¿Por qué España con el doble de rastreadores no pudo cortar las cadenas de transmisión?

Militares en las calles de España. / Mundiario
Militares en las calles de España. / Mundiario
La incorporación de los militares del Ejército entrenados, permitió dos meses después de la desescalada, tener el doble de rastreadores y sumar así casi 8.500.
¿Por qué España con el doble de rastreadores no pudo cortar las cadenas de transmisión?

La situación del coronavirus en España se ha desbordado nuevamente tras el verano. El Gobierno ha duplicado la cantidad de rastreadores, pero llegaron, ya cuando la segunda ola había retomado sus niveles de actuación.

De momento, la alta incidencia y el retraso en los diagnósticos restan eficacia al rastreo y se hace imposible cortar las cadenas de contagio. En julio alcanzaron los 3.500 rastreadores, una cifra muy inferior, la mitad de lo que recomiendan los organismos internacionales.


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El Gobierno tras la desescalada no tomó las previsiones en la salud pública, para de esta manera poder ubicar en las comunidades los contactos estrechos de los positivos y poner en marcha las pruebas diagnósticas y los aislamientos necesarios.

La incorporación de los militares del Ejército entrenados, permitió dos meses después de la desescalada, tener el doble de rastreadores y sumar así casi 8.500. “El rastreo no nos va a sacar de esta”, afirma Àlex Arenas, investigador de la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona, recoge este martes El País.

El especialista, consideraba dos meses, atrás que el número ideal de rastreadores en España sería de uno por cada 5.500 habitantes, justamente el que hay ahora (unos 8.500), para lo que aplicaba una herramienta diseñada por la Administración de Servicios y Recursos Sanitarios de Estados Unidos (HRSA). En esa fecha España rondaba los 20 casos por 100.000 habitantes de incidencia acumulada.

Ahora tiene 362. “Se necesita todo el poder de rastreo pero ese tiene eficiencia cuando la incidencia todavía es baja”, detalla el experto. A día de hoy, el aluvión de casos rebasa la atención primaria, que ya venía colapsada en la primera ola de la pandemia. Por ejemplo, en comunidades como Cataluña, el rastreo fue determinante para controlar los brotes, o en Aragón. “Ahora estamos en una nueva fase, y el factor limitante es la atención primaria”, observa Arenas.

En autonomías como Asturias y Murcia han multiplicado por cinco los efectivos que dedican a rastrear, según la información de sus departamentos de salud. Valencia ya tenía más de 1.000 rastreadores en julio y los ha aumentado hasta los 1.600. Y en Andalucía están muy por encima de los 5.500 habitantes por rastreador. Cuenta con un 30% más de efectivos, de 450 a 580, lo que deja la ratio en un rastreador por cada 14.500 habitantes.

En la capital, Madrid, con 846 rastreadores, según sus datos, también sobrepasa la ratio recomendada por su población. La situación en el País Vasco es de 375 rastreadores, aunado a los trabajadores de otros servicios como medicina preventiva, salud laboral o las unidades de vigilancia epidemiológica, que sumarían más de 600 personas. Y en Asturias el sistema es dinámico y permite incorporar más personal a tareas de rastreo cuando se detecta un brote. @mundiario

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