo estoy planteando? @mundiario

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