EE UU planea crear una autoridad de salud alternativa a la OMS

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El secretario de Salud de EE UU, Alex Azar (izq.) saludando a la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, en su visita a Taipei este martes / HispanTV.
Washington insiste en convertir la pandemia en un nuevo espacio de confrontación geopolítica con China por la hegemonía global mediante la influencia económica y sanitaria en el mundo. 
EE UU planea crear una autoridad de salud alternativa a la OMS

La agenda expansionista del Gobierno de Estados Unidos no tiene límites. En un mundo donde varias potencias consolidadas y emergentes se posicionan como los pilares de una red de cooperación diplomática en estos tiempos de crisis global y de pandemia, que tienen a la humanidad sumida en un estado de reducción muy acelerado, Washington insiste en ser el eje unipolar de una globalización que ha sido desacelerada por el coronavirus. Y si eso implica iniciar un conflicto indirecto con entes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Casa Blanca hará cualquier cosa para lograrlo.

Es por ello que Estados Unidos incluirá a Taiwán entre los invitados a formar parte de una eventual nueva organización sanitaria global si decide crearla cuando se oficialice su salida de la Organización Mundial de la Salud (OMS), afirmó este pasado martes el secretario de Sanidad y Servicios Humanos de EE UU, Alex Azar.


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Esto implica que Washington podría iniciar una nueva escalada de tensiones de tensiones con China por dos factores: el primero es que tendría el objetivo de captar una coalición diplomática de países aliados mediante una gira de lobby internacional para así acoplarlos a la plataforma diplomática, sanitaria y científica con la que EE UU envíe un mensaje de mayor influencia geopolítica por la vía de la ciencia y la biotecnología a China, lo cual le restaría relevancia a Pekín como un actor clave del sistema internacional humanitario en sus intenciones de contribuir con la OMS en la distribución de una eventual vacuna aprobada y eficaz producida por la Universidad de Oxford y la recientemente registrada por Rusia.

El segundo factor se centra en que EE UU buscaría instaurar nuevos parámetros estratégicos de gestión epidemiológica contra una pandemia que tiene su epicentro mundial en territorio norteamericano, así como también intentaría abrirse nuevos espacios en los mercados internacionales, sobre todo en los emergentes, mediante la estimulación de la nueva demanda externa global que se ha formado con la competencia que hoy muchos países de todo el mundo libran en su afán de acceder a la vacuna contra la Covid-19 cuando ya Rusia y Estados Unidos están muy cerca de fabricar sus dosis.

Esa polémica propuesta la planteó el secretario de Salud de EE UU en una rueda de prensa celebrada el martes en el marco de su visita a la isla, que es la primera de un funcionario estadounidense de mayor rango desde 1979, año en el que Washington rompió lazos oficiales con Taipéi -aunque los mantiene de forma extraoficial- para establecerlos con Pekín tras reconocer a la República Popular China.

Taiwán es una pequeña nación insular situada a 180 kilómetros al este de China. Es un territorio con una forma de gobierno bajo República semipresidencialista, que es totalmente independiente de China, pero Pekín tiene la intención de controlar la soberanía económica, política y militar de la isla mediante órdenes ejecutivas y leyes que incrementen la influencia del gigante asiático en esa zona, así como ha hecho con Hong Kong.

“Estados Unidos siempre ha sido y seguirá siendo el mayor financiador de la salud pública mundial. Todavía somos miembros de la OMS ya que el proceso (de salida) llevará tiempo. Pero tras nuestra salida de la OMS, trabajaremos con otros en la comunidad global para encontrar los medios adecuados para continuar con el apoyo de forma bilateral y multilateral”, explicó Azar.

Por lo tanto, EE UU seguirá manteniendo su política de financiar la salud pública mundial para expandir su influencia científica, diplomática, comercial y biotecnológica como parte de su estrategia geopolítica enfocada en que la potencia norteamericana sea el protagonista y líder de las crisis mundiales, lo que lo ayuda a preservar su estatus como máxima potencia global en la compleja pirámide del sistema capitalista y de poder en todo el planeta que China busca arrebatarle. 

Según la Administración de Donald Trump, “la OMS actuó de forma sesgada a favor de China y gestionó mal la emergencia sanitaria de la COVID-19”, por lo que anunció que congelaba temporalmente su aportación -de hasta 500 millones de dólares anuales, un 15 % del presupuesto del organismo- y, posteriormente, inició el proceso para retirarse del ente sanitario, que culminará el 6 de julio de 2021.

Entonces, Washington podría crear una nueva arquitectura financiera internacional a través de la cual destine hasta el 1% de su producto interno bruto (PIB) -unos 800.000 millones de dólares- con el objetivo de instaurar un nuevo orden mundial centrado en la red de influencias, mercados, diplomacia y capitales que EE UU podría crear con una OMS paralela, aunque el trasfondo de esa estrategia es la intención de la Casa Blanca de eclipsar la expansión económica de China mediante su política de créditos de emergencia a América Latina y a otras regiones del planeta que buscan acceder a la vacuna de la mano de la cooperación humanitaria de Pekín.

Por su parte, el segundo país más poderoso del mundo, acérrimo rival de EE UU, se pronunció ante la visita de ese alto funcionario de Washington a Taipéi, capital de Taiwán. "China se opone a cualquier contacto oficial entre Estados Unidos y Taiwán, llevado a cabo bajo cualquier pretexto. Ciertas personas en EE.UU. deben dejar de hacerse ilusiones sobre los intereses fundamentales de China porque los que juegan con fuego, se queman", dijo Zhao Lijian, portavoz de la Cancillería china.

La estrategia de Pekín apunta a disuadir a Washington de tener presencia en la zona de influencia del gigante asiático, pues esa dinámica podría desencadenar una ruptura diplomática definitiva entre ambas naciones y el inicio de un pulso geopolítico-militar por el control de Taiwán como aliado estratégico a nivel comercial en Asia tanto para China como para EE UU, solo que ahora, el elemento central de esa disputa es el paradigma de la salud pública mundial y la prevención de crisis biológicas futuras a partir del poder científico de los dos países más poderosos del planeta. @mundiario

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