Las fases de estos días cambian rigor por balbuceos incluso cuando se describen en el BOE

En la fase 2 de la desescalada están parcelándose las piscinas en las urbanizaciones. / Levante
En la fase 2 de la desescalada están parcelándose las piscinas en las urbanizaciones. / Levante
No es de extrañar que, a pesar de estar la mitad de las población en España estrenando una segunda fase, muchos se sientan aún en la fase preclínica.
Las fases de estos días cambian rigor por balbuceos incluso cuando se describen en el BOE

A la vista de las fases en la desescalada podríamos preguntarnos si son como las de un ensayo clínico. Similitudes las hay aunque también diferencias, pero quizá llamen así a las de un progresivo desconfinamiento para asemejarlas en lo posible a las estandarizadas en investigación clínica y mejor aparentar. En ambos casos, pruebas para hacerse con una realidad de final incierto, y más si cabe en el tema que actualmente ocupa y preocupa.

El ensayo de nuevos medicamentos, vacunas u otros recursos sanitarios comienza con una fase preclínica in vitro y seguidamente con animales: conejillos, cobayas u otros varios; lo que seríamos nosotros para el Coronavirus y también usados como tales por el Gobierno a partir de la inicial reclusión. Después, y por lo que hace a los ensayos médicos, las fases I y II se orientan a comprobar tolerancia, dosis óptima y eficacia, lo que en principio tiene fácil parangón con lo que nos ha venido ocurriendo: ¿hasta dónde podremos aguantar? ¿Dosis de un par de horas a la fresca o algo más, y cuál sería la óptima para evitar un rebrote?

Deducirán que se echa en falta un mayor rigor en el estudio de las adecuadas medidas frente a la pandemia, y ni les cuento de incorporar los criterios de Díaz Ayuso para calcular de cuánto bar podrán disfrutar los conejillos de dos patas sin que el virus vuelva a campar por sus fueros.

Fases del ensayo clínico y de la desescalada. / G. C.

Finalmente, y tanto en la “desescalada” como en la investigación reglada, una fase III: la última antes de aprobar el fármaco o acceder a esa nueva normalidad que nos auguran y en la que las diferencias metodológicas aumentan más si cabe, tanto en duración (desde algunos años para el ensayo a unas poca semanas frente al Corona) como por haber eliminado el grupo control con el que comparar los resultados. Así, el llamado “estudio doble ciego” en clínica ha pasado a cegueras mil y verlas venir, porque cualquiera le vende a un subgrupo de población que seguirá confinado para comparar su evolución con los que andan ya de campo, playa y baretos.

En resumen: que las fases de estos días han cambiado rigor por balbuceos incluso cuando se describen en el BOE. No es pues de extrañar que, a pesar de estar la mitad de las población en España estrenando una segunda fase, muchos nos sintamos aún en la preclínica; como ratoncillos y en manos de quienes anteponen sus manejos al interés de los obligados a seguir lo que, en más de una ocasión, no son sino ocurrencias de dudosa utilidad. @mundiario

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