La difícil tarea de educar y no caer en un obsesivo afán de protección

Padres.
Padres.

"El mejor amor que unos padres pueden profesar a un hijo es aquel que le permite crear su propia identidad, desarrollarse con independencia y autonomía, sabiéndose con su apoyo incondicional."

 

La difícil tarea de educar y no caer en un obsesivo afán de protección

"El mejor amor que unos padres pueden profesar a un hijo es aquel que le permite crear su propia identidad, desarrollarse con independencia y autonomía, sabiéndose con su apoyo incondicional."

Ser padre hoy en día no es en absoluto fácil, como tampoco lo fue para nuestros padres. Son muchos los peligros que suponen acechan a sus hijos, y la imperiosa necesidad de mantenerlos alejados de ellos hace que, en más de una ocasión, adopten comportamientos similares a los de una leona que, sola y ante las adversidades inherentes de la selva, defiende a sus cachorros con uñas y dientes.

Sin embargo, ese obsesivo afán de protección no es la mejor de las conductas que puede adoptar alguien que se considera un buen padre, ya que mantener a los hijos en una burbuja durante demasiado tiempo, alegando amor hacia los mismos, puede tener efectos negativos a largo plazo.

Impedir que sus hijos cometan sus propios errores es una constante de la sociedad actual, como si el fracaso o la decepción que derivarían de dicha equivocación fuesen a provocarles un mal que los marcaría para el resto de sus vidas. Este tipo de padres se esfuerza por mantener a sus retoños a su lado, condicionando su toma de decisiones, evadiéndolos de responsabilidades, controlando sus amistades, en definitiva, obstaculizando su desarrollo personal y no permitiéndoles experimentar por sí mismos de la vida. No obstante, adoptando dicha conducta lo único que consiguen es alejarlos de un mundo al que tarde o temprano tendrán que enfrentarse, un mundo regido por unas normas que tendrán que acatar, un mundo repleto de diversidades y pluralidades con las que tendrán que convivir.

Por otra parte, muchos padres inseguros intentan por todos sus medios transmitir sus propias inseguridades a sus hijos, convirtiéndolos en personas débiles e indecisas que requieren constantemente su aprobación. Se aupan como seres imprescindibles sin los cuales sus hijos están perdidos y desorientados, alimentando de este modo su propio egocentrismo y mermando la autoestima de sus retoños. Esta clase de padres suele proyectar en sus hijos sus propias carencias y frustraciones, exigiéndoles aquello que ellos mismos no han sido capaces de conseguir, incitándolos a luchar por alcanzar la tan ansiada perfección, humillándolos cuando no cumplen sus expectativas. La constante manipulación a la que someten a sus hijos convierte a éstos en marionetas cuyo único objetivo es satisfacer a sus padres para no decepcionarlos y que no se avergüencen de ellos.

El mejor amor que unos padres pueden profesar a un hijo es aquel que permite a éste crear su propia identidad, desarrollarse con independencia y autonomía, sabiéndose con el apoyo incondicional de sus padres en caso de acudir a ellos. Conceder cierto grado de libertad y mantenerse al margen no son tareas fáciles, sino, ¿cuántos padres no concentran todo su empeño en marcar unas pautas que, desde la experiencia adulta, consideran las más apropiadas?, ¿cuántos padres no han aprovechado los errores de sus hijos para sermonearlos con expresiones del tipo "ya te lo había dicho"? Hacer uso de los fallos cometidos para reprochar el no haber obrado según sus dictámenes es una actitud que justamente surte el efecto contrario al deseado, es decir, es el desencadenante del distanciamiento. Cuando un hijo opta por callar sus vivencias y omitir sus opiniones quizás sea con el único objetivo de evitar sermones. Cuando un hijo, ante una adversidad, prefiere acudir a un extraño antes que a sus propios padres es porque sabe que en estos no va a encontrar la respuesta que necesita. En estos casos, los padres tienden a culpar a sus hijos, a calificarlos de rebeldes y desagradecidos y a lamentarse de su mala suerte. Sin embargo, quizás debieran analizarse antes de lanzar tales acusaciones, ya que, si los hijos se educan a semejanza de sus mayores, ¿acaso ellos no han fallado en algo?, ¿son los padres el verdadero peligro de sus hijos?

Comentarios