El Ficcionario aprecia en la ignorancia de la fruta la necesidad de la filosofía

Manzanas feas  que garantizan, no obstante, buen sabor y valor nutritivo iStock
Manzanas feas que garantizan, no obstante, buen sabor y adecuado valor nutritivo. / iStock

Resulta curioso que la vista, el sentido que, frente al olfato y el gusto, debiera ser menos relevante a la hora de comprar la fruta, sea, no obstante, el que prevalezca, imponiendo en el mercado un absurdo estándar de belleza visual.

El Ficcionario aprecia en la ignorancia de la fruta la necesidad de la filosofía

El consumo de bebidas energéticas, las lesiones en la práctica deportiva y la compra de la fruta en el supermercado son situaciones cotidianas que el Ficcionario de esta semana explota para reivindicar la importancia de la filosofía centrada en la adquisición de tres actitudes básicas: aprender a valorar en términos de consecuencias los pros y contras de nuestras decisiones, a cuestionar los principios convencionalmente asumidos y a desconfiar siempre de las apariencias.

redbullsivo. Dícese de la reacción energética brusca y rápida que en el organismo produce beber una lata de Red Bull. Con el sugerente lema de "Red Bull te da alas", los fabricantes de esta bebida nacida en Austria en 1987 han convencido a cientos de miles de personas de todo el mundo de que en aquellos momentos en que se requiere un notable esfuerzo suplementario de naturaleza física o mental (largas jornadas de trabajo, época de exámenes, entrenamientos deportivos exigentes...), el producto anunciado responde y permite recargar los depósitos de energía del organismo. Y debe ser verdad, porque una sola lata de este refresco contiene una cantidad de cafeína equivalente a cuatro tazas de café, a casi cuatro botes de cola o a seis tazas de té. Pero no menos cierto es que el consumo de esta clase de bebidas energéticas, amén de provocar adicción, también acelera el ritmo cardiaco y puede llegar a causar en determinadas circunstancias (por ejemplo, en el caso de los adolescentes o mezcladas con alcohol) un ataque al corazón. Por esta razón, en países como Noruega, Dinamarca, Islandia y Uruguay está prohibida su venta. Han pensado, sensatamente, que volar es para pájaros... o para hacerlo subido en un avión.

redhonda. Entre pescadores, dícese de la red circular lanzada a las profundidades. Porque, como sucede con los conceptos del lenguaje con los que intentamos apresar la realidad, siempre hay que lanzar la red en consonancia con el tipo de peces que queramos capturar. Otra cosa es que los peces redondos existan.

refherencia. Alusión a los bienes, derechos u obligaciones que, cuando alguien muere, se transmiten a sus herederos o legatarios. Y, ante los cuales, no se suele mostrar indifherencia, sobre todo en aquellos casos en los que lo que se heredan son deudas.

refherida. Persona mencionada de manera que sintióse dolida en su estima y consideración. Hoy abunda la gente de piel fina educada en el victimismo que siente maltratada su dignidad a poco que se les diga cualquier cosa. A veces, sin embargo, es inevitable: por ejemplo, cuando a Benigno Minioso se le llama por su nombre.

refhorma. Modificación que procura la mejora del molde que se emplea para dar y conservar la forma a los zapatos. Las refhormas están al servicio de los pies y sus cuidados.

refhundidor. Se aplica al que junta varias cosas, por ejemplo, varias empresas, para hundirlas y acabar con ellas. Bien por la incompetencia de su gestión, bien porque esa fuera su motivación de inicio.

reflán. Sentencia popular hecha tradicionalmente con huevos, leche y azúcar. Por tanto, necesariamente dulce.

reflesionar. Pensar sobre las causas y efectos de una lesión. Cuando, cada dos por tres, veo a alguno de mis alumnos lesionados, le invito a repensar críticamente el muy asumido principio de que hacer deporte es bueno. Y lo hago no para que extraigan la conclusión contraria, que me parece falsa, sino para que, de entrada, aprendan a relativizar cualquier afirmación. Incluida la muy metafórica de que "Red Bull te da alas".

refordmar. Modificar ciertos detalles en los vehículos de la marca Ford, para mejorar prestaciones o corregir defectos.

refrhijerador. Aparato que sirve para enfriar a los hijos cuando padecen alguna clase de calentura, ya se trate de un episodio febril, de una erupción en los labios o de un ardiente deseo sexual a destiempo.

refrutar. Rechazar una determinada fruta en base a una serie de argumentos o evidencias, en la mayor parte de los casos -como veremos- discutibles o poco fundamentados. Para el juicio basado en las primeras impresiones es fácil rechazar una manzana podrida, pero no lo es tanto rehusarla cuando por fuera se nos presenta tersa y reluciente, al margen de cómo luego sepa o huela. Sin embargo, también con la fruta conviene desconfiar de las apariencias. Y más en estos tiempos en que como norma habitual a muchas partidas -tal cual lifting vegetal- se les estira la piel y maquilla artificialmente. Ya de entrada, todo aquel ejemplar que se sale de los cánones establecidos (en lo que respecta al calibre, color y características de la piel, nótese que todas ellas son propiedades externas) es comercialmente rechazado. Resulta curioso que la vista, el sentido que, frente al olfato y el gusto, debiera ser menos relevante a la hora de comprar la fruta, sea, no obstante, el que prevalezca. El hecho absurdo de que el mercado de frutas y verduras esté regido por estándares de belleza visual tiene como consecuencia que aproximadamente un 45% de la producción quede fuera del circuito comercial (un desperdicio intolerable que alcanza, según la FAO, los 300 millones de toneladas al año), sin que existan motivos nutricionales ni de sabor que justifiquen esa decisión. Para denunciar esta generalizada estupidez, la importante cadena de supermercados francesa Intermarché lanzó en el verano de 2014 una ingeniosa campaña que giraba en torno a frutas y verduras de aspecto convencionalmente antiestético. Bajo el lema Fruits et légumes moches (Frutas y legumbres feas) decidió mostrar algunas rarezas, imperfecciones o deformidades de manzanas, peras, naranjas, limones, zanahorias, patatas y berenjenas a través diferentes medios publicitarios de la ciudad de Provins. Rebajando su precio un 30% y ofreciendo degustaciones de jugos y sopas consiguieron hacer ver a la clientela que las apariencias aquí tampoco importan y que esos productos son tan gustosos y nutritivos (o más) que los habitualmente comercializados. De hecho, tienen las mismas cualidades físico-químicas y desde el punto de vista nutricional y de la seguridad alimentaria no existe ninguna diferencia entre una fruta que presenta, digamos, un buen aspecto y aquella otra menos agraciada. Las causas de tales diferencias de aspecto son sobre todo climáticas y medioambientales (el viento, la lluvia, el pedrisco, las heladas...), una serie de circunstancias sobrevenidas a las que es completamente ajeno el consumidor moderno, cuya idea de la manzana se asemeja más a la de una fotografía publicitaria que a la manzana real que crece en el árbol. Para que luego digan que no es necesaria la filosofía, estando como estamos, tantos y en tantos aspectos, igual que los esclavos del mito de la caverna. Piensen si no en los estereotipos humanos que la publicidad y el mercado acaban forjando, tan faltos de absoluta correspondencia con la realidad.  O en la cruda realidad de esos trabajadores autónomos de Glovo o Deliveroo, que más bien parecen empleados a sueldo. @mundiario

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