La Diputación coruñesa publicará un libro sobre Manuel Patinha como escultor y pintor

Amanecer. Acero galvanizado de Manuel Patinha.
Cadáver exquisito. El gran sueño ibérico. Obra en colaboración con Cruzeiro Seixas.

Su próxima monografía cataloga toda su obra y sacará a la luz su oculta faceta de pintor, parte indispensable y condición sine qua nom para el análisis de este escultor del arco lusoatlántico.

La Diputación coruñesa publicará un libro sobre Manuel Patinha como escultor y pintor

Su próxima monografía cataloga toda su obra y sacará a la luz su oculta faceta de pintor, parte indispensable y condición sine qua nom para el análisis de este escultor del arco lusoatlántico.

Dentro de la escultura del arco atlántico brilla con luz propia la figura del gran escultor luso Manuel Patinha. Sus esculturas no dejan indiferente al espectador y permanecen imperecederas en el recuerdo…  Y esto es porque poseen lo que los entendidos llaman idiolecto estético, un estigma o un algo intransferible que hace sus obras perfectamente reconocibles.

Aunque el artista ha trabajado en todos los materiales y sus esculturas en granito sean completamente espectaculares, es en el acero en el que Patinha encontró su lugar natural. Mucho se ha escrito sobre las calidades matéricas, estéticas, lumínicas y visuales de sus estilizadas y soberbias esculturas al acero, muchas de las cuales están repartidas por las principales capitales de Galicia y Portugal. La escultura 800, que conmemora el octavo centenario de la Catedral de Santiago,  pasará a la posteridad como uno de los hitos escultóricos del siglo. Tanto es así, que es uno de los artistas vivos con una bibliografía más amplia.

Galicia conoce muy bien toda la trayectoria de Patinha. Le ha visto crecer como artista y como persona, ya que aunque sus inicios fueron en el país vecino, es en Galicia donde adquiere carta de naturaleza en su condición de artista. Tanto es así que se ha llegado a decir que es un artista gallego nacido en Portugal.  Siempre mostrando una bonhomía que le caracteriza y una sencillez muy atipica en maestros de su altura y reconocimiento.

Monografiá editada por la Diputación de A Coruña

En breve saldrá a la luz, editada por la Diputación de A Coruña, una ambiciosa monografía cuya redacción comparto con Eva Ocampo y Pedro Taboada, en la que se repasa toda su evolución y en la que aparece catalogada toda su obra pictórica, escultórica y poética… Será sin lugar a dudas la obra de mayor peso bibliográfico dedicada al luso hasta el momento, pero también será una sorpresa para muchos porque se descubrirá ante el público un extraordinario pintor hasta ahora desconocido. Una faceta todavía oculta, pero que una vez que se ahonda en ella, se convierte en parte indispensable y condición sine qua nom para  el análisis de su obra. 

La vinculación de Patinha al surrealismo era conocida por todos a través de sus series de grabados -de una técnica impecable y un academicismo extra tempore-  pero sin embargo es en su pintura donde se manifiesta en toda su plenitud. Porque es en sus lienzos donde está el germen y la clave de toda su especial y mágica cosmografía de carácter surrealista que mas o menos abstraízada se rastrea e impregna toda su trayectoria artística.

La evolución pictórica de Manuel Patinha

Patinha como pintor y como artista irá sufriendo una evolución. Partirá de un expresionismo-neorrealista para desembocar en un  surrealismo desbordante e irá difuminando con los años su espléndido dibujo para convertirse en un organicista de raiz primitivista y pasar a la abstracción. Interesantísma evolución, ya que en todas las etapas mantiene unas  elevadas cotas de calidad y cada vez se va impregnando más de la identidad gallega con la que se imbricará plenamente a través de la escultura.

Manuel Patinha en la década de los 70, apenas recién llegado a Lisboa de su Pova de Santa Iría natal, comienza a pintar profesionalmente de la mano de Cruzeiro Seixas, uno de los totems del surrealismo portugués. Cruzeiro será su pigmalión y un gran espaldarazo a su incipiente carrera como artista. Curiosamente partiendo ambos de una sensibilidad surrealista diferente irán acercando posiciones y técnicas que  cristalizarán en su  brillante y  exótica serie de cadavres- esquís, cadáveres exquisitos, uno  de los juegos pictóricos más interesantes y más abiertamente surrealistas – experimento más habitual en la poesía- que consiste en realizar una misma obra entre dos artistas sin contacto entre sí y llegar a un resultado común y totalemente inesperado-.

Es para Patinha una época de un rutilante surrealismo de raiz daliniana pero tremendamente personal  que le dota de un corpus lingüístico y estético ideal para su expresión.

 El surrealismo irá extendiéndose a sus tintas chinas, acuarelas, dibujos algunos de los cuales parecen completamente clásicos hasta que nuestra percepción se centra en una extraña planta, un zoomorfo, una mano, un ojo  o una cerradura que se inserta si solución de continuidad en la representación…

 La pintura de Patinha tendrá en su parte final un episodio onírico y orgánico que se materializará en la Vida sexual de las plantas, una colección de sutilísmas acuarelas en las que los matices del color rozan lo sublime, para cerrar el ciclo con unos desnudos impecables sobre superficies onírico-geométricas de un impacto visual sorprendente.

El periplo gallego como pintor comenzará con unos potentes óleos en los que A terra e o home e a muller galega se mezclan con últiles de labranza y símbolos herméticos  y es donde plasma de una forma más evidente su conexión pictórica con Galicia.

La búsqueda de nuevas disciplinas, el grabado y la escultura le irán apartando de su faceta de pintor que tendrá sus últimos coletazos en series abstractas en la  mítica década de los 80   y llega a un lugar común en el tiempo, la técnica y el contenido con el movimiento cultural conocido como movida que tuvo su  manifestación artística en Galicia con el grupo Atlántica.

Todo esto y mucho más es la pintura de Patinha, la faceta desconocida del gran escultor. Esperemos que  salga a la luz no sólo en la monografía de la Diputación, sino que estas mágicas obras puedan contemplarse in situ a través de exposiciones en todas las capitales gallegas. Sería una experiencia única e irrepetible que acercaría a los espectadores la obra de un esplendido artista.

Estas palabras solo son un modesto adelanto. Patinha, pintor. Sorprenderá, y mucho.

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