"Estoy embarazada, pero no digas nada", se convierte en un clásico en España

Muchas mujeres en nuestro país ocultan sus embarazos por miedo a represalias laborales e incluso por miedo a perder su trabajo.
Puede que el hecho de ser madre y el haber superado los treinta y cinco hayan despertado en mí cierta sensibilidad con respecto a la profunda crisis demográfica de Europa, pero la verdad es que me preocupa mucho porque según el último estudio del INE (Instituto Nacional de Estadística), en el 2017 en España habrá más muertes que nacimientos y para mí un país sin niños no merece la pena.
Los Planes de de Dinamización Demográfica impulsados y desarrollados por los gobiernos de Galicia, Aragón, Asturias y Castilla León son necesarios y suponen un paso adelante, pero resultan insuficientes, insuficientes porque nosotros, en un contexto social globalizado nos hemos hecho cómodos. Si bien es cierto que la inseguridad laboral favorece el temor a no poder asumir el sustento de una determinada descendencia, no es menos cierto que personas con una remuneración elevada y una posición laboral segura sienten otro tipo de "temores" tales como el de renunciar a sus horas de sueño o a su tiempo de ocio dominical. El definitiva, tener hijos supone ciertos sacrificios que la mayoría tendemos a esquivar.
Y esa es una realidad porque en los países del norte de Europa, además de los planes que contemplen beneficios fiscales e incentivos por un determinado número de hijos, hablan de realizar un cambio profundo en los valores, actitudes y costumbres de conciliación familiar. Y yo digo: adelante, sobre todo en las actitudes y costumbres, pues el problema de la conciliación no es sólo del gobierno o de la mujer trabajadora, lo es también del empresario o empresaria.
En España avanzamos lentamente, pero en la mayoría de los casos las mujeres trabajadoras se ven obligadas a ocultar su embarazo el máximo tiempo posible para evitar marginaciones en ciertos proyectos, represalias en cuanto a ascensos e incluso por temor a perder el puesto de trabajo.
Pensemos las mujeres y seamos consecuentes, pero piensen y mucho los hombres, piensen en el futuro de este continente y en lo necesario que es "ponerse a parir", lo digo bien alto y convencida porque cualquier padre o madre coincidirá conmigo en que es lo más gratificante y satisfactorio del mundo.
Yo propongo premiar a las trabajadoras embarazadas y no castigarlas. Absolutamente todos saldremos ganando.