Su divorcio ha sido cosa del desgaste, algo muy común ahora

Pareja discutiendo. / Pinterest
Pareja discutiendo. / Pinterest

Con semejante explicanción surrealista me entero de que una vieja amistad se ha divorciado con tan solo dos años de casados y una hija de 1 año en común.

Su divorcio ha sido cosa del desgaste, algo muy común ahora

Hace poco me he enterado de que una antigua amiga se ha divorciado. Ella tiene 31 años, él 33. Llevaban a penas 2 años casados y tienen una hija de 1 año. Pregunto a una de nuestras amigas en común y me comenta que ha sido "cosa del desgaste. Algo muy común ahora", me dice. Pienso entonces que me he perdido algo en esta vida, que no he renovado mi diccionario amoroso y que lo de usar y tirar – creía — ya no se llevaba y ahora éramos más de reciclar.

Razones ocultas habrá que ninguno de los dos necesita explicar pero ¿desgaste? ¿común? Dos personas se desgastan cuando rozan sus cuerpos en exceso – si es que hay exceso de eso – y es común que el chico no baje la (puñetera) taza del váter. Pero ninguna de las dos variantes podría acabar en divorcio.

Qué frívolo me ha parecido ese resumen de divorcio: “desgaste – muy común ahora”. ¿Tan poca moral nos queda en este siglo de consumismo y tecnología – ambas cosas van de la mano — , de usar y tirar, de comida de microondas y Whatsapp con faltas de ortografía? Conozco a otra pareja que dejó de convivir porque él siempre dejaba la botella de agua vacía en el frigorífico, no bajaba la taza del WC y ella se quejaba por todo. En fin, cosas que suponían suficiente motivo para considerar la convivencia de “dura”.

[…] que ser pareja / no es pintarse en un cuadro / y colgarnos en la pared, / ser pareja / es aprender a hablarle a la cara al miedo, / encontrar el valor para mirarse por dentro […]

¿Dónde se ha perdido el compromiso que dos personas adquieren entre ellas, en la intimidad? Porque las bodas son muy bonitas y la fiesta y el alboroto, pero lo único que hará que perdure la pareja es el compromiso adquirido con uno mismo, ese en el que uno se dice en la soledad: me comprometo a amarla/o toda mi vida. Me comprometo a dialogar ante las futuras crisis que nos sobrevengan. Me comprometo a hacer todo para entenderla/o y aceptar que no somos iguales. Me comprometo a trabajar por nuestra unión, a tener paciencia, a no hacer de una situación tonta un problema grave. Me comprometo a cumplir mi compromiso.

Recuerdo a un profesor de mi universidad que impartía Derecho de la Información y una frase que nos dijo – que nada tenía que ver con la asignatura pero sí sobre esto que estoy contando –: “Yo llevo 30 años casado y elegí amar a mi mujer conscientemente”. Conscientemente, ¿nos damos cuenta de la importancia de esa palabra?

Un joven poeta y cantautor canario llamado Diego Ojeda, hace una muy buena radiografía de qué es ser pareja en uno de sus poemas: “[…] que ser pareja / no es pintarse en un cuadro / y colgarnos en la pared, / ser pareja / es aprender a hablarle a la cara al miedo, / encontrar el valor para mirarse por dentro […]”.

Así que, para ir terminando, me alegro por todas esas mujeres y hombres que no aguantan ni una, que no dejan pasar ni la más mínima molestia de sus parejas (o de ellos mismos) y se muestran al mundo como personas de principios y autosuficientes, “porque a mi no me torea nadie”. Enhorabuena, yo me quedo con las personas que enfrentan los problemas para quedarse, no para irse.

@opinionadas

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