Eduardo Mendoza: entre laberintos de aceitunas, riñas de gatos y ciudades de prodigios

Portada de El laberinto de las aceitunas, de Eduardo Mendoza, editado por Seix Barral.
Portada de El laberinto de las aceitunas, de Eduardo Mendoza, editado por Seix Barral.

El escritor catalán, autor de una prolífica obra literaria de mas de cuarenta años y Premio Cervantes 2016: un logro de pocos para satisfacción de muchos

Eduardo Mendoza: entre laberintos de aceitunas, riñas de gatos y ciudades de prodigios

He leído desde hace algunos días en distintos medios (y aquí, en MUNDIARIO también, cómo no) la noticia de la concesión del Premio Cervantes 2016 al escritor catalán Eduardo Mendoza, un prolífico autor de quien, con toda seguridad, se escribirá mucho en estos días, y a quien conocí ―decir "conocí", es una afirmación puramente retórica, tal vez mas apropiado sería decir que descubrí una de sus obras― en una feria municipal del libro en el Centro Histórico de la Ciudad de Guatemala. Era una soleada y agradable tarde en la que un viento leve mecía cadenciosamente las ramas de los árboles que, a un costado del Parque Centenario ―donde estaba ubicada la feria―, daban sombra a las bancas de concreto en las que usualmente se sientan a descansar ancianos y gente que lee algún viejo periódico o juega al ajedrez con alguien más. Ya había recorrido varios stands, y había conversado amenamente con un par de amables libreros que con mucho tino y gentileza, me habían recomendado algunos libros que me parecieron interesantísimos, pero que, en honor a la verdad, no llegué a comprar ese día; no obstante, memoricé un par de títulos para adquirirlos unos días después.

Cuando estaba a punto de marcharme, dando fin al agradable recorrido por la feria y pensando en caminar un poco por el centro para acercarme a algún local en el que pudiera comprarme una taza de buen café, por alguna razón a la que hoy no sabría dar una explicación satisfactoria, me detuve aún unos minutos (que se tornaron largos) a ver algunos libros que estaban ofertados sobre la mesa de una de las librerías de usados  ubicada en uno de los extremos de la calle, casi ya sobre el Paseo de la Sexta Avenida. Empecé a pasar algunas páginas, a observar las contratapas y ―como suelo hacer en estos casos, casi como una manía―, a separar algunos de los libros que me interesaron más que otros, luego decidiría cuáles habría de llevarme: tal vez uno o dos, o tal vez tres (nunca se sabe). Lo cierto es que, de pronto, entre aquéllos títulos en los que había de todo, uno especialmente, llamó mi atención: "El laberinto de las aceitunas", un pequeño libro en edición de bolsillo publicado varios años atrás. No pude resistirme a la lectura de un par de sus primeras páginas. He de reconocer que no había leído hasta entonces ninguna obra del autor, aunque claro, algo sabía de él y de su respetable trayectoria de tantos años.

Su vida literaria que hoy día supera ya las cuatro décadas y que le ha valido la concesión del Premio Cervantes 2016, tuvo su inicio en 1975 con la publicación de “La verdad sobre el caso Savolta” obra que ese mismo año recibió el Premio de la Crítica y al cual se sumarían, con los años, otros tantos entre los que destacan el Premio Planeta (2010) por “Riña de gatos, Madrid 1936”; el Premio al Mejor Libro del Año, otorgado por el Gremio de Libreros de Madrid, por “La aventura del tocador de señoras” (2002); el Premio al Mejor Libro Extranjero (Francia) por “Una comedia ligera” (1998); y el Premio Ciudad de Barcelona por “La ciudad de los prodigios” (1987), entre otros.

La narrativa de Mendoza destaca por ser sencilla y amena —directa, dirían muchos—, aunque no puede negarse su gusto por la utilización, desde sus inicios, de un lenguaje popular que en boca del variopinto abanico de sus personajes, muchas veces marginales o sobrevivientes de un mundo que les es casi ajeno, suele mezclar con términos cultos que no pasan desapercibidos al lector y que muchas veces sirven, por muy inverosímil que parezca, como punto de partida para reflexiones repentinas y a veces necesarias en torno al uso del idioma y del lenguaje cotidiano. El elemento humorístico tampoco le es ajeno al conjunto de su obra, que, si bien en su mayoría es novela, también incluye ensayo y mas recientemente algo de relato.

Luego de leer “El laberinto de las aceitunas”, segunda novela de una serie que el autor  inició con “El misterio de la cripta embrujada”, y que pueden incluirse en lo que hoy día conocemos como el Género Negro, no pude esperar mucho para buscar entre los anaqueles de las librerías cercanas otros títulos del autor. Y tuve éxito en la búsqueda, a ese primer libro que adquirí le siguieron algunos más cuyas temáticas similares giran en torno a todo lo que ya he comentado líneas arriba y que han mantenido en mí, hasta hoy, el mismo gusto que experimenté con la lectura de la primera. ¡Cuarenta años escribiendo libros geniales y de éxito!, se dice fácil, pero indudablemente es un logro de pocos, para la satisfacción de muchos. Veremos con qué nos sorprende en su próxima publicación, don Eduardo Mendoza.

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