El humor es... lo que me da la gana que sea

pelayo
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Sobre la posición prepotente y discriminatoria de algunos, al definir el humor según sus gustos y el daño que producen.

El humor es... lo que me da la gana que sea

La definición de Humor que más abunda: “Humor es el que hago, digo o me gusta a mí, no el que hace, dice o le gusta a otro”.

Comienzo así esta reflexión, porque muchos “opinólogos” y humoristas definen el humor de esa manera sin darse cuenta. Sobre todo los que defienden ese humor crítico, ácido, bien burlón, sarcástico, agresivo, ofensivo y hasta humillante. Y por supuesto, usando sus burlas con nombre y apellido.

Por ello necesito aclarar (y aclararme) algo en este punto.

¿Ese humor que acabo de describir es válido? Bueno, primero hay que saber si lo que se hace es realmente humor. Porque muchas veces se confunden los conceptos a causa de la risa y los aplausos. Existen humoristas que hacen reír y no hacen humor. Por ejemplo, decir la cruda verdad da risa, tocar temas tabúes en público da risa, hacer burla con escarnio (donde la víctima no se puede defender) da risa, etcétera, pero esto se hace o dice sin elaboración artística para que se ajuste al real concepto de humor. Esas risas que producen entonces son fáciles, obvias y no son fruto del placer humorístico, ni el estético. Pero como las dice o hace un “humorista”, muchos piensan que es humor.

Una vez separado, entonces, ese concepto que enturbia todo, sigamos con la respuesta de si ese humor es válido: claro que sí, siendo realmente humor toda modalidad, todo tipo de humor, de cualquier forma y contenido es válido. Lo contrario sería violar lo sacralidad de la libertad de expresión.

Así que es válido, es aceptable todo tipo de humor: el blanco, el burlón, el negro, el absurdo, el verde, la ironía, el sarcasmo, la sátira, el que se hace solo para reír, el que se hace para reír y pensar, etcétera, incluyendo ese ofensivo, ácido y agresivo que mencioné. Y si alguien se siente ofendido por un chiste, que lo ignore o lo denuncie por los canales democráticos.

Pero esto mismo que estoy diciendo lo esgrimo como argumento contra los que definen el humor a su gusto y/o conveniencia. No es válido eso de que “humor es solo lo que hago, digo o me gusta a mí”.

Por suerte el humor es más que cada modalidad, tipo, forma o contenido. Entonces, por favor, si dicen públicamente que “el humor tiene que ser comprometido”, “para que el humor sea humor tiene que doler”, etcétera, sólo están diciendo una verdad a medias, porque humor es lo contrario también. Y solo consiguen malinformar y malformar a la gente.

¿Significa que es “malo” hacer humor contingente? Por supuesto que no. Las sociedades deben estar bajo el prisma del humor satírico para corregir en lo posible los errores y las malas prácticas. Por ejemplo, es importantísimo el trabajo de los humoristas gráficos editorialistas, por hacer pensar a la sociedad día tras día, abriéndole los ojos.

Los “standuperos” hacen también lo mismo. Algunos con ingenio, pero muchos para sacar la fácil carcajada como ya reflexioné anteriormente. No sé por qué. Siempre he pensado que ellos, al subirse al escenario y decir cosas “importantes”, se vuelven “dioses”, sienten que están sobre el Bien y el Mal y por lo tanto, su trabajos se hacen mediocre. Es muy fácil notar la diferencia con los que practican esa modalidad escénica con talento, inteligencia, profesionalismo y humildad.

Ojo: el humor no es privativo de una ideología o una corriente política, ni de una corriente artística.

Esto es entonces para algunos colegas y “opinólogos”: por favor, no sean tan soberbios y fundamentalistas al definir el humor. Todos los que hacemos humor somos humoristas, el payaso, los clásicos del humor del todos los tiempos, ustedes que hacen ese humor “tan trascendental” (este fue un desliz irónico, disculpen) y hasta este humilde obrero del chiste inocuo (de nuevo caí, disculpen). @mundiario

 

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