El Ficcionario plantea si hay alguien hoy que no padezca algún trastorno de la mente

El DSM, la biblia de los psiquiatras, incorpora en su última edición un sistema de hiperinflación diagnóstica que convierte en trastornos mentales problemas ordinarios de la vida cotidiana.
¿Podría suceder que a usted le afectara tanto la muerte de su dromedario como para ocasionarle un cuadro clínico de tristeza y desolación semejante al que le sobreviene cuando le falta un familiar o amigo? De éste y otros asuntos de singular interés trata la presente edición semanal del Ficcionario.
silvar. Entonar con los sonidos que produce el aire al atravesar los labios una estrofa de versos endecasílabos y heptasílabos que riman libremente.
silvato. Pito que utilizan los árbitros para evitar que un partido de fútbol transcurra conforme a la ley de la selva, esto es, imponiéndose la tiranía de los más fuertes y aguerridos.
silvergüenza. (angl.). Persona que en las Olimpiadas de la Granujería ha obtenido la medalla de plata. Nuestro dignísimo representante nacional en la última edición fue Esteban Darra.
simulhación. Recreación virtual del pico más alto de la península ibérica.
sincope. Parada cardíaca o respiratoria que pueden sufrir los fieles oyentes de una determinada cadena de radio cuando, por motivos ajenos a la emisora, se quedan durante un tiempo sin recibir las ondas episcopales.
sindrome. Término que desde aquí regalamos a la psicología clínica para referir de forma abreviada el conjunto de síntomas de tristeza y desolación que manifiestan las personas que han perdido a su dromedario. Sugerimos su inclusión en la próxima edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM). Al fin y al cabo, el DSM-V ya instaura un sistema de hiperinflación diagnóstica que, con la inestimable colaboración de la industria farmacéutica, convierte en trastornos mentales problemas ordinarios de la vida cotidiana: si se me muere un ser querido y la tristeza me dura más de un par de semanas, es probable que haya caído en depresión; si de cuando en cuando me doy un atracón, seguro que tengo el síndrome del comedor impulsivo; si me olvido de las cosas con cierta frecuencia, sin duda tengo una predemencia... Y así. Ahora bien, pensar que todo sufrimiento o malestar ha de ser enfrentado con medicamentos va reduciendo progresivamente nuestra capacidad de adaptación a las situaciones estresantes, pues la continua sucesión de visitas al médico -delegada en él la responsabilidad-, terminará por inhibir el desarrollo de los propios mecanismos de defensa. Es decir, del mismo modo como sucede con el uso de algunos psicofármacos, nuestra dependencia del sistema sanitario irá en aumento. Si al principio acudíamos al médico por el sufrimiento ocasionado por la muerte de un familiar, ahora acudiremos por la muerte de nuestra mascota y mañana por la discusión que tuvimos con algún vecino que se molestó cuando le recriminamos que tenía la música muy alta. En teoría, las revisiones periódicas del DSM, considerado como la biblia de los psiquiatras, tienen como objeto adaptarlo a los avances del conocimiento médico científico, pero la verdadera realidad es que la introducción de nuevas entidades patológicas obedece más al empuje agresivo y económicamente interesado de las industrias farmacoquímicas que a decisiones inspiradas en criterios estrictamente profesionales y éticos. Contrariamente a lo que con un énfasis impostado se viene publicitando, las pastillas no resuelven los problemas cotidianos ni los malestares corrientes; son necesarias y muy útiles en el caso de los trastornos graves e incapacitantes, pero el exceso de medicación -al que la sociedad también se ha acostumbrado, de manera que alguien no es considerado un buen médico si no receta medicamentos- causa más daños que beneficios. El psiquiatra estadounidense Allen Frances, que dirigió el grupo de trabajo del DSM-IV, lo resume muy bien diciendo que demasiada medicina es mala para la salud y critica la creciente medicalización de la vida en su libro ¿Somos todos enfermos mentales? (Ariel, 2014).
sinodo. Reunión anual de obispos de la que, en tiempos de Franco, informaba el noticiero semanal del régimen.
sinple. Lo contrario de conple, que en cierto argot se utiliza como abreviatura de "complejo".
sintesis. Personas que todavía no han conseguido doctorarse o que, de momento, han puesto este objetivo entre parentesis.
sintoysmo. (angl.). Religión primitiva de los japoneses que prohibía a los niños tener juguetes, por considerarlos un medio de distracción que los alejaba de la virtud. Ahora bien, viendo cómo este precepto también los alejaba del comercio, a principios del pasado siglo, coincidiendo con los comienzos de la industrialización del país, dicha prohibición fue levantada. Hoy en día los robots, los videojuegos y los personajes del manga y del anime son los protagonistas nipones del juguete.
sintoma. Señales o indicios, generalmente bajo la forma de llanto o desasosiego, que manifiesta un niño cuando se le ha pasado la hora de mamar sin poderlo hacer. Otra patología para cuando se elabore el futuro DSM-VI.
sirbiente. Servidor del bien. Cuando se trata del bien común, los políticos deben erigirse en sus inexcusables sirbientes. "El bien del pueblo sea la suprema ley", escribió Cicerón en De legibus; y lo cierto es que cuando se olvida este precepto y el interés particular se apodera del general entonces aparece la corrupción política.
situacción. Acción in situ, en el lugar preciso donde se desarrolla.
sivarita. Se dice de aquél que se regala placeres exquisitos haciéndolo en nombre del dios Siva, que en la mitología hindú significa "el protector". ¡Ojalá nuestro Dios nos protegiera así a nosotros! Para no tener que acudir cada dos por tres al psiquiatra. @mundiario