"No es mi estilo, dijo el envidioso al pijo"

El grupo de pijos que protagoniza Gossip Girl.
El grupo de pijos que protagoniza Gossip Girl.

Una versión actualizada de la  fábula La zorra y las uvas: no están maduras.

"No es mi estilo, dijo el envidioso al pijo"

Según el diccionario, pijo es “quien  en su vestuario, modales, lenguaje, etc., manifiesta afectadamente actitudes y gustos propios de una clase social adinerada“. Remarco la palabra “actitud”, porque ser pijo no implica pertenecer a una clase social adinerada, sino adoptar una pose propia de personas con posibles.

Los pijos se detectan, por ejemplo, por el uso de chaquetas una talla menos con manga menguada y pantalón tobillero; bufanda o fular colocados al desdén con un movimiento rápido y natural  en caída sobre la espalda; movimientos espasmódicos de cabeza para dar aire a la melena; tono nasal al hablar, sobre todo para su clásico “o sea”; expresiva actividad de manos, basada en la articulación de la muñeca; conversaciones sobre moda y ocio, resaltando marcas y modelos; disertaciones sobre las cualidades del último vino descubierto –sabor en boca, aroma, mezcla de uvas o, mejor, coupage–, para terminar dictaminando  “se bebe”, “es un vino divertido”, “elegante” o  “potente”, tras haberse ilustrado con la lectura de  la etiqueta. Se me olvidaba, cogen la taza o el vaso levantando levemente y con afectación el dedo meñique, y si es una copa, no se les ocurre tomarla por  el cuerpo, siempre por el pie y  con naturalidad.

Son “marquistas” exhibicionistas o, ¿tal vez, exhibicionistas marquistas? Expresan, con frecuencia, un cierto aire de hastío y  como de estar de vuelta de todo.

Pero quiero poner el acento, no en el propio pijo, sino en  los que  califican a otros como  pijos. Suele tratarse  de pijos en potencia, pijos solapados, a la espera,  pijos con aspiraciones pero que no llegan y tienen que limitarse a ser marquistas  silenciosos  de medio pelo, porque el presupuesto no les da para más.

El pijo solapado por causa de la envidia se revela contra su  impotencia para llegar a lo que desea, y tiene que limitarse a decir, como la zorra, “no están maduras”. La envidia es orín que corroe las entrañas del ruín, al ver que  la gallina que otro cría pone más huevos que la suya.

A todos, pijos y no pijos, nos vendría bien recordar, de vez en cuando, el pasaje de La vida es sueño “ Cuentan de un sabio que un día...”, porque nos ayudaría a vivir con menos necesidades. @mundiario

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