Ecos de la santería cubana en México

Santería. / Pixabay
Santería. / Pixabay

A pesar de la actual difusión de la santería, el prejuicio hacia esta no ha desaparecido. Hay actualmente en México incontables adeptos a la santería, iniciados o no, sobre todo en el medio artístico y político

Ecos de la santería cubana en México

Hace aproximadamente 20 años eran muy pocos –aproximadamente diez, la mayoría cubanos– los santeros practicantes en México, los cuales se conocían entre sí y se reunían en ocasiones. Entre estos estaban precisamente Arlette Ramos, un mexicano que era comandante de la policía, algunos artistas y Armando Alba, de quien hablaremos más adelante, quien inicialmente era espiritualista trinitario mariano y curaba –y aún cura– a través de la posesión por el espíritu de Cuauhtémoc. La santería o las religiones afrocubanas tenían mala reputación en México, ya que se confundían –con cierta razón por el uso que se había hecho de ellas– con la hechicería, lo cual se exacerbó en 1989, después del episodio muy difundido en los periódicos de los narcosatánicos dirigidos por Constanzo, el joven padrino de origen cubano. Este era –aparentemente– un exitoso palero que tenía entre sus clientes a famosos políticos y gente de la farándula, y al que se acusó de haber “sacrificado” a 13 personas como parte de sus ritos. Dicha acusación nunca se comprobó. Constanzo fue asesinado cuando la policía intentó capturarlo. Una mujer que era su amante, acusada de ser su principal seguidora y sacerdotisa del culto, purga actualmente una condena de 30 años junto con otras personas ligadas a la banda de Constanzo. Esta mujer ha escrito un libro sobre su relación con este personaje negando las prácticas narcosatánicas, aunque confiesa que ella misma fue “rayada” por él, lo cual parece implicar que la inició en el Palo. Estos hechos, y la corrupción de la policía, llevaron a que toda muestra de rituales relacionados con las religiones afrocubanas tendieran aún más hacia la clandestinidad, al igual que muchas prácticas de la medicina tradicional de México, como la del espiritualismo trinitario mariano, tan extendido en México.

A pesar de la actual difusión de la santería, el prejuicio hacia esta no ha desaparecido. Esto se vio claramente reflejado en un programa de televisión de hace unos dos o tres años, en el que se trataba de denunciar el satanismo. En dicho programa se entrevistó a varias personas –entre ellos, un conocido especialista en el estudio de las religiones. La mayor parte era gente que denunciaba a la santería como una superstición y a los santeros como charlatanes; se mostraron además escenas mezcladas de santería cubana, vudú y satanismo como si todo fuera la misma cosa. Esta entrevista fue duramente criticada por los santeros mexicanos a través de la revista Santería, en donde se decía, entre otras cosas, que la misma entrevistadora era una iniciada y que lo que estaba haciendo era una publicidad con total mala fe. No sólo en México ha existido la tendencia a calificar las religiones afroamericanas como superstición y brujería; también ha sucedido en los países donde estas religiones se han practicado tradicionalmente, como Cuba, Haití, Estados Unidos y Brasil, tal como hemos visto y como relatan Carvalho (1993) y Hurbon (1993). A pesar de que la santería ya existía en México, su práctica y su conocimiento no se habían extendido realmente, ni siquiera en la época de la expansión y difusión de las doctrinas orientales y la búsqueda de nuevas alternativas religiosas. En realidad, su gran difusión coincidió, por una parte, con la mayor afluencia de turismo mexicano hacia Cuba y, por otra, con una mayor emigración cubana hacia México. Desde luego, también influyó la mayor apertura de la religión católica en México y el hecho de que, con la visita del Oni de Ifé a Cuba en 1987, aumentó aparentemente el interés de los cubanos por la religión yoruba (Fernández Robaina, 2001: 86) y empezó a generarse un tipo de turismo religioso. Además, la población negra, sobre todo de Estados Unidos, había empezado a buscar sus raíces iniciando el movimiento black is beautiful. Se organizaron varios festivales de la cultura negra y muchos negros norteamericanos se fueron a iniciar a África, lo que originó que los yoruba de África se dieran cuenta de que su religión tenía dimensiones internacionales, y además hubo una especie de coordinación internacional y una estandarización de la religión, pero sin dogma, ni ortodoxia, ni proselitismo. La religión yoruba fue afectada por cierto consumismo, creándose un mercado y publicándose libros y folletos. De acuerdo con Olabiyi y a los adeptos de la religión yoruba forman una comunidad y pueden dividirse en tres grupos: Los africanos de la matriz africana en Nigeria, -- Togo y Sierra Leona, que no tienen educación al estilo occidental y tienen poca noción de la dimensión internacional de la tradición; además, los intelectuales que en su juventud fueron educados en la religión, más los bautizados, más algunos entrepreneurs culturales.

-- fricanos de la diáspora. -- Los no africanos/oyibo. Desde luego, la santería es una religión yoruba de los africanos de la diáspora, y la de México correspondería al tercer grupo de los no africanos. Por cierto, hay una corriente de adeptos mexicanos que rechazan la influencia cubana en la religión y pretenden seguir la “auténtica” religión africana a la manera estadounidense. En el centro de la ciudad de México existe un mercado especial: el mercado Sonora, donde desde hace muchos años se venden yerbas medicinales tradicionales y se dan consejos sobre cómo usarlas. Se venden además todo tipo de imágenes de santos católicos hechos de resina, muchos de los cuales se han convertido en advocaciones de los orishas. También hay innumerables imágenes de la ahora famosa Santa Muerte. A su vez, después del boom del esoterismo también se empezaron a ofrecer todo tipo de amuletos, pirámides, budas, velas, figuras de santos y, actualmente, objetos para los rituales afrocubanos: yerbas, palos, cascarilla, manteca de corojo, puros, comida para los orishas, collares, soperas, el libro de los orishas de Natalia Bolívar Aróstegui y el del Palo de Lydia Cabrera, así como la revista Santería. En otra sección del mercado se venden animales vivos que son utilizados para el sacrificio. Prácticamente todos los dueños de los puestos del corredor 8 del mercado han sido iniciados en la santería y/o en el palo, y hay incluso un babalawo (sacerdote de Ifá). La mayor parte de ellos han ido a Cuba. En 1993, cuando ya había suficientes personas interesadas en la santería, se inició la publicación de la revista Santería, ciencia y religión, dirigida por José Rodríguez Breñas. En el primer número aparecen una semblanza de Fernando Ortiz y una entrevista a Natalia Bolívar Aróstegui, además de artículos referentes a la santería, como una descripción de la Virgen de la Caridad del Cobre sincretizada en la orisha Oshun y un reportaje sobre la única iglesia en México dedicada a esta advocación mariana. Además se publican otros pequeños artículos tales como “De la sabiduría del monte: la secta del palo” (1993) y secciones que se repetirían en los siguientes números: “El yerberito llegó: plantas medicinales”, “Buzón espiritual” por Angola, “Horóscopo santero”, “Ciencias médicas”, recetas de cocina cubana, entre otras. Entre los nuevos colaboradores aparece el Lic. Alberto Espinosa Morales quien publica su teléfono y su dirección para consultas y se anuncia como “psicoanalista y abogado, sacerdote vudú, cuya religión es zambia palo monte y cuyo dios es Francisco Siete Rayos” (Santería, ciencia y religión 1994b). Espinosa Morales sostiene que la religión pura de vudú, “zambia, palo monte, puede ser la puerta que abra la Esperanza soñada por la Humanidad, tu ángel de la guarda”.

En 1994, a sugerencia del mencionado licenciado Espinosa Morales, la revista convoca a todos los sacerdotes del palo y del santo para conformar una organización social que sirviera como base para la unificación de ambas religiones. Esta primera reunión de acercamiento social entre las distintas religiones de origen africano, con la participación de más de 30 sacerdotes –entre ellos, babalawos, babaloshas, iyaloshas y palos–, se llevó a cabo el 18 de marzo de 1995. En el mismo mes se dio entrada a México al primer tambor de Fundamento traído desde Cuba por el Obba Oriate Luis Valdés, quien más tarde, al realizar las ceremonias necesarias, presentó ante el tambor a más de 30 iyawoes (o iniciados en la santería). Ya desde un número anterior Paradise Tours anuncia por 850 dólares su “paquete yoruba”, que incluye, además de pasaje de avión y 7 días de estancia con un recorrido por los principales templos yorubas en Cuba, participación en una fiesta de santo, registro con los caracoles por los mejores santeros de la tierra, entrega de los guerreros y la mano de Orula, y para las mujeres Ekofu más impartición de conocimientos sobre todas las religiones afroantillanas. La revista, sin embargo, no tuvo larga vida; en los últimos números cambió la directiva y se le dio mucha importancia a ciudades de la frontera de México con Estados Unidos, especialmente en el estado de Tamaulipas. Uno de los últimos números volvió a incluir una entrevista con Natalia Bolívar y en el último ella misma escribió un artículo. Después la revista dejó de salir.

En 2004 apareció una nueva revista bimestral, Reflexiones universales de santería, ilustrada a todo color e impresa en un papel de muy buena calidad. La revista, dirigida por Armando Alba, presentaba un enfoque bastante diferente, ya que, aunque los temas principales todavía giran en torno a la santería, tiene una sección sobre feng shui y horóscopo. Además tiene una peculiaridad: refleja el sincretismo que se está dando entre la santería y la religiosidad popular mexicana. Por ejemplo, en el número 4 aparece en la portada la imagen de la Santa Muerte, imagen que se ha vuelto muy popular entre ciertas clases del pueblo mexicano. En el número 9 de dicha revista (Reflexiones universales de santería, 2005) hay un artículo de Luckero Aghakhan, quien se encuentra en el mercado Sonora y se anuncia en la revista para hacer trabajos de “lectura de cartas españolas y tarot, registro con caracol, babalawo –Oluo (Plante de Awofaka) santero, palo mayombe– chamalongos, iniciaciones, coronaciones de santos, regla de osha, trabajos 100% garantizados con la Santa Muerte, misas espirituales, viajamos a todo el país”. El artículo se titula “La Santísima Muerte”, pero el texto habla de Oya Yansha, dando todas las características de esta orisha, sus diloggun, obi, nkubos, sus nombres en fon, palo y kimbisa, después su pataki, sus collares, su adimu, plantas, flores y palos, así como el modo de saludar y la mención de sus cantos. Después se hace referencia a su sincretismo en Cuba con la Virgen de la Caridad: “Aquí en México la sincretizan con la Santa Muerte-hermana blanca. Recuerda ‘Tu mejor amigo es tu peor enemigo’”. Después procede a describir a la Santa Muerte: “[…] su atuendo y simbolismo, incluyendo la guadaña, el mundo que sostiene en la mano, el resplandor de la cabeza, la balanza, el reloj de arena y la lámpara”. En la misma revista hay un recuadro en el que aparece la Sra. Luckero retratada en una reunión celebrada el 17 de abril de 2005, donde se le entrega el premio especial Esotérica del Año 2005 “por su destacada trayectoria dentro del mundo del esoterismo, por su incursión en la radio y TV en programas como Discovery Channel, Infinito e History Channel” (Reflexiones universales de santería, 2005).

Hay actualmente en México incontables adeptos a la santería, iniciados o no, sobre todo en el medio artístico y político. Nos interesa especialmente el sincretismo al que ha llegado la santería en México y la forma en que se ha expandido, aunque hay una corriente que dice seguir la religión yoruba africana sin el sincretismo cubano. Además del mercado Sonora y otros, hay una gran cantidad de botánicas en donde se expenden productos para los rituales cubanos, pero además han surgido fábricas para la manufactura de estos objetos. Hace un tiempo tuve la oportunidad de visitar una de ellas, dirigida por una mujer iniciada en cuyo taller se fabrican trajes, soperas de madera, objetos de hierro y collares, además de velas olorosas, perfumes y jabones. Tiene la idea de criar jutías, ya que es un animalito que no existe en México y es muy necesario para muchos de los rituales africanos. Ella pertenece a un grupo que trata de ir a las raíces de la religión yoruba, desligándose de todos los elementos cubanos de la santería. No cabe duda entonces de que las religiones afroamericanas, en este caso afrocubanas, han tenido un gran auge y expansión en los últimos diez años en México, como una respuesta más para satisfacer de manera sobrenatural inquietudes, carencias e inseguridad en un mundo lleno de incertidumbres. Casi siempre se accede a estas religiones precisamente en caso de algún problema, ya sea por enfermedad o por problemas de dinero o poder; además es otra forma más de socialización en un ambiente de fiesta con la música y el canto.

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